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Claman por ayuda al pie de carretera en Acapulco

Crédito: Jesús Guerrero
Pobladores de la zona rural de Acapulco, afectados por el huracán 'Otis', se apostaron sobre la vía de Metlapil para pedir agua y comida
sábado, 4 de noviembre de 2023
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ACAPULCO

/REFORMA

La mayoría de los automovilistas pasa de largo, parece que nadie los ve. Levantan carteles, gritan, lloran. Hay mujeres y niños.

"Aquí no ha llegado nada de ayuda", dice María del Rosario, apostada a pie de carretera para pedir agua y comida. Junto a ella sus hermanos y vecinos, todos los de la comunidad de El Varadero de la Laguna.

Ya pasaron 10 días del impacto de "Otis" y la ayuda a las comunidades aledañas a la carretera Metlapil, que da acceso a la zona exclusiva de Punta Diamante, es inexistente.

En esta zona rural de Acapulco viven familias de al menos 10 comunidades en condiciones precarias, y ahora con el paso del ciclón pareciera que su pobreza aumentó.

Perdieron lo poco que tenían.

En 1990, durante la Administración del fallecido José Francisco Ruiz Massieu, 29 hectáreas de estos terrenos del ejido Plan de los Amates, en donde había extensas tierras de labor y de huertas, fueron expropiadas para construir la carretera Metlapil.

Por años, dos grupos empresariales se pelearon su concesión, sin embargo, hace unos cuantos meses pasó a manos del Gobierno.

Pero a los ejidatarios y sus familiares no les ha cambiado la vida.

Tal es el caso de la familia de María del Rosario. Tras el paso de "Otis", los Romero Lorenzo perdieron su casa, por lo que tuvieron que pedir prestada otra que no tiene puertas y que está en una huerta de cocos.

La mamá del grupo de mujeres y hombres está acostada en un sillón. Tiene el pie con pus. Ella no puede estar pidiendo ayuda.

"Tengo diabetes y mi pierna está infectada y necesito un médico y medicinas", dice la señora, que es observada por su hija María del Rosario.

"Vivimos en la misma pobreza y ahora con este huracán que nos pegó fuerte vamos a estar más pobres", agrega.

La casa que ocupan los Romero Lorenzo está sin revoque, sin puertas y sin ventanas, en medio de una huerta de palmera de cocos y un vivero de plantas de ornato.

"El viento del huracán tumbó 80 palmeras y quedaron en pie más de 200, pero estas crecen muy rápido así es de que será fácil reponer", dice el encargado de la huerta.

Tiene optimismo.

María del Rosario cuenta que el miércoles 25, un día después que entró "Otis", buscaron un lugar para refugiarse.

"Aquí no ha llegado el Gobierno para ver los daños, ya que solo están viendo a la Costera Miguel Alemán y a la Zona Diamante, allá donde viven los ricos", reprocha.

La joven asegura que las casas de su pueblo se quedaron sin techo y la mayoría de sus pertenencias también se perdieron.

"Lo que pudimos rescatar nos lo trajimos a esta casa que me la prestaron", dice.

Después de que a las familias de esta comunidad se les acabó la comida y el agua, se trasladaron a la carretera de Metlapil para clamar a los automovilistas por ayuda.

"Necesitamos comida", se lee un mensaje escrito en pedazo de cartón que una mujer muestra a los automovilistas.

A lo largo de los 19 kilómetros de esta vía de cuota, desde la entrada de la Zona Diamante hasta poco antes de llegar a la caseta de la Venta de la Autopista del Sol, se colocan en la orilla varios grupos de personas pidiendo a los automovilistas comida y agua.

Se detiene un vehículo y los lugareños corren hacia la unidad.

"A veces sólo se paran (los automovilistas) y no nos dan nada y otros hasta nos dan sobras de lo que van comiendo", dice una señora que muestra una bolsa de papas abierta.

Son casi las 6 de la tarde y la temperatura es de 32 grados. El pavimento está caliente, pero a los niños que andan descalzos no les hace mella y cuando un vehículo se detiene salen corriendo.

El conductor de una camioneta se detiene y entrega a la gente bolsas que tienen aceite, arroz y atún. Todos regresan contentos.

"Estamos aquí en la carretera pidiendo ayuda porque el Gobierno ni viene a vernos y la necesidad nos obliga hacer esto porque tenemos que darle de comer a nuestros hijos", acusa una señora de la comunidad 10 de Abril.

María del Rosario cuenta que la mayoría de las plantas de ornato que ella siembra las arrasó el huracán.

"Con las plantas que me quedaron voy a empezar de nuevo", agrega. Tiene optimismo.

 

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