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Artritis reumatoide, del mito a lo real

"Si no se recibe tratamiento, un 50 por ciento de los pacientes tiene una discapacidad a los cinco años", advierte un médico. Foto: Cortesía IMSS
Autoinmune, crónica degenerativa e incurable. El impacto de tales palabras ante un diagnóstico de artritis reumatoide pareciera sugerir, una condena a la discapacidad.
domingo, 9 de enero de 2022
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Agencia Reforma

Cd. de México (09 enero 2022).- Autoinmune, crónica degenerativa e incurable. El impacto de tales palabras ante un diagnóstico de artritis reumatoide pareciera sugerir, cuando menos, una condena a la discapacidad.

Lo cierto es que, al día de hoy, con el avance en el tratamiento para este mal sistémico -con afectación en varios órganos y sistemas- caracterizado por la inflamación persistente de las articulaciones y su progresiva destrucción, el desenlace puede ser mucho más favorable.

"Hay que olvidar ese mito de que todas las personas (con artritis reumatoide) llegan a requerir sillas de ruedas o muletas. Eso es un mito", remarca en entrevista telefónica la doctora Diana Flores Alvarado, especialista en medicina interna y reumatología.

"O sea, ¿puede pasar? Sí, solamente en aquellas personas que no sigan su tratamiento de manera adecuada", acota. "Pero, habitualmente, la gran mayoría de las personas responden bien a su tratamiento".

En este caso, al igual que en muchas otras enfermedades, la clave está en establecer un diagnóstico temprano para una atención igualmente pronta que permita a los pacientes evitar distintos grados de deformidad e incapacidad funcional.

"Una persona que tiene un retraso en el diagnóstico de artritis reumatoide definitivamente tiene una discapacidad importante. Si no se recibe tratamiento, un 50 por ciento de los pacientes tiene una discapacidad a los cinco años", advierte Flores Alvarado.

A decir suyo, el pronóstico para quien padece esta enfermedad y no recibe tratamiento es similar al de alguien con enfermedad coronaria de tres vasos o linfoma.

"Definitivamente, tiene ese mismo pronóstico".

"La expectativa de vida disminuye 10 años en aquellos pacientes que no han sido tratados de manera adecuada", subraya.

De ahí que educar sobre la importancia de apegarse al tratamiento para así poder llevar una vida activa y prácticamente en normalidad sea lo primero que Flores Alvarado enliste dentro de la atención de pacientes con artritis reumatoide.

Un padecimiento que, según se estima, afecta a más de 2 millones de mexicanos -de los que tres de cada cuatro son mujeres en edad productiva entre los 25 y 55 años-, y del que aún no se conoce cuál es la causa específica.

Sin embargo, hay un componente genético que predispone a las personas a padecerlo, mientras que factores como el tabaquismo, la obesidad y las infecciones virales o periodontales -en la cavidad oral- lo suelen detonar.

Entre los síntomas a los cuales Flores Alvarado sugiere prestar atención está la fatiga o cansancio anormal; rigidez matinal, es decir, la incapacidad o limitación para abrir y cerrar las manos en las mañanas, por ejemplo, y el dolor en las articulaciones, sobre todo en manos, rodillas, pies y tobillos.

Esto, más el antecedente genético de un familiar con artritis reumatoide, conlleva al diagnóstico de la enfermedad y su respectiva atención, que contempla una alimentación balanceada para mantener un peso adecuado, además de ejercicio de fortalecimiento y estiramiento muscular y articular -yoga, natación, pilates, entre otros-.
En cuanto a lo farmacológico, la especialista detalla que de primera instancia se recetan medicamentos antiinflamatorios, que pueden ser esteroideos o no esteroideos, dependiendo de la situación específica de cada persona, teniendo en cuenta si hay condiciones como diabetes, hipertensión, colesterol alto, problemas del riñón o del corazón.

"Tiene que ir de la mano con los llamados fármacos modificadores de la enfermedad. Porque el antiinflamatorio es un calmante, va a quitar el dolor, pero no va a impedir que la enfermedad avance", explica Flores Alvarado.

"Entonces, tenemos que dar un fármaco modificador de la enfermedad, que son los que evitan que la enfermedad progrese, que avance, para que no destruya las articulaciones.

Los que más empleamos son el metotrexato, la sulfasalazina y la leflunomida, entre otros".

Entre estos fármacos, conocidos como sintéticos o convencionales, está también la hidroxicloroquina, que durante la pandemia de Covid-19 adquirió mucho renombre e incluso protagonizó polémicas pues varios médicos apelaron a su efecto antiinflamatorio para combatir la infección por SARS-CoV-2.

Por otra parte, desde hace algunos años existe la llamada terapia molecular o biológica, en la que se administran fármacos de última generación que inhiben la molécula que provoca el proceso inflamatorio en pacientes con marcadores de inflamación muy elevados y que no responden a los fármacos modificadores de la enfermedad sintéticos o convencionales

"Cuando tienen datos de enfermedad muy agresiva, como son múltiples articulaciones inflamadas y dolorosas, y cuando tienen nódulos reumatoides -unas tumoraciones o nodulitos sobre las articulaciones-, podemos optar por dar un fármaco modificador de la enfermedad biológico", expone la especialista.

Infliximab, una terapia antifactor de necrosis tumoral que se utiliza para tratar ocho enfermedades autoinmunes, incluido el síndrome del intestino irritable, es uno de estos medicamentos especiales.

Igual que el tocilizumab, fármaco de anticuerpos monoclonales antiinflamatorios intravenosos.

Tal como con la hidroxicloroquina, dichos fármacos fueron utilizados tanto en ensayos como en la práctica clínica cotidiana para el tratamiento del Covid-19 por su posible contribución a suprimir la llamada "tormenta de citocinas", respuesta inmunológica potencialmente letal en los enfermos a causa de la pandemia.

"Están dirigidos a bloquear estas sustancias inflamatorias, precisamente", reitera Flores Alvarado, quien además resalta que otro común denominador de los mismos es que son costosos.

"Lo ideal es que estuvieran disponibles para toda la población, pero debido a su costo en la actualidad todavía no es posible", lamenta, aunque reconoce que servicios públicos de salud, como el IMSS o el ISSSTE suelen proveerlos.

"Al paciente que sea candidato a recibirlo, definitivamente mis colegas reumatólogos se los prescriben".

Finalmente, partiendo de que si bien hay factores que no se pueden modificar para evitar el desarrollo de esta enfermedad, como la genética, Flores Alvarado insta a cuidar los que sí, como no fumar, mantener un peso adecuado con una dieta saludable y hacer ejercicio.

"Lo otro es acudir cada seis meses con el dentista", recomienda.

"Esa, básicamente, sería la forma en la que podemos prevenir la artritis reumatoide".

Y rezaga Covid-19 su atención

Del mismo modo que los pacientes con otras enfermedades, como cáncer de mama (REFORMA 10/10/2021), aquellos con artritis reumatoide de pronto vieron interrumpidos sus tratamientos durante la contingencia sanitaria a causa del SARS-CoV-2.

"Muchos de nuestros pacientes dejaron de acudir a su consulta, suspendieron su tratamiento o, simplemente, hubo quienes desafortunadamente perdieron el empleo y con ello su servicio médico, o se vieron imposibilitados hasta para comprar sus medicinas", comparte Diana Flores Alvarado, especialista en medicina interna y reumatología.

Esta falta de atención es grave, pues al tratarse de una patología destructiva, las personas que han padecido un daño articular importante pueden requerir una cirugía ortopédica correctiva.

"Esos pacientes terminan con prótesis, que es lo que tratamos de evitar", enfatiza la experta.

"Con los tratamientos, además, buscamos una mejoría en la calidad y en la esperanza de vida; que no se pierdan esos 10 años (que puede restar la falta de atención)".

Y es que, si bien la discapacidad es un asunto alarmante por sí mismo, cuando la enfermedad no está bien controlada se tiene mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares.

"Siempre lo he dicho -basado en la literatura científica, por supuesto-: las personas con artritis reumatoide no mueren de artritis reumatoide. Una persona mal controlada de la artritis muere de problemas cardiovasculares.

"Entonces, ¿qué puede pasar si suspendo mi tratamiento? Pues una recaída y volver a incrementar ese riesgo cardiovascular que había disminuido al tener bien controlada mi enfermedad", previene Flores Alvarado.

Lo ideal, continúa, es entonces mantenerse en remisión clínica, con la enfermedad controlada y un disminuído riesgo cardiovascular, de progresión y de complicaciones.

"Ojalá y pronto salgamos de esta situación para volver a retomar lo más cercano a lo que teníamos antes de la pandemia. Si algún paciente está en esas circunstancias, ojalá pronto pueda regresar a su tratamiento previo que tenía", concluye.

 

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