Rogelio Rodríguez Mendoza
Confidencial
No confiamos, ni poquito, en la honestidad y objetividad de agentes del Ministerio Publico y Jueces, al momento de emitir una resolución.
Ya sea como parte acusadora o acusada, siempre estamos pensando que algo mucho más allá de las evidencias probatorias influirá en nuestra suerte legal.
Ayer mismo, se me acerco un amigo para solicitarme orientación:
enfrenta una querella por amenazas de muerte, en una agencia del Ministerio Público, y aunque está consciente de que los cargos son un absoluto invento de quien se dice víctima, tiene miedo de que ordenen su detención.
"Mi acusador trae mucho billete y mi temor es de que le suelte "algo" al Ministerio Público para que solicite mi aprehensión y me detengan" expresó preocupado mi amigo.
La pregunta es: ¿qué tanto de sustento existe en esa desconfianza ciudadana? ¿es realidad o mito?.
Le daré mi opinión: soy un convencido de que siempre habrá servidores públicos vulnerables frente a la tentación de la corrupción.
Sería iluso o fantasioso asegurar que no hay corrupción en nuestra sistema de justicia. Sería tanto como admitir la existencia de la perfección
Sin embargo, sí soy un convencido de que esa corrupción de que le hablo ha disminuido a niveles prácticamente imperceptibles. Parafraseando a aquel alcalde que dijo, "si robé, pero poquito", diríamos que corrupción sigue habiendo , "pero poquita".
En las casi dos décadas que dedicamos a recorrer barandillas de policía, agencias del Ministerio Público y Juzgados, como parte del ejercicio periodístico, fuimos testigos directos de cómo se compraban libertades sin importar la gravedad del delito cometido.
Eran tiempos en que , literalmente, la justiciaba estaba al mejor postor. La llave para abrir cualquier celda o crujía era un montón de billetes.
Hoy, para bien de la sociedad, las cosas son diferentes. El pago de mejores salarios a los operadores jurídicos, la implementación de sistemas de vigilancia a su desempeño, y sobre todo la constante capacitación, han sido factores para que la justicia logre avances importantes en el combate a ese cáncer llamado corrupción.
Lamentablemente, fueron tantas décadas de descomposición, que esa desconfianza hacia quienes procuran e imparten justicia sigue tatuada en el colectivo social, aunque, como le decía, de manera injusta.
Ojalá y pronto venzamos esa costumbre de desconfiar por inercia. Desconfiemos cuando haya evidencias, y en ese caso denunciemos, no nos quedemos callados.
EL RESTO.
Todo está listo para que el ingeniero Egidio Torre Cantú, rinda hoy su sexto y último informe de labores. Será su despedida.
¿Fue bueno, malo o regular su gobierno? Será el tiempo quien tenga la respuesta.
Hoy, bajo el contexto de una aguda crisis de inseguridad pública y la llegada de una alternancia política en quien los tamaulipecos tenemos cifradas todas las esperanzas de un cambio, cualquier calificación a la administración que se va sería adversa.
Por eso, mejor dejarle las cosas al tiempo, que siempre es mejor Juez.
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail.com