Además de su nutrida oferta turística en torno al sol, la playa y las experiencias wellness, de hospitalidad y culinarias, el Caribe mexicano también tiene opciones para quienes desean desconectarse de la cotidianidad, emprender un viaje espiritual en un entorno natural, reconectar con su ser interior y hasta tener un acercamiento con diferentes cosmogonías, culturas y religiones.
De igual forma, quienes practican el turismo religioso hallan en el Santuario de María Desatadora de Nudos, un templo católico inmerso en una zona de vegetación selvática, un sitio lleno de misticismo, tranquilidad y esperanza.
De hecho, este refugio espiritual ubicado en el Polígono Sur de Cancún recibe la visita anual de más de 700 mil personas.
El Santuario nació en 2015 gracias a la misión que encabeza el sacerdote Luis Pablo Garza Aguilar, quien es también el actual rector del templo, inspirado por su especial devoción hacia esta advocación de la Virgen María que el Papa Francisco convirtió en un fenómeno de fe.
En un principio, se instaló como una carpa de plástico soportada con troncos y la imagen de la virgen al centro, en un terreno donado por una familia.
Los tres primeros listones con intenciones fueron colocados por dos mujeres originarias de la ciudad de Monterrey y una de nacionalidad argentina. Poco a poco, y bajo el diseño ecológico de Eduardo Faust, arquitecto brasileño especialista en arquitectura sacra, su construcción se fue realizando con un concepto rústico de estilo caribeño, oriental y místico, incorporando una capilla principal para las misas, algunas zonas para descanso, reflexión y meditación, una cafetería y largos senderos rodeados de estructuras metálicas a manera de túneles, donde se colocan entre un millón y medio y dos millones de listones blancos rotulados cada año, con las intenciones y dificultades que las personas expresan para pedir la intercesión de María Desatadora de Nudos.
El padre Luis Pablo Garza refiere que la inspiración para construir el Santuario bajo este concepto responde a la necesidad de crear una iglesia moderna y sencilla, que sirva como un lugar de encuentro incluyente y abierto para todos, incluso para los animales, buscando que las personas se queden entre una y dos horas para disfrutar del entorno, abriendo sus sentidos a las texturas, imágenes, colores, melodías y aromas que ahí hay y que dan pie a una reflexión.
El origen de la Virgen María Desatadora de Nudos se remonta al siglo 17 en Alemania, época donde las parejas que se casaban ataban sus manos con un listón blanco como símbolo de su nueva unión eterna, siendo el equivalente al actual lazo que se coloca en los hombros de los novios.
Según la leyenda, un sacerdote alemán realizó una oración a la Virgen María para pedirle que evitara la ruptura del matrimonio entre un noble alemán de nombre Wolfgang Langenmantel y su esposa Sophie Imoff, quienes tenían su listón de casados con muchos nudos derivados de sus problemas.
El sacerdote colocó la tira matrimonial en la imagen de la Virgen y pidió su intercesión para desatar esos nudos en sus corazones; días después, se percató de que el listón se había desenredado y, posteriormente, el matrimonio se reconcilió.
Uno de sus nietos se volvió sacerdote y en agradecimiento, mandó pintar un cuadro de la imagen milagrosa de María Desatadora de Nudos.