
Por: Eduardo Sánchez
Piezas que forman parte del tesoro musical universal, autoría de compositores que marcaron una época en la historia de este bello arte donde la armonía de los sonidos transporta a quien los escucha a sitios especiales donde las parejas bailan en burdeles, cafés donde artistas e intelectuales se reúnen, cisnes nadan en estanques o personajes bíblicos viven sucesos gloriosamente épicos.
Los tangos de Piazzola, los temas de Ricardo Castro, la música de Ibert y Berlioz, las composiciones de Saint-Saëns, con las notas del arpa y de la flauta, sonaron esa noche, al igual que las palabras en los bellos poemas de Charles Baudelaire, Lope de Vega, Jaime Sabines y Juana de Ibarobourou.
Fue una velada maravillosa en donde tras el alimento para el alma, se sirvió una suculenta cena, la cual los presentes degustaron mientras intercambiaban impresiones sobre el recital y felicitaban a los participantes, grandes artistas, así como a los anfitriones, Antonio Matarazzo y Artemio Araujo, por tan atinado, concurrido y memorable evento.