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La delgada línea entre broma y burla

Dicen que los amigos o los buenos compañeros de trabajo saben tolerar las bromas pesadas.
martes, 3 de mayo de 2022
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Agencia/Reforma

Dicen que los amigos o los buenos compañeros de trabajo saben tolerar las bromas pesadas. Después de todo, el que se lleva se aguanta, ¿o no?

Pero existe una línea entre hacer una broma sana y la burla hiriente, que hasta llega al bullying o la violencia, coinciden especialistas en la conducta humana.

Desafortunadamente, dicen, dicha línea frecuentemente es cruzada en el día a día.

"El sentido del humor es una cualidad de todas las personas", explica Sanjuana Gómez, profesora de la Escuela de Psicología de la UDEM. "Incluso podemos reírnos de nosotros mismos por algo que nos pasó.

Se hace un chiste sobre eso para relajarme".

Lo incorrecto, continúa, es cuando la gente hace la broma, no de la situación o la circunstancia, sino del individuo en sí, de sus características, sus defectos o sus errores.

Es es dañino.

"Podemos tolerar una broma sobre algo que le puede pasar a cualquiera, pero bromear de las cualidades de las personas es avanzar en un proceso que tiene que ver más con la violencia".

La psicoterapeuta María Mendiola resume tres temas que deben ser "no burlables": los que tienen que ver con el físico del individuo o estereotipos corporales, los relacionados con el nivel socioeconómico y los que hacen referencia a alguna enfermedad o discapacidad.

El tema también preocupa a los comediantes (¿cuál es la frontera entre lo divertido y lo hiriente?), sobre todo tras un caso reciente: la "broma" de Chris Rock en los Óscar y la respuesta violenta del actor Will Smith en plena ceremonia.

PALABRAS HIRIENTES

La profesora Sanjuana Gómez admite que existen relaciones donde "llevarse pesado" es aceptado, aunque incluso aquí es necesario tener cuidado.

"En el 'quien se lleva se aguanta' entiendo que dos personas o un grupo empieza a bromear porque hay una relación de amistad o afectiva. Entonces, si estas personas han creado un vínculo especial, pueden hacer un alto en el camino y decir: '¿sabes qué? Éstas son las formas en que nos podemos llevar'.

"Es decir, podemos marcar la línea que no podemos cruzar, de los temas sobre los que podemos bromear y los que no. Se espera que, cuando vamos madurando, seamos más capaces de mandar mensajes claros de lo que está permitido o no".

Este escenario donde existe un claro y mutuo permiso de hacerse bromas subidas de tono contrasta con situaciones en las que alguien comienza a hacer comentarios ácidos sin que el otro haya dicho que le parece bien.

Dicho contexto es el que verdaderamente incomoda. Generalmente, afirma Gómez, las palabras hirientes van acompañadas de un declarado afán de simplemente "estar jugando" o "no decir las cosas en serio".

Esto al final no importa: el daño ya está hecho.

"Por simple empatía debemos evitar comentarios así", añade la psicoterapeuta Mendiola. "Porque no podemos saber lo que le duele a la otra persona, o cuál puede ser el efecto que tus palabras tienen.

"Hablando particularmente de las bromas que tienen que ver con el físico o las enfermedades sufridas por alguien, existe la tendencia de aparentar que no duelen, que no pasa nada.

Pero la realidad es que cuando estás en una condición así siempre tienes un pie en el abismo en términos emocionales".

Bajo este entendido, indica, cualquier expresión hecha sin sensibilidad podría tener consecuencias negativas en el sentido de que lastima la autoestima o el amor propio.

¿QUÉ HACER?

Las especialistas dividen sus recomendaciones en dos categorías:

- ¿Qué hacer si alguien hace una broma hiriente sobre ti?

En primer lugar, es importante no caer en la violencia (llámese golpes o gritos), que seguramente llevará a una escalada de la situación, apunta Gómez.

No obstante, esto tampoco significa quedarse callado ante el hecho.

"Las personas que reciben la burla necesitan animarse a hablar. Las palabras pueden ser: 'entiendo que te gusta hacer estas bromas, pero a mí no me agradan y me molestan'.

"'Te pido por favor que me respetes, así como yo te voy a respetar a ti, para que tratemos de llevar en armonía esta convivencia'. Si te das cuenta, no se trata de reclamar, sino de afirmar que no te agrada".

Es vital, añade la especialista de la UDEM, que si el autor de la broma hiriente continúa con su comportamiento, notifiques a los superiores, ya sea al departamento de Recursos Humanos (en el caso de una empresa) o a los docentes (si el caso sucede en una institución escolar).

- ¿Qué hacer como padre de familia?

La acción de mamá y papá es esencial porque contribuirá a que las nuevas generaciones no normalicen las bromas hirientes, asevera la especialista Mendiola.

Los niños, asevera, observan todo.

"Yo le digo a los padres: no se preocupen si sienten que sus hijos no los escuchan, porque los están viendo.

"Si los hijos ven que sus papás dicen cosas hirientes a las personas, que critican los físicos, las enfermedades o el nivel socioeconómico de los otros, van a incorporarlo a sus sistemas de creencias como lo normal".

Aparte de cuidar los comportamientos, señala, también es importante que observen los contenidos de los medios. Tanto las redes sociales como la programación de la televisión están repletos de chistes que cruzan la línea.

Mendiola incluso brinda un ejemplo conocido por todos: ¿quién no reía a carcajadas con El Chavo del 8?, pregunta.

Sin embargo, al analizar con detenimiento el programa, cualquiera puede ver que los chistes son a costa de los cachetes de Quico, la estatura del profesor Jirafales, la obesidad de Ñoño o la pobreza del Chavo, y de los golpes que se dan algunos personajes.

"Ahora las bromas están más subidas de tono", dice. "Mi invitación es que platiquen con sus hijos, que les digan que esos chistes suceden en las comedias, donde los recipiendarios de las burlas son actores".

En la vida real, afirma, cruzar la línea de la broma sana para golpear emocionalmente al otro con una burla hiriente sólo muestra rasgos de una personalidad agresiva, insensible y no empático.

 

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