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Voto desde el extranjero: lecciones preliminares

martes, 27 de marzo de 2012
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El pasado 15 de marzo, el IFE entregó a los partidos políticos el primer borrador de la lista de mexicanos residentes en el extranjero que recibirán la boleta en su domicilio para votar en las elecciones presidenciales.

De las 61 mil 792 solicitudes para votar desde el extranjero, 55 mil 740 se han declarado ya procedentes. El resto se encuentra aún en proceso de revisión.

No será sino hasta mediados de mayo cuando tengamos las cifras definitivas. La conformación de esta lista es la fase más importante de la organización del voto desde el extranjero.

Si en la lotería "el que no juega no gana", aquí el que no se inscribe no vota. Por ello, el IFE concentró sus esfuerzos en promover y facilitar la inscripción, con un propósito en mente: garantizar que todo ciudadano interesado en votar desde el extranjero pudiera hacerlo.

Así, con la ayuda del Servicio Postal Mexicano, puso en operación un sistema de porte postal pre-pagado, con el fin de evitar que el ciudadano tuviera que absorber el costo del envío de la solicitud por correo certificado.

Con la asistencia de la Secretaría de Relaciones Exteriores, instaló consultores en los 30 consulados más importantes en Estados Unidos (EU) para motivar y asistir a los ciudadanos en el llenado de la solicitud de inscripción.

Finalmente, simplificó al mínimo posible los datos y la documentación que el ciudadano debía aportar para enviar su solicitud. ¿Qué resultados se obtuvieron? El porte postal pre-pagado tuvo un efecto diferenciado.

En comparación con el 2006 -la primera vez que se votó desde el extranjero-, el envío de solicitudes desde E.U. disminuyó en 6 por ciento, pero las que las vinieron del resto del mundo crecieron 130 por ciento.

La caída en EU se concentró en California y Texas. Sin embargo, otros estados como Illinois, Florida, Nueva York, Arizona, Georgia y Nevada tuvieron un aumento considerable.

En el resto del mundo, el crecimiento provino principalmente de las comunidades de mexicanos en Canadá, España, Alemania, Francia y Reino Unido.

En el 2012 tendremos un voto desde el extranjero menos concentrado en los estados fronterizos de EU y, sobre todo, más globalizado. El número de países al que se enviarán las boletas pasará de 86 a 113.

El programa de consultores en consulados aportó alrededor de 40 por ciento de las solicitudes provenientes de EU. Los consulados donde se tuvo mayor éxito en la inscripción fueron Chicago, Los Ángeles, Nueva York, Atlanta y Orlando.

Aquellos ubicados en las zonas agrícolas de California y Texas quedaron por debajo de las expectativas. Al final del día lo que cuenta no son las solicitudes recibidas, sino los ciudadanos inscritos en el padrón.

En el 2006, de las 56 mil 295 solicitudes que llegaron al IFE sólo 72 por ciento fueron procedentes. Ahora, 90 por ciento de las solicitudes se han declarado procedentes y, con toda probabilidad, la tasa de procedencia mejorará conforme el IFE termine de procesar las que están pendientes.

En consecuencia, el número de mexicanos que podrá votar desde el extranjero será alrededor de 45 por ciento superior al 2006. A pesar de estos avances, la participación en elecciones presidenciales desde el extranjero seguirá siendo exclusiva de una pequeña élite.

El migrante promedio aún está al margen del ejercicio de sus derechos políticos como ciudadano mexicano. ¿Qué podemos hacer en el futuro para poner el voto a su alcance? En primer lugar, sabemos que a pesar de su interés, un número considerable se quedó sin la oportunidad de participar por carecer de una credencial del IFE.

Para ellos resulta excesivamente costoso o riesgoso regresar a México a tramitarla. Se tiene que encontrar la forma de darles acceso en sus países de residencia a un documento de identificación que les sirva para ejercer todos sus derechos como mexicanos, incluido el derecho al voto.

Las alternativas existentes van desde la credencial para votar, hasta la matrícula consular y el propio pasaporte. En segundo lugar, el plazo para el envío de la solicitud de inscripción se cierra muy pronto.

El 15 de enero es una fecha muy lejana al día de la elección. Aún no hay candidatos registrados ni plataformas de los partidos. El interés ciudadano en la elección es muy bajo.

Promover la inscripción entre los migrantes es como salir a vender boletos para un partido cuando no se sabe qué equipos van a jugar. Si queremos mayor participación, hay que mover la fecha límite para el envío de la solicitud a un punto en el que el haya mayor interés en la elección.

Finalmente, el correo certificado -el único método reconocido en la ley para el envío de la solicitud- resulta engorroso, lento y caro.

Incluso los ciudadanos que llenaron en línea su solicitud tuvieron que imprimirla, anexar una fotocopia de la credencial, armar el sobre con el porte pagado y llevarlo a un buzón o la oficina postal más cercana.

Sabemos que 4 de cada diez solicitudes que los ciudadanos llenaron en línea nunca llegaron, ya sea porque los ciudadanos no la enviaron o porque se perdió.

Asimismo, 17 por ciento de las solicitudes llenadas en línea por los consultores del IFE en los consulados tampoco encontraron su camino a México.

Por otro lado, las piezas postales tardaron en promedio una semana y media en llegar, aunque en un número considerable de casos tomó más tiempo.

El IFE tuvo que pagar una media de 10 dólares (130 pesos) por cada envío. Todo el procedimiento se podría hacer de una forma más rápida, sencilla, barata y segura con otros métodos, como el registro en línea.

Quizás la lección más importante que deja el cierre de la fase de inscripción es que el modelo se ha agotado. La reforma del 2006 tuvo el gran mérito de abrir una vía prudente para el voto desde el extranjero.

Pero su vida útil se ha agotado. Para seguir avanzando, necesitamos regresar a la ley y reformarla a la luz de la experiencia. Si queremos que nuestros migrantes se sigan sintiendo parte de México, tenemos seguir derribando las barreras que aún les impiden el pleno ejercicio de sus derechos como mexicanos.

 

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Benito Nacif

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