REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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¿VIVE TU CORAZÓN ACORDE AL DE SANTA MARÍA DE GUADALUPE?

“Acaso no estoy Yo aquí que soy tu Madre”
domingo, 13 de diciembre de 2020
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Porque en el de Nuestra Madre Santa María de Guadalupe, ¡Vivirá siempre el nuestro! ¿Qué ha significado este reconocimiento en el sentimiento del cristiano católico de México y Latinoamérica? La fe y el amor responde: “Porque Tú Señora mía eres la Reina de México y Emperatriz de América; Tú eres la Santa Madre de Dios; eres María, de la cual nació Jesús; eres Madre del Verbo encarnado; eres la Madre que estuviste al pie de la cruz ante Cristo Nuestro Señor tu Santísimo Hijo; Corredentora y Mediadora de todas las gracias; Madre del Cuerpo místico; Madre Universal, modelo de la Iglesia; nuevo paraíso, la llena de gracia, la redimida con redención perfecta; Reina del cielo y de la tierra y de todo lo demás que de ella pueda decirse, porque en tu reino de México has estado y estarás presente en nuestras luchas, catástrofes de la naturaleza que originan penas, agobios y angustias has confortado el alma de México”.

Todo lo que se ha expresado pese a quien le pese, diga lo que se diga y tristemente se niegue o lastimosamente sea alejada del corazón, al final el incrédulo reconocerá que esta claridad es verdad revelada por Dios Nuestro Señor en la Sagrada Escritura.
Esto y más son las grandes glorias de María, razón por el que Ella no de deja de persistir para ser perdurable en todas las almas y corazones, siendo María Madre de todos los hijos creados por Dios a ellos se debe, y de donde surge la distinción inmerecida para el pueblo mexicano que expresó el 25 de mayo 1754 el Papa Benedicto XIV al confirmar el Patronato de la Virgen de Guadalupe sobre la Nueva España, promulgó, una Bula que aprobó a la Virgen de Guadalupe como Patrona de México, concediéndole misa y oficio propios, y no quedando las cosas aquí el mismo Pontífice refiriéndose al favor concedido por María Madre de Dios a México afirmó: “Non fecit taliter omni nationi” “No lo ha hecho con ninguna otra nación”.

Por eso desde el Tepeyac su corazón palpitante de Madre amorosa clama a mayor fe en su Santísimo Hijo Jesús, impartiendo la primera lección de su obra evangelizadora; “Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que Yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive; del Creador cabe (cerca de) quien está todo; Señor del cielo y de la tierra” ¿Y lo entendemos? ¿Damos el valor espiritual al llamado de la Madre de Dios? La realidad es todo lo contrario, se ha dejado que el polvo del tiempo a consecuencia de los males del mundo y de México puedan más que levantar la vista y con humildad pedir, a la Madre Dios; “Sin ti nada podemos hacer, “El paganismo que hoy se asemeja al que vivía nuestro pueblo en Tenochtitlan no se adoran ídolos de barro, se adora la droga, el alcohol, la perversión, el adulterio, el dinero, el celular, la televisión, el auto nuevo, el bienestar y placer, eso es y más por las cosas materiales a lo que hoy se le rinde culto en exageración, ¿Quién puede decir lo contrario? Al que le incomoda y carece de escrúpulos dirá, ¡A ti que! ¡Eso quiero y a eso me entrego! ¡Lo demás no me importa! Se responde; ¡Mejor calla! Ha hablado la soberbia maligna, a mí como persona no afecta, más bien la soberbia maligna afecta para llevar al atrevimiento de poner la mano pecadora en la bendita boca a Santa María de Guadalupe así corresponde el pueblo que vino a evangelizar, pero al deseo y propósito de la Madre de Dios se pregunta; ¿Quién puede contradecirla? Antes de hablar bueno será verse a sí mismo, examinarse y corregirse hoy que es tiempo y sin justificarse.

Así como la incredulidad aleja las almas de Dios Nuestro Señor, desgraciadamente esa incredulidad ha hecho que la tabla de salvación para el mundo y especial a México se la lleve el vaivén agitado causado por la tempestad borrascosa en que estamos sumidos, y no preocupe que para salir a flote es con su ayuda, porque sí creemos hacerlo por propia fuerza, es indisposición del “Yo” porque sola vendrá la nula fe que hoy se refleja en la vida de México en todos los ámbitos espirituales, morales, familiares, de leyes, de controversias sacrílegas, perversiones que sumen al ser humano en la depravación deshonesta, deslealtad, infidelidad, servilismo, mezquindad e indignidad y repudio a todo lo celestial; se desprecia la vida y se arrebata sin escrúpulos quien lo hace se asemeja al falso dios y falso cristo porque dispone de ella, esclaviza la vida del prójimo, y cuanta aberración vive el México de hoy es conforme a la disolución de todo principio de orden espiritual o moral.
¿Por qué es así? Cristo Nuestro Señor profetizó: “Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿Hallará por ventura fe sobre la tierra?” La realidad es que cuando el ser humano se aleja de Dios y de su Santísima madre pierde noción de su realidad y camina como previene el Señor; “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo?” Viendo las cosas con verdad y realidad, estamos en el hoyo profundo de nuestras negligencias, semejante a lo profetizado por Cristo Nuestro Señor sucede en el mundo y también en México, la incredulidad se ha enseñoreado en todos los órdenes de la vida del mexicano, por eso vivimos y tenemos las desgracias que nos merecemos, por esa ceguera que no deja ver que nosotros mismos nos hemos sometido al error en que estamos, entendamos pareciera castigo no ver el error, pero en realidad es nuestro castigo: no ver, no oír para vivir engañados, por favor recapacitemos, el castigo es no poder ver la realidad y razonar, entre más atrae la mentira que se dice verdad, México es más pobre de espíritu, engañado e ilusionado en la falsedad vana de la incredulidad vive el desapego a Santa María de Guadalupe, está es nuestra problemática, ¡Vaya forma de ofender!
¿Dónde quedó el fervor de la oración y devoción que inclinara al cristiano católico al amor y fidelidad a su Madre la Guadalupana? Perdido.

A pesar que el mexicano se cierre, niegue y haga oídos sordos para huir del amoroso corazón maternal de Santa María de Guadalupe, siempre escuchará lo que nunca Ella ha cesado en animarnos; “Hijo mío el más pequeño, ¿a dónde vas?” ¿Qué clase de hijo eres que cuando Nuestra Madre del cielo vino a este México a vencer los males del alma dirigidos a tu corazón y a todos los que han pasado por esta Nación, pretendes inútilmente esconderte de la que ve a todos lados, ¿Entonces por qué continuas en tu incredulidad a la que cada vez más te arraigas? ¿Te molesta por qué te pregunta “A dónde vas?” La voz de Nuestra Madre aprieta, pero no ahoga, y si sacude misericordiosa profundamente el alma.

Cuando la persona carece de fe, vive en un vacío que le impide entender que Nuestra Madre es misericordiosa, es Madre amable, Madre admirable, Madre del buen consejo, a pesar de sus bondades maternales está el inexplicable alejamiento del hijo a su Madre del cielo, Ella ha sido persiste en su amor maternal de palabra y obra, bueno es hacer propia la palabra de nuestra Madre que para ella es compromiso de salvación dispuesto por su divino Hijo reza en el Tepeyac; “No estás bajo mi sombra, no soy tu salud, por ventura no estás en mi regazo que más has menester, que ya no te preocupe ni te aflija ninguna otra cosa” Entonces preguntas; ¿Vive Santa María de Guadalupe en mi corazón? Y tú respuesta ¿Cuál es?
La respuesta de Santa María de Guadalupe al vacío espiritual de hoy ha sido que su presencia maternal continúa de la misma forma como fue dispuesto por su Santísimo Hijo en la cruz, lo ha cumplido sobradamente desde que México fue un infante o sea, después de la conquista surgió como Nación Independiente Ella hasta ahora ha caminado a nuestro lado cinco siglos; inicio con Juan Diego la evangelización y dar los primeros pasos pues en el están representadas todas las generaciones de mexicanos que bajo su manto de Madre continuamos como amorosamente lo refirió a nuestro pueblo; “El más pequeño de mis hijos”.

Hoy debiéramos ser como fueron nuestros antepasados: amorosos devotos de la Madre de Dios Santa María de Guadalupe, es lamentable a la generación que nos ha tocado vivir ser arrastrados en su inmensa mayoría los bienes que sin merecer recibimos de Nuestra Madre, tan envueltos en las cosas del mundo se está que no se deduce los llamados de Dios, ni los ruegos de María, muestra de ello es no poder sostener tu mirada a la mirada tierna de nuestra amorosa Madre que anhela conmover el corazón, y sin razón alguna se elude mirarla, el punto es que el corazón del mexicano hacia ella se ha enfriado, en muchos endurecido que no quieren saber nada de su Madre Guadalupana, pocas son las voces que dan sincero reconocimiento y agradecimiento, pero ella no vino no sólo por ellos, vino por todos porque para todos es su amoroso corazón desde el 9 de diciembre de 1531 en que fue la primera aparición de Nuestra Madre en el Tepeyac al indio Juan Diego, disposición que no cesa, ni cesara, porque no es la disposición entre humanos en que hoy es y mañana no porque no quiero, en María su compromiso es con el Hijo de Dios que vino a salvarnos del pecado y ella Corredentora del género humano lucha porque abramos su corazón al suyo Inmaculado, por ello hoy más que nunca tenemos más necesidad de su misericordioso amor maternal, razonemos, si en el pasado elevó a su Santísimo Hijo con insistencia los pedimentos para superar las adversidades, hoy esta generación de mexicanos necesita acudir a Ella y por Ella ser sacudida y animada al arrepentimiento de las maldades en que está envuelta, luchar por vencer las negligencias en que se dejó seducir superando el infortunio en que vive, suplicando con limpieza de miras su clemencia aclamar: “Santa María de Guadalupe, Reina de México, Ruega por nosotros”.
Al pedirnos: “Vivamente se erigiera un Templo” México respondió no únicamente con los que se le ha ido construyendo a través de los siglos hasta el de hoy, se cumplió el anhelado deseo por el alma mexicana que su Santísimo Hijo quiso para su Madre, pero Él va a más, quiere sean Templos vivos cada alma y corazón del mexicano para anidarse en Él, Nuestra Madre piadosa, dijo: desear ahí oír remediar nuestras miserias, penas y dolores.

Por muchas generaciones así ha sido excepto la actual, las anteriores respondieron; “Madre Santísima de Guadalupe, perdona nuestro desconcierto, te preguntamos, como lo hizo a ti tu prima Santa Isabel, los hombres y mujeres de México; ¿A qué debemos el honor que venga a nuestra Patria y a cada uno la Madre de mi Señor? Y tú has dicho; “A que me invoquen y en mí confíen; oír allí sus lamentos” Volvemos a preguntarnos; ¿Qué hemos hecho para tan especial distingo a nuestra tierra por la Reina del cielo? No hay respuesta a esta pregunta” México entiende el agrado de Dios Padre, y lo que hay, es el clamor agradecido y de júbilo, lo que hay es la expresión de fe de un pueblo que encuentra en Santa María de Guadalupe el amor de Madre deseosa al máximo de darse a sus hijos, los que ya no serán huérfanos ni presa del demonio, con María de Guadalupe ha quedado felizmente para siempre marcado nuestro destino histórico en el tiempo de la eternidad, pero habremos y debemos luchar por conservarla acrecentando nuestro amor y corresponder a Ella con obras, hoy está generación camina en un mundo de ciegos y debe corregirse, no puede ni debe perder el bien por excelencia de vivir el corazón de Santa María de Guadalupe.
El alma de México conmovida y estremecida en sus sentimientos retiene una emoción que desearía decir tanto, pero de tanto quiere expresar que se le hace un nudo a la garganta ¿Y qué pasa? Expresar ese sentimiento único de amor decir a su Santísima Madre el gozo de tenerla brotan lágrimas no de dolor ni de temor, sino conmovidas las entrañas pide su mirada misericordiosa conforte el alma agobiada de cada hijo de esta tierra, como fue desde el primer día en que lo hizo continúa a través de quinientos años, este siglo donde el pragmatismo ateo y pagano encierra con sus atractivos goces del mundo las almas; “¡Madre no es posible que permitas cerrar el corazón del mexicano y latinoamericano a tu amor que derrama torrentes incesantes de tus gracias que inspiran superar los males que el demonio envuelve, sólo tenemos que ir a tomar y guardar en el corazón tus bienes perseverando en ti Santa María de Guadalupe, si esto lo hacemos sabemos que tu mano misericordiosa bendecirá al México que fue siempre Guadalupano en palabra, obra y pensamiento!”.
Invitan sus benditas palabras del Tepeyac en diferentes momentos de sus apariciones, conformamos una oración suplicante que recuerde a Nuestra Madre lo que en su corazón nos entregó; “Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, es nada lo que te asusta y aflige, no se turbe tu corazón; ¿No estoy Yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¡No soy tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa” El cristiano católico devoto de la Santísima Virgen de Guadalupe elevará su plegaria gozosa y por sus propias palabras vendrán de su corazón al suyo.

Lo importante es que de la devoción pasemos a la disposición del alma mover los sentimientos avivando las facultades del alma el corazón corresponderá con amor al amor de su Madre; “¡Bienaventurada Madre de Dios, Virgen perpetua! ¿Qué podemos decirte que tu no conozcas? Nos dejas sin habla, nos dejas rendidos porque te nos das toda entera.

Obligados estamos a guardar tus palabras en la mente y el corazón, anidarlas hasta el fondo del alma, para que jamás se olviden. Desearíamos decirte tantas y tantas cosas de lo que significan y han significado en nuestras vidas tus confortantes palabras.

Y puesto que tu deseo es llevar almas a tu Santísimo Hijo Jesús, te rogamos con lo único valioso que poseemos, y por ello te correspondemos: ¡Sabes Oh Madre! El alma de México permanece en torno a ti y hacemos profesión de fe a tus maternales deseos; haremos de tus palabras una oración de súplica continua, y nunca olvidarlas, para que en la hora de nuestra muerte sean presentes en la memoria y entendimiento, repetidas una y otra vez con todas las fuerzas del alma hasta el último momento en que Dios Padre lo permita a nuestros sentidos, sabemos, que ahí estará puntual tu solicito auxilio e intersección por nuestra alma en el inevitable paso de está vida a la eternidad” En este valle de lágrimas el pronunciamiento de María es siempre actual para las obras que dignifiquen el alma y corazón con hechos y realizaciones, no emotivas e hipócritas manifestaciones farisaicas de solidaridad.

Hagamos de México y América el deseo de Nuestra Madre por sus benditas lágrimas derramadas al pie de la Crucificado, y las derramadas cuando lo tuvo en sus brazos al ser bajado de la Cruz ver las heridas causadas por la maledicencia de nuestros pecados, su corazón suplico a Dios Padre que una gota de su preciosísima sangre fuera llevada a través de los vientos hasta América y depositada en México sobre el Tepeyac para quedar como simiente que habrá de aguardar la espera de su llegada, para que por su bendita mano sembrar la semilla del Evangelio, y así convertirla en tierra generosa de almas ardientes donde Cristo Nuestro Señor encuentre la morada que lo conforte y descansar sus divinos piés después del azaroso sufrimiento padecido camino del monte Calvario, y el adormecimiento de ellos en la Cruz.

Por lo anterior, el México de todos los siglos de rodillas inclina su rostro, el corazón toma y eleva la palabra de María Santísima de Guadalupe cuando cala en el esperanza de vida eterna; “¿Que más has menester?” Hijo mío el más pequeño” Entonces vivirá tu corazón el de Nuestra Madre Guadalupana.
hefelira@yahoo.com

 

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