REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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Levantate, no temas

“No había terminado de hablar cuando una nube luminosa vino a cubrirlos, y una voz se hizo oír desde la nube que dijo: Este es mi Hijo el Amado, en quien me complazco escuchadlo a Él”.  (Mt. 17, 5)                                                    
domingo, 28 de febrero de 2021
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Lo que nos rebela los latidos del divino corazón de Cristo Nuestro Señor; “No se turbe vuestro corazón: creed en Dios, creed también en Mí.” Su Palabra de todos conocido en su paso por el mundo tuvo una sola razón, salvar a las almas del pecado por la fe, esperanza y caridad, a este deseo vienen unidos infinidad de bienes gracias y dones, mismos que están depositados en el interior de cada uno de los que vamos pasando por esté mundo, ganar la dignidad de la promesa de salvación que quien lo desee puede obtenerla.

Toda promesa en el mundo lleva un compromiso, un estudiante le dice la Universidad, si estudias y pasas las materias, tendrás tu título; un empleado se le ofrece trabajo con una serie de condiciones a cumplir y por ello recibirá su sueldo; el padre de familia promete viaje de vacaciones, con la condición de que los hijos mejoren las calificaciones, y cumpliendo sus obligaciones; el campesino prepara la tierra para la siembra e invierte en fertilizantes y pesticidas, mano de obra y semilla como los medios esenciales para que sea fructífero lo sembrado, observemos, hubo una promesa en la que todos tienen un común denominador: confianza en que lo prometido por su esfuerzo se obtendrá, así será en los que confiaron en la institución educativa, en la empresa, en los padres y en los productos para el campo, se hizo con la confianza que ilusiona y da esperanza, correspondiendo con su entrega los diferentes protagonistas que se disponen dar se capacidad e inteligencia, sabiduría e ingenio y esfuerzo para obtener y no perder.

Innegable que se tendrá lo que se quiere, así es en todos los campos de la vida humana. Cosa muy distinta cuando de la salvación del alma se trata, tenemos un ejemplo; Hay un cable llamado de frenado de acero muy poderoso instalado en los Portaviones, sirve para desacelerar los aviones que aterrizan a velocidad, estos llevan un gancho que se llama de parada que enganchado al cable detiene el avión, es de imaginar la fuerza de ese cable que controla un frenado de alta velocidad, bien, vamos al corazón del pecador, este vive el interior del alma a una velocidad de pecado que por su intranquilidad continuamente está maquinando una mala acción creyendo no hay freno o detente que pare esa vorágine, no hay gancho que contenga la vida pecadora porque requiere un cable más potente y un gancho de parada firme y eficaz, la diferencia es que si el pecador quiere puede detenerse por sí mismo cuando de verdad quiere y desea someter su actitud obstinada y recalcitrante con una sencilla decisión: esto es al cable de Dios Nuestro Señor al arrepentirse de corazón, arrepentirse con sinceridad, arrepentirse teniendo presente que no puede ni podrá engañar a Dios, cuando con fe y confianza en Cristo Nuestro Señor de prioridad a su salvación, y entender que de seguir involucrado en las inclinaciones que ha vivido, pierde el tiempo de vida continuando, no es exageración exponerlo, bien sabemos que al pensar o querer hacer el bien al prójimo es porque Dios lo pide, pero la duda y la pereza inducen a la justificación injustificable, a mirar todo bien por hacer con desconfianza y disimulo ese miserable cable que engancha la voluntad a frenar el camino al Señor, ese cable debe ser vencido de otra forma nada se dará para su salvación, y la aceleración no se detendrá porque se eluden los bienes que vienen de Dios, porque desespera la oración, asistir a la Santa Misa que es cumplir como católico la obligación a la que estamos obligados y negarse a recibir a Cristo Nuestro Señor en la Eucaristía, gracias demos a Nuestro Señor por estar enganchados al cable de su misericordia y también demos gracias a ese gancho divino que es el corazón misericordioso de Jesucristo Nuestro Señor y al Inmaculado corazón de María, porque Dios no obliga estar enganchado pero que en conciencia sabemos que debemos permanecer enganchados a ellos, pero en realidad es aceptar cumplir como hijos nuestro deber para con Dios con los mandamientos de la Ley de Dios y de Nuestra santa Madre Iglesia.

Es entender en ellos la palabra del Señor; “Levántate y no temas”.

Ante la negligencia el Señor espera paciente, no dejará de dar los medios, sin importar si lo solicita o no el pecador caído, Él ve que son necesarios y los da para que reconsidere su postura insensible.

Vivir en el error es caída, es confusión, es temor, es aberración, es causa de los resbalones en la vida que todos sabemos son dolorosos y cuesta trabajo levantarse.

El ser humano es inconforme en lo que hace, es más cuando de la salvación del alma se refiere, ahí detiene todo, se dan razones que no tienen justificación por la falta de fe y confianza en Cristo Nuestro Señor, ¿Por qué es difícil creer que siendo fiel es tener esperanza en Dios Nuestro Señor? No es difícil, los seres humanos hacemos difícil lo que es fácil, ¡Sí! Cuando conviene, pero cuando se requiere cerrar las puertas a lo que no es conveniente, se entra a una lucha interior: “quiero lo fácil” se va contra la conciencia y la voluntad, a pesar de que ambas están diseñadas para bien del alma, el impulso de la tentación vence la fragilidad, es incomprensible que en vez de darse a Él, Él se da a nosotros, se da para que profundicemos en su Sagrado Corazón.

La fe hoy perdida, como perdida la confianza en Él, tiene semejanza con el mundo de este siglo XXI a la muchedumbre que seguía a Jesucristo Nuestro Señor, solo para verlo realizar sus prodigiosos milagros sin entender que solo Dios puede hacer se admiraban y escandalizan, pero no creían en su divinidad, por ello dijo; “Entonces se puso a maldecir a las ciudades donde había hecho el mayor número de milagros, porque no se habían arrepentido.” Vamos a Jesucristo Nuestro Señor cuando pregunta Tomas; “Señor no sabemos adónde vas, ¿cómo pues, sabremos el camino?” La respuesta fue no solo a los discípulos sino a la humanidad de todos los tiempos, de ella se desprende la muestra de confianza que pide y necesitamos tener, porque viene de su misericordia, se debiera grabar al interior del alma y corazón el consuelo y esperanza en su confianza; “Jesús replico: Soy Yo el camino, y la verdad, y la vida, nadie va al Padre, sino por Mí”.

Confirma para comprensión en toda persona; tener confianza en Cristo Nuestro Señor, abrir el corazón a que sea la morada que desea al alcanzar el nivel de creer en su divinidad.

Quede claro al ser humano creado por Dios, el Padre es la meta a obtener, y el medio su Hijo Jesús quien es camino de verdad y de vida.

La doctrina de Jesucristo Nuestro Señor se resumir en levantarse de las caídas en desgracia espiritual y no temer levantarse de ellas. Todo mal tiene como punto de inicio haber desechado un bien, la conducta será maligna porque en su principio se desechó el bien que no se intento detener, avanzando en el mal se llegó al momento en que agobia tanta maldad, que no hay paz ni tranquilidad, hay impaciencia, enemistad, hostilidad y pugnas, ello es la cansa aunque se diga lo contrario, así cuando la tempestad de los males del mundo causados por si mismo asedian sin descanso y no se encuentra solución, no se pide a Dios su ayuda y si decide hacerlo se lo exige como si fuera culpable de lo que padece, se le reclama solución al instante como si estuviera obligado, sin arrepentirse en lo que es consecuencia de un acto malo, lo demanda protestando porque no le ha ayudado, todo ese reclamo son gritos al vació, el Señor deja paciente toda injuria a la reconsideración del error en el pecador, llegará el momento en que recapacitará la gravedad en que se está hundido, llegará el instante en que la palabra de Jesucristo Nuestro Señor estará al oído del agobiado y penetrara en su corazón la esperanza de tiempos de cambio en la vida espiritual, moral, familiar como ha sido en muchos arrepentidos su palabra esperanza de arrepentimiento, porque su palabra es misericordia, su palabra amorosa, su palabra benignísima, entonces se pregunta a esa humanidad incrédula, a la agobiada de los males del alma y del cuerpo, ¿Qué más desean de Dios Nuestro Señor para ir a Él a pedir perdón?”

Cuando veamos a Jesucristo Nuestro Señor en las humillaciones de su pasión, crucifixión y muerte, venga a la memoria la grandeza que conocemos en su Transfiguración.

La Epístola de Pedro reza; “Como testigos oculares que fuimos de su majestad. Pues Él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando de la Gloria majestuosísima le fue enviada aquella voz: Este es mí Hijo amado en quien Yo me complazco; y está voz enviada del cielo la oímos nosotros estando con Él en el monte santo”.

San Pedro Apóstol instruye con su sabiduría a quienes profundicen en este hecho glorioso. Adelantando, que, así como Pedro, Santiago y Juan vieron al Señor glorioso, así vendrá al final de los tiempos.

Ahondando en el hecho Evangélico de la Transfiguración del Señor arribamos al momento considerado punto principal de la vida pública de Jesucristo Nuestro Señor, después de este acontecimiento sus prodigiosos milagros son pocos, se cuentan seis hasta su pasión, la predicación menos continua, su voz clamorosa, más íntimo y afectuoso e inseparable de sus discípulos, menciona más ocasiones su muerte.

La Transfiguración del Señor es un hecho glorioso, en el se revela que ha llegado el momento de su pasión lo hizo conocer a sus discípulos.

Reza el Evangelio; “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan su hermano, y los llevó aparte, sobre un alto monte”.

“Y se transfiguró delante de ellos; resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz”. Ha llevado el Señor a los discípulos a su Resurrección, Pedro será el príncipe de la Iglesia por Él fundada llevará las llaves de ella; Santiago, primer mártir del Colegio Apostólico y Juan el Apóstol Virgen, preferidos del Señor están con Él en la resurrección de la hija de Jairo, la oración del huerto y en la Transfiguración del Señor.

Para comprensión de este glorioso momento el Señor da conocer a sus discípulos como vive en la gloria, se muestra transfigurado primero el solo a los ojos de ellos para fortalecer la fe en Él, ya que a su tiempo verán como padecerá su Señor en su pasión y muerte, que para sus discípulos será una pena agobiante por lo que en diversas formas los preparó a su pasión viendo que a ese momento todavía una fe débil.

La invitación del Señor fue ir a orar, nada preguntaron porque tenían confianza en Él, como había sido en ocasiones lo que les era familiar e iban con gusto con su Maestro.

La noche totalmente oscura que levantando su mano no la veían porque la negrura de la noche era cerrada, así fue para que fuera mas relevante lo que Jesucristo Nuestro Señor les mostrara, y así fue, pronto empezaron aparecer luces alrededor de su Maestro cada vez más intensas hasta mostrarse con claridad brillante y luminosa, en su presencia el Señor se transformó, así lo vieron en esta primera ocasión, fue tan clara que no quedo duda en ellos ver al Señor radiante y refulgente, están admirando un cuadro de hermosura, reza el evangelista lo sucedido; “Y he ahí que se les aparecieron Moisés y Elías, que hablaban con Él”, ¿Cómo supieron que eran Moisés y Elías si nunca los habían visto? No percibieron que los identifican por el Espíritu Santo que obro en ellos este conocimiento.

Ver al Señor con dos personajes conmovieron las entrañas de los discípulos, los embarga la alegría y gozo viéndolos hablar y escuchar sus voces, realzadas y brillantes sus vestiduras, algo inusitado en ellos motivo un impulso impetuoso que era retener, reza el Evangelio; “Entonces Pedro hablo y dijo a Jesús; Señor es que nos quedemos aquí.

Sí quieres, levantare aquí tres tiendas, una para Ti, una para Moisés y otra para Elías”. De ellos Moisés representa la ley que preparó al pueblo de Dios para la venida de su Maestro; Elías representante de los profetas, guardián de la gloria de Dios, en está conferencia celestial escuchan y entienden la salida de Jesucristo Nuestro Señor del mundo.

Estando Pedro pronunciando sus palabras vino sobre ellos la nube que los envolvió y quedaron paralizados, prosternados poniendo su cara pegada al suelo, ante el gozo de ver a los tres, vino la turbación debido al miedo; “No había terminado de hablar cuando una nube luminosa vino a cubrirlos, y una voz se hizo oír desde la nube que dijo: Este es mi Hijo el Amado, en quien me complazco escuchadlo a Él.

Y los discípulos, al oírla, se prosternaron, rostro en tierra, poseídos de un temor grande”. La gloria de Dios manifiesta su presencia por la brillantes y claridad de la nube que cubrió a los discípulos, no viendo ya mas a los tres personajes, quedan asustados e impresionados, y del seno de la nube surge la voz del Padre que confirma la confesión de Pedro, mandato divino que exhorta a creer y tener fe en su Hijo que es para Él: “Mi Hijo el Amado” reafirmando su disposición pide; “Escuchadlo a él”.

Palabra que para los discípulos es reafirmarse en la palabra de su Maestro, y los siglos no dudar de la divinidad del Hijo de Dios, atender su palabra, mandamiento, doctrina y evangelio, pero los tiempos avanzan y la humanidad si bien conoce y escucha.

todo lo ve lejano vive en las cosas que tiene al su momento y cree en ellas, alejándose del mandato divino se excluye a voluntad postergando la necesidad espiritual para bien del alma pecadora.

Buscando tener una explicación que fortalezca la fe, la voz del Padre da entender primero la presencia de Dios, un reconocimiento a no dudar del Hijo a sus discípulos, segundo apreciemos la historia religiosa de la humanidad consagrada por Dios; es la ley de las humillaciones y del dolor para llegar a la gloria.

Son tocados por su Maestro con palabras confortantes y amorosas; “Mas Jesús se aproximó a ellos, los tocó y les dijo; Levantaos; no tengáis miedo.

Y ellos, alzando los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo”. Acontecimiento glorioso quedó grabado en el alma y corazón de los discípulos, pasada la muerte del Señor lo exponían con claridad y detalle lo que vivieron y entendieron la razón de ello.

“Y cuando bajaban de la montaña, les mandó Jesús diciendo: No habléis a nadie de está visión, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos” Mandato que obedecieron los discípulos, quisa a solas entre ellos hablaron, es importante considerar que cuando Jesucristo Nuestro Señor les hablo a todos sobre cómo sería entregado a sus enemigos y la forma en que habría de morir, fue tan doloroso que no creían, para ellos fue una tormenta borrascosa aceptar que su Maestro padeciera injustamente, a pesar de ver los discípulos todavía a ese momento, Pedro, Santiago y Juan padecen, pero guardaron silencio la Transfiguración del Señor que vivieron los discípulos que fueron con el Señor al monte es muy posible y sin dudar que el Espíritu Santo intervino para que se cumpliese el mandato del Hijo de Dios, pues divulgarlo habría originado un escándalo en la Cruz y prejuicios del pueblo como de los enemigos del Señor después de tanta gloria desmereciendo su obra.

Se vino a dar conocimiento como pidió su Maestro hasta después de su Resurrección, consumada la obra de redención y fundada la Iglesia.

Ante la esplendorosa obra de Dios que tenia por razón dar a conocer la gloria de su Hijo, nosotros miserables pecadores ¿Qué podemos hacer para ser partícipes de la obra divina?, Obrar bien y evitar el mal; ayuno y penitencia; alegría, oración y frecuencia de sacramentos; perseverar en las obras de fe, esperanza y el desprendimiento sincero por la caridad de Jesucristo Nuestro Señor; “Hijo mío, levántate y no temas.

hefelira@yahoo.com

 

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