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Así han mejorado sus emociones

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Se estima que un 15 por ciento de la población mundial vive con algún problema de salud mental, siendo la depresión y la ansiedad las condiciones más comunes.
lunes, 3 de noviembre de 2025
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Agencia/Reforma

Se estima que un 15 por ciento de la población mundial vive con algún problema de salud mental, siendo la depresión y la ansiedad las condiciones más comunes.

En México, estas enfermedades son la principal causa de años perdidos por discapacidad en adolescentes, y el suicidio es la tercera causa de muerte en jóvenes.

"Si sabemos que las enfermedades físicas que no se atienden tienden a incrementar, lo mismo ocurre con las de salud mental", señala Irene Domínguez, psicóloga en la Universidad Iberoamericana Monterrey.

"Cuando vemos que incrementan algunos factores que no son habituales, como cambios en la alimentación, el sueño y las relaciones, es importante buscar ayuda".

En días pasados se celebró el Día Mundial de la Salud Mental, tres personas comparten sus caminos para salir adelante tras enfrentar situaciones complejas de enfermedades mentales.

EL MAÑANA PUEDE SER MEJOR

Cuando Carlo mira su pasado, lucha contra la culpa de sentir que nunca le ha pasado "algo" fuerte que lo haya llevado a desarrollar problemas de salud mental.

Aun así, el regio de 28 años ha atravesado varios momentos depresivos en los que era imposible levantarse de la cama y constantemente pensaba en la muerte.

"¿Por qué estoy sufriendo tanto, si no me pasaron cosas tan feas?", pensaba Carlo en esas etapas.

"Se vuelve como un círculo de culpa: me siento mal y además de sentirme mal, me siento culpable por sentirme mal".

Todo comenzó en su infancia, dice Carlo, cuando empezó a recibir bullying de parte de sus compañeros, su abuela falleció y su papá se fue a trabajar a Estados Unidos.

Pasó de ser un niño alegre y participativo a uno callado e inseguro que, apenas llegando a la adolescencia, desarrolló frecuentes ataques de ansiedad.

Aquellos síntomas lo llevaron a buscar atención psicológica, proceso que ha mantenido hasta hoy. Sin embargo, destaca, eso no significó que ya nunca se sintiera mal.

La primera vez que desarrolló un cuadro depresivo, no entendía por qué se sentía así, si todo parecía estar bien en su vida.

Y con ello llegó la culpa.

"Empiezo a mejorar con tratamiento psiquiátrico", cuenta el profesor de inglés, recién diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

"Pero creo que si solo hubiera tomado el medicamento, habría seguido estancado".

Junto con el tratamiento terapéutico y psiquiátrico, comenzó a hacer cambios que en ese entonces le parecían extremadamente difíciles, como conseguir un empleo formal.

Aunque poco a poco fue sintiéndose mejor, los cuadros depresivos se han vuelto a presentar en otros momentos de su vida.

Otra cosa que le ha ayudado es aceptar que quizá hay algo genético que lo pone en mayor predisposición a caer en depresión y toca aprender a vivir con ello.

En momentos difíciles, dice, sabe que debe retomar contacto con sus amigos, estar cerca de su familia y hablar sobre sus emociones.

"No hay nada que me pueda quitar el mañana", reflexiona, "y el mañana puede ser un poquito mejor de lo que fue hoy".

A VIVIR DÍA A DÍA

De no haber sido por una llamada telefónica que la interrumpió, es posible que Diana Rodríguez hubiera acabado con su vida aquel día.

La mujer de 29 años piensa que, de alguna manera, fue una señal de su padre, fallecido unos años atrás.

"Yo empecé a sufrir depresión a los 18 años cuando mi papá se enfermó. Para mí él era mi todo", cuenta.

Aunado a la enfermedad de su padre, Diana enfrentaba acoso escolar y estaba en una relación violenta.

No buscaba ayuda porque pensaba que sus síntomas serían pasajeros, pero cuando su padre falleció en 2017, todo se desmoronó.

Intentó salir adelante y se fue a Estados Unidos con una amiga, pero las cosas empeoraron: no consiguió trabajo, estaba sola y terminó la relación con su pareja.

Además, allá le tocó estar presente durante un tiroteo, lo que desencadenó aún más pensamientos de acabar con su vida.

"Tenía miedo de morir, pero al mismo tiempo me quería morir", recuerda.

Aquel día de 2019 que intentó quitarse la vida, la interrumpió una llamada de un amigo con quien hacía años no hablaba.

Cuenta que aquello le permitió salir del trance y, a los pocos días, se animó a pedir apoyo a su familia para regresar a México y buscar atención profesional.

Una vez de vuelta estuvo internada en un hospital psiquiátrico y comenzó con medicamento para depresión y ansiedad.

Por recomendación de sus terapeutas procuró refugio en su familia y amistades, lo que la ayudó a seguir mejorando.

A los pocos meses conoció a Emiliano, su ahora esposo y con quien tiene un bebé de dos años. Ambos son su motivación para seguir luchando.

"¿Qué es lo que yo hago cuando siento como que me quiero poner triste? Ponerme pequeñas metas, motivarme a vivir el día a día", comparte Diana, quien hoy se encuentra mucho mejor y continúa con medicamento para la ansiedad.

"Mi refugio se volvió mi hijo y mi esposo, mi motivación a no querer morir".

"SOLO QUERÍA ACABAR CON EL DOLOR"

Desde que era pequeño, Edie Galván sentía sus emociones con gran intensidad. Pero en la adolescencia esto se volvió un problema: tenía fuertes crisis de enojo y tristeza que le dificultaban mantener relaciones, y a menudo se preguntaba qué había de malo en él.

Tras algunos años de malestares, a los 18 lo diagnosticaron con depresión y comenzó con medicamento psiquiátrico. Sin embargo, las cosas no mejoraron.

"Yo decía: 'esto es demasiado, si ya estoy teniendo un tratamiento para la depresión, ¿por qué no mejoro?'", comparte Edie, de 26 años.

El joven cineasta intentó acabar con su vida en diversas ocasiones y en uno de esos momentos fue necesario internarlo en un hospital psiquiátrico.

Ahí recibió atención más especializada y al fin, cuenta, le dieron un diagnóstico que le hizo sentido completo: Trastorno Límite de la Personalidad.

Conocido como TLP, causa inestabilidad en el estado de ánimo, la autoimagen, el comportamiento y las relaciones interpersonales.

"Pensaba mucho que era un monstruo, que nací mal, que así iba a ser toda mi vida. De ahí venían mis ideas suicidas", comparte Edie.

Aquellas dos semanas en el hospital fueron duras, cuenta. Edie estaba en un estado en el que no tenía energías ni para levantarse de la cama.

Con apoyo de sus terapeutas y psiquiatras, así como con medicamentos específicos para su afección, empezó a recuperar su vida.

"Ahí fue cuando dije: 'tal vez no tengo ganas de morirme, tal vez solo quería acabar con el dolor'", comparte Edie.

Su estrategia para seguir adelante fue establecerse metas de cosas que quería lograr en su vida y recordar a personas importantes, como su familia.

Han pasado cinco años desde que le dieron aquel diagnóstico y aunque ha mejorado, todavía enfrenta subidas y bajadas en su vida.

Los medicamentos -toma tres tipos diferentes-, así como la terapia psicológica y la red de apoyo, han sido sus herramientas para seguir.

"Esto es de cuestas", apunta, "nunca llegas a ver del todo el final, pero el punto es cómo sigues hacia arriba".

 

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