REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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DIOS DE DIOS, LUZ DE LUZ

“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de la buena voluntad” (Lc 2, 14)
sábado, 26 de diciembre de 2020
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Vemos y oímos lo que nos conviene, pero aquello que es de principal necesidad lo vemos y escuchamos pero no nos detenemos en comprender y asimilar la razón de fondo porque ello causa pereza mental y física: “eso de ponerme a pensar, que flojera” prefiriendo especular o conformase con lo que se imagina de lo que otros dicen o lo oído de pasada o leyendo rápido solo para que se diga que si leí pero en verdad no se entendió, porque nada se ahondo, es como ver la corteza de un árbol y afirmar que está en buenas condiciones porque lo vemos vigoroso con follaje, pero nunca pensamos que está desbaratándose por dentro, por lo que nos deja sorprendidos verlo tirado al suelo desbaratado por la plaga que lo ha devorado.

Se nos da a conocer el bien por excelencia al que no ponemos atención, releemos entre líneas la palabra de Dios Nuestro Señor en los santos Evangelios sin profundizar la enseñanza que a diario está a nuestro al alcance, sin vislumbrar que la prevención viene de Dios para evitar que caminemos ciegos por este mundo en el que vamos de paso.

Dios Nuestro Señor vino al mundo en el pesebre de Belén, ello significa que vino a cada alma y a cada corazón a dar y entregar el amor que de su corazón brota para encender como Luz que iluminará las sombras en que son envueltas las almas por las tinieblas de la idolatría y el paganismo de cada siglo que se muestra ser la tenaza del demonio por el que oprime las almas hasta ahogarlas, nada de ello es una exageración, sabemos nuestra realidad porque en bastantes ocasiones hemos vivido en carne propia esta situación, y al reflexionar los hechos de nuestros actos sabemos lo que se hizo y no debió hacerse.

La Luz que viene de Dios Nuestro Señor ahuyentará y vencerá esas tinieblas que merodean las almas a perderlas convirtiendo al ser humano en un incrédulo recalcitrante, pertinaz y obstinado no solo en lo que se refiere a la salvación del alma, sino en todos los órdenes de su vida, la soberbia maligna es la que hace que sea difícil ver y reconocer el error de carecer la fe en Jesucristo Nuestro Señor impide obtener la gracia que será gozo valora que Dios vino al mundo como Luz que iluminará siempre su corazón, Luz que viene a cada alma por su infinita misericordia, San Juan ilustra a reconocer la luz del faro que guiará a la salvación, porque como náufragos en la tempestad del mundo no vislumbramos esperanza de salvación;” En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Y para que no se considere su palabra una expresión pasajera Dios Nuestro Señor reafirma ser la Luz de Luz; “Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo” Así manifestó a su pueblo y a los siglos su divinidad y por ella veamos convencidos y gozos su primordial esperanza de salvación, siendo Dios Creador de todas las almas conoce que vivimos en constante asecho de pecado y será por la fe, la esperanza y la caridad la Luz que ilumine el corazón; “Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas” La realidad que hoy vive nuestro mundo es la preferencia inexplicable de vivir en tinieblas.

¿Qué ha pasado para desear vivir en tinieblas? ¿Por qué ese deseo inaudito de vivir en sombras, de vivir ciegos y sordos, aferrados al mal? Miremos y razonemos donde encontrar la respuesta:” Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” Porque la Luz de Cristo Nuestro Señor es para todo hijo de Dios vida de salvación, lo expuso el Señor al pueblo de Israel al que vino a salvar del pecado, a la vez extendió su palabra a los siglos, por lo que entendemos, el Señor se refirió al tiempo que permaneció en él y no fue escuchado sino rechazado, también se refiere a cada siglo donde el tiempo de su presencia está constante en el mundo, las naciones y la ciudades como en cada alma desde que nace hasta que muere, si se fue fiel al Señor es porque se caminó siguiendo su Luz de Luz, de lo contrario el camino será en las sombras de las tinieblas; “Poco tiempo está aún la luz, caminad, no sea que las tinieblas os sorprendan: el que camina en tinieblas, no sabe adónde va.

Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para volveros hijos de la luz”.
Conclusión, Jesucristo Nuestro Señor es la Luz que invita a obrar mientras este entre las almas que viven su paso por el mundo, comprendiendo, la presencia del Señor es en todo corazón el único medio de salvación.

A través de nuestra existencia reconocer que Jesucristo Nuestro Señor es la Luz que ilumina el camino de nuestra existencia terrena permanece a nuestro lado sin separarse de las almas porque cada una y todas están a su vista, espera el momento de iluminar alma y corazón cuando el arrepentimiento sincero brote el fulgor que deja atrás las tinieblas apartando las sombras temerosas de la tentación mientras hay vida hay esperanza de salvación.

Cristo Nuestro Señor es Luz que aparta las tinieblas del pecador retornará perseverando en Dios de Dios.
Es gozo la Luz de Luz que embarga las almas a conmoverse en su claridad y verdad, San Agustín enseña que la venida del Niño Jesús, Verbo de Dios Encarnado en el seno de María su Madre debe ser esclarecido en el entendimiento del cristiano católico y el punto de partida es creer de palabra, obra y pensamiento en la divinidad de Cristo Nuestro Señor, leamos con atención;” Con razón nos enardecemos con la voz del salmo, como si fuera una trompeta celeste.

En él oímos: “Cantad al Señor un cántico nuevo; cantad al Señor, tierra entera; cantad al Señor y bendecid su nombre” Reconozcamos, pues, y anunciemos al Día de Día que nació en carne en este día.

Dia Hijo nacido del Día Padre, Dios de Dios, Luz de Luz. Él es la salvación de la que se dice en otro lugar; “Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros, para que conozcamos en la tierra tu camino y en todos los pueblos tu salvación”.

Primero dijo: en la tierra; luego repitió: tu salvación. Dijo el mismo Señor: “Yo soy el camino”. Bella y profunda meditación que invita a ahondar el día más grande que ha tenido la humanidad después de la creación.

Los coros celestiales proclaman al Niño Jesús en Belén de Juda a la vista de los pastores la clase más despreciada de Israel, los betlemitas y visitantes nada percibieron, para ellos fue un día que amanece corre y termina.

El Doctor de la Iglesia reconoce ser Día de Día, porque en un establo a las afueras de la población betlemita resplandeció la Luz de Luz, Día que nació en carne el Salvador del mundo, ¿Qué podemos expresar? Glorificar la obra más perfecta de Dios, el nacimiento del Niño Jesús de una Virgen es el más alto grado de bondad y perfección concedido a la humanidad de todos los siglos para su salvación, su divinidad y excelencia no admite comentario ni relajación, sino agradecimiento al único medio de refugio y amparo para toda alma que aspire a la consecución de la gloria eterna.

San Agustín especifica que en ese divino Día el Verbo encarnado es nacido del Día que el Padre dispuso su divino deseo, mandato y voluntad: Dios de Dios, Luz de Luz, suplicamos su bendición y su Luz ilumine nuestro rostro a reconocer el sublime camino, verdad y vida.

Destacando espiritualmente el bien que todo hijo de Dios debe tener presente cada Navidad. Nuestra San Madre Iglesia vive con gozo celebrar con júbilo el nacimiento del Niño Jesús, el Cristo Hijo de Dios hecho hombre.
Bueno es preguntarnos de ese posadero o personas que negaron recibir a la Sagrada familia, es muy posible como son las cosas humanas podían haber dado lugar, mas como era momento de recibir gente con plata al que la tenía era bien recibido, pero José no la tenía, pero llegó el momento a esos posaderos al final de su vida, pensemos, ¿Cómo serían recibidos por la justicia divina? ¿Qué contestar al escuchar la pregunta: por qué no me recibiste cuando te pedí posada cuando los dolores de parto en mi Madre cerraste la puerta a quien hoy es Reina del cielo, negaste a mi Padre nutricio el favor que pidió? ¿Qué dices posadero? Preferiste la plata a dar caridad a unos pobres en situación difícil.

A esos posaderos se les haría un nudo en la garganta al instante que en su mente vino la escena que los recordó cuando negaron dar alojamiento a la sagrada familia.

Esto mismo será en nosotros cuando se nos pregunte porque negamos la presencia de Dios Nuestro Señor en el alma por el Sacramento de la Eucaristía, la asistencia a la santa misa, la oración, la caridad al prójimo, ¿Que diremos?
La carga del mundo no escapa de su corazón por los sacrilegios contra la Santa Iglesia, a su tiempo su justicia divina ya obro y obrará cada siglo en los que se disfrazan con piel de oveja escondiendo la maldad que en su corazón está el instinto sanguinario del lobo asesino de las ovejas fieles, ve que las guerras no son para edificar la justicia y el bien de las almas, ve jugosos negocios e intereses, venganzas, crímenes, y sobre todo muertes de inocentes que nada tienen que ver con esas mezquindades; ve que el ser humano pierde a través de los tiempos a pesar de ser consciente de estar alejado de Dios su corazón carece La luz de la fe.

En este siglo es una nada en la inmensa mayoría, esto y más son causa de sus divinas lágrimas en el pesebre de la cueva de Belén, María su Madre limpia sus divinos ojos con ternura y ella también llora porque conoce la razón de sus lágrimas.
Entramos al acontecimiento que cambio la humanidad pagana de ese tiempo y de los siglos futuros.

En palabras sencillas San Lucas expone el acontecimiento. Fue en la ciudad Belén la “casa del pan” donde nacerá el Redentor, el Mesías esperado de Israel;” Ahora bien, mientras estaban allí, llegó para ella (María) el tiempo del alumbramiento” Llega el tiempo del parto, y están a kilómetros de distancia de Nazaret su hogar donde los parientes y conocidos podrían ayudarlos, ahora están solos, en la ciudad de Belén no son conocidos a pesar de su estirpe real, mientras los dolores en María son más continuos, la angustia en José no es para menos.

¿Cómo encontrar un lugar donde en forma tranquila naciera el Niño? Dios lo tiene definido desde antes de la creación, los esposos: María y José pobres, necesitados y carentes de lo más elemental, caminan en pleno invierno por las calles de Belén sin encontrar una alma compadecida, en todo lugar al que acuden los posaderos les cierran las puertas, rechazados a pesar de ver la situación de María su esposa se niega el aposento: “No hay lugar, todo está ocupado” Caminan por las calles de Belén y el dolor de María machaca el corazón de José, va de un lugar a otro y no hay respuesta, desamparados de los hombres, amparados por Dios que todo lo tiene previsto.

José inspirado por el Espíritu Santo toma camino a las afueras de Belén, busca entre los farallones de los montes, y encuentran una gruta penetra a ella con un mechón con el que se alumbra descubriendo un buey, un pesebre y en medio una piedra puesta como mesa, para evitar el frio en María sin bajarla de la cabalgadura la pasa a la cueva y le ayuda a bajar.
El corazón de José guarda silencio para no preocupar a su esposa en sus angustiosos dolores de parto dirige su oración a Dios; “Señor, María tu Hija y esposa mía, recibirá a tu divino hijo en lugar tan desolado, ayúdame a que sea para su Madre y para el niño paz y tranquilidad en su corazón cómo gozo en ambos recibirlo, mi deseo es lo que Tú dispongas Mí Señor para salir adelante en tu obra, pues María y yo lo recibimos de corazón “María ofrece los dolores del parto a Dios por la obra a cumplir de su divino Hijo, padeciendo por las almas pecadoras que ha venido a salvar.

Los ofrecimientos de María y José ¡Muchos! Pero es su resignación en que depositan su fe y confianza en Dios, y Dios es puntual a su cita cumpliendo sus padres el mandato divino: pondrán por nombre Jesús.


“Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la hostería” Concibió sin participación de varón, Hijo primogénito y unigénito, porque Jesús no tuvo hermanos.

Dio la Virgen María a luz al Rey de la gloria sin dolor, la está exenta de pecado original no debía estar sujeta a la maldición que Dios fulmino contra Adán y Eva que en el paraíso la sentencio; “Parirás con dolor” María dio a luz al Rey de la gloria en pobreza y humildad, sin comodidad o esplendor de los reyes, dio a luz en la soledad de una cueva al Rey de reyes, dice el evangelista; “Y parió a su hijo primogénito y lo envolvió en pañales” Dice de ello San Agustín; “Fue Él infantillo para que pudieses ser Tú hombre perfecto; envuelto en pañales, para que fueses libre de los lasos de la muerte; Él en el pesebre, a fin de que llegases Tú a los altares; en la tierra Él, para que estuvieses Tú en los cielos; no encontró lugar en el mesón, para que le tuvieras Tú en la eterna mansión” Y en todos los siglos el cristiano católico no cesa de alabarle; “Duerme y no llores, mi dulce amor.

Si por mi lloras, Jesús amado, por mis pecados e ingratitud” Continua el evangelista; “Y lo recostó en un pesebre” ¿Qué entendemos de su pobreza? Un rey, o pudiente no permitirá a su hijo o nieto sea a los minutos de nacer puesto en un pesebre, o lugar semejante, quiere lo mejor para el recién nacido, elogios de si es varón o hembra, regocijarse el padre y la madre en un ambiente de gusto, pero el Niño Jesús nos enseña el camino de salvación: ser humildes de corazón y pobres para contener la vanidad y ostentación de la soberbia maligna y los pecados capitales.

En esta pobreza inicia Jesucristo Nuestro Señor la obra de salvación en miles de almas, de igual forma es el lugar donde en esa humildad el cristiano católico podrá llegar a la perfección si lo desea, porque para todos está el camino de salvación eterna.
Esta noche es tuya y del Niño Jesús, acércate al pesebre donde te espera amoroso el Rey de Reyes y Señor de Señores, cierra tus ojos y en la oscuridad de ellos busca al Niño Jesús que acabas de ver en el pesebre, y en esa intimidad aflore de tu corazón un murmullo que solamente tu conoces en el expresa tu fe y amor a Dios Niño, y dirás; “Tus lágrimas las guardo en mi corazón, para amarte mas no solo de palabra, sino de obra y pensamiento” el consuelo vendrá a tu corazón y en tu mente eleves el canto; “Niño, Duerme y no llores, que esas tus lágrimas parten el alma, de compasión” Porque el mundo te reconoce Luz de Luz, Dios de Dios.
hefelira@yahoo.com



 

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