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Parejas milenials: replantean el juego

El amor romántico, el matrimonio para toda la vida, la monogamia y la maternidad ya no son una meta en la vida para muchos jóvenes.
jueves, 30 de septiembre de 2021
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Agencia/Reforma

El amor romántico, el matrimonio para toda la vida, la monogamia y la maternidad ya no son una meta en la vida para muchos jóvenes.

Tamara Tenenbaum, escritora, licenciada en filosofía, feminista y docente, aborda en su libro El Fin del Amor (Ariel), estos cambios culturales y sociales en las relaciones de pareja en el siglo 21.

"A partir de preguntas, traté de formar un mosaico con la evidencia que hay disponible, elementos de la historia, la filosofía, la antropología, pero sobre todo es una mirada hacia el presente y el futuro.

Yo no defiendo ni estoy en contra del amor romántico.

"Si hay una tesis (en el libro) es que nuestras relaciones afectivas, sexuales, están condicionadas históricamente y económicamente, y cuestionar esos condicionamientos es valioso", dice Tenenbaum, nacida hace 32 años en una comunidad ortodoxa judía en Buenos Aires.

La obra, revela, es también su propia historia de descubrimiento y exploración en estos temas.

Autora de poesía, novela y cuentos, Tenenbaum celebra los cambios palpables en la sociedad: cada vez es menos obligatorio tener una pareja, la base de una relación es la elección libre, y eso ya es muchísimo, porque hace no mucho tiempo había una presión social muy fuerte para estar en pareja, señala.

"Digamos que el motivo de una pareja no era solamente el amor y el deseo, sino que era la forma de hacerse adulto en nuestra cultura. Ahora, en cambio, hay otras formas de hacerse adulto, digamos que la motivación tiene que ser el deseo libre, lo cual es muy difícil.

Dicho de otro modo: por qué ponerme en pareja sino es obligatorio, ahora tiene que surgir de un deseo, y el deseo siempre es una cosa complicada".

Resalta también que hoy la base de los vínculos, y que no lo fue siempre, son los horizontes de honestidad e igualdad, algo que no importaba tanto hace 30, 40 o 50 años.

"Parejas que eran desiguales, en las cuales el marido tenía 50 amantes era más o menos aceptable. No digo que las mujeres que vivían esa vida lo disfrutaran, por lo que he conversado con algunas, al contrario, para nada, y hoy eso es inaceptable porque es desigual y deshonesto.

Así que eso es un cambio muy grande".

Más que creer menos en el matrimonio, los jóvenes ahora conocen más la debilidad y límites que tiene, comenta. Y es la gente de su edad, en casi todos los países occidentales, lo ha aprendido en carne propia: ya no es extraño que tengan padres divorciados.

"Mi mamá tiene cincuenta y pico de años, cuando yo era chica el divorcio no existía legalmente en Argentina, supongo que en México era igual, pero había parejas separadas de hecho, y era una deshonra total para la familia, hoy no es así.

Entonces, crecimos sabiendo que el matrimonio se termina y que puede salir mal".

La relación de los jóvenes con la maternidad también es abordado por Tenenbaum en su libro.

Está documentado que las mujeres tienen menos hijos o los tienen más tarde, porque, evidentemente, dice, ya no es obligatoria la maternidad.

"Y lo que me parece positivo es que eso ya no sea una tragedia. Incluso, si tengo muchas ganas lo puedo tener sola, pero quizá no tenga ganas de tenerlo sola.

Y, en otra época, ser soltera era visto como estar condenada a la infelicidad", subraya.

También hay que considerar que los cambios sociales son procesos que a veces duran 50 años, menciona.

"Por ejemplo: casarse virgen dejó de ser un valor universal y pasó a ser un valor minoritario. Eso arranca en los años 60, pero en los 80, en la época de mi mamá, muchas mujeres todavía se casaban vírgenes", ilustra.

Redes y parejas

Ligar en redes sociales es casi igual que en cualquier bar, dice Tenenbaum. Es otra variante en la que profundiza en el libro recién publicado en México, el cual será adaptado a una serie en Amazon.

"No es muy distinto Instagram a un bar: veo un chico que me gusta, empiezo a tirar señales y espero a que me responda. Tiene una dinámica quizá un poco distinta, pero en el fondo es lo mismo.

"Yo creo que a veces se sobredimensiona el impacto de las redes sociales, que ciertamente tienen un impacto", indica.

A veces la ansiedad que nos producen las redes sociales es muy parecida a la que siempre nos produjo el coqueteo, explica.

"Digamos: estoy esperando a que me contesten un mensaje. Bueno, mi abuela estaba sentada a lado del teléfono esperando que el hombre que a ella le gustaba hiciera la propuesta que ella quería.

No es lo mismo, pero tampoco es tan distinto".

Ve razonable que aparezcan las redes sociales, y sobre todo las plataformas de ligue, como Tinder, como herramientas valiosas para conocer posibles parejas.

"Ahora nos emparejamos más tarde o tenemos muchas parejas. A veces es difícil conocer a alguien, por ejemplo, a los 32 años como tengo yo, porque ya no voy a la universidad, no voy al colegio, de dónde saco gente nueva, por eso ahí me parece que son una buena opción", concluye.

 

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