REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

0
Votos
Nota Aburrida
Nota Interesante
El llamado del señor a la salvación es a todos

“Porque muchos son llamados, más pocos escogidos” (Mt 22,14)    
domingo, 11 de octubre de 2020
Comparte esto en Facebook
Comparte esto en Twitter
Comparte esto en Digg
Enlarge Font
Decrease Font
En efecto, el llamado de salvación es para todos los seres humanos, desde los que han pasado por el mundo recibieron en su tiempo de vida, el resultado según su conducta lo gozan o lo padecen, ahora los que están en él lo reciben como ellos en todo el momento de su existencia y los que están por venir será igual, pero los que escuchan y hacen de la gracia un mérito constante perseverando en el Señor, tendrán su culminación en el banquete de las bodas del Hijo que Nuestro Señor Jesucristo anuncia en la Parábola del banquete nupcial, merecimiento que manifiesta San Pablo a los siglos; “Por tanto, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor; el cuál sacará a luz los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones, y entonces a cada uno le vendrá de Dios su alabanza”.

Por ello es atraer a la memoria la palabra de Cristo Nuestro Señor; “No todo aquel que me dice: Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre Celestial”.

Por lo que es justo recapacitar sobre nuestra razón de estar en este mundo, el llamado de salvación que Nuestro Señor dio a conocer en su peregrinación terrenal debe quedar y estar claramente definido, entendido y valorado, es para todos los seres humanos, ninguno será echado de lado, ignorado, despreciado, mal visto, rechazado o relegado en su propósito de enmienda, no será desairado ni criticado, entendamos, el deseo del Señor es que todas las almas se recuperen por sí mismas, y el punto de la prueba por parte del Señor es proporcionar los medios de salvación, pero aquel que no los quiera no le obliga a tomarlos, el arrepentimiento es un acto libre de la voluntad del pecador, pero obligado para su salvación.

¡No olvidemos! Dios Nuestro Señor es quien concede la salvación eterna para que reconociéndose pecador su pena, dolor y pesar que ahogue el corazón, oprime el pecho a todo aquel que lucha por corregir su conducta y dejar de lado las cosas del mundo, pero el demonio es persistente en conservarlo, urde estímulos para que no lo deje, seduce y provocar los deseos que le hicieron caer ofreciendo atractivos para cautivar su ánimo, ilustra el Doctor de la Iglesia San Hilario “Los hombres del mundo se ocupan en la ambición de cosas temporales y muchos se dedican a los negocios por la codicia del dinero” Dios Nuestro Señor ofrece el bien único venido de su excelencia divina cuando habla a los corazones: “¡Quieres salvarte! Ven y sígueme.

Ven a mi oveja perdida que descarriada padeces los tormentos turbulentos del pecado en que estas envuelto” En esa oveja estamos representados todos los pecadores, sabemos la realidad de su llamado que aparece al instante de caer, la benevolencia del Señor habla al corazón con sublimes palabras que cada quien conoce y en diferentes momentos sea en la Santa Misa, la oración, la predicación del Sacerdote, la lectura de las sagradas escrituras, al confesarse, el consejo de los padres, hermanos o amistades, meditar la palabra del Señor hace calar el reclamo de la conciencia, por ello estas palabras pueden ser familiares no al pie de la letra, pero si en otras formas identifican con lo que se conocerá a continuación que en esencia es lo mismo: “¡Hijo mío! ¿Qué necesitas hacer para ganarte mi perdón? Te diré: Arrepentirte de corazón, al hacerlo veré que obras movido por la fe y confianza en Mí.

Es importante para bien de tu alma tengas presente el sacramento de la penitencia, sino veo ese arrepentimiento es porque no hay en ti la fe que siempre busco en las almas.

¡Hijo mío! Deja de lado las tentaciones que te perturban y quitan la tranquilidad de tu alma, te turban y alteran quedando cada vez más confundido con mi redención; deja de vivir envuelto en las tinieblas de los pecados que no te permiten escucharme, esas tentaciones te alejan de Mí y te hacen temeroso.

¡Hijo mío! Ten confianza para que todo lo que vez y escuchas de Mí no antepongas la duda, eso veo en mi amoroso corazón. Seré claro: no importa lo que hayas hecho y dicho, quedará perdonado cuando retrocedas del pecado y rectifiques reconociéndote ante el Sacerdote en la confesión ser pecador y confieses tus pecados, esa disposición es el camino que abrirá la fuente que desbordará en ti los bienes para que cuando estés presente en mis Bodas escuchar hijo mío de tus labios: ¡Padre Mío, anhelo estar contigo y no separarme de ti!” Esto y más dirá el corazón arrepentido hasta exclamar como lo hizo a Tomás discípulo del Señor, por su incredulidad le permitió ver en la profundidad de sus llagas que; “Tomás respondió y le dijo: ¡Señor Mío y Dios Mío!”.
El llamado de salvación del Señor es a todos, la gente del mundo de hoy se ha perdido en la exageración de todo lo que es moda, quiere poseer ansioso el reloj, bolso, camisa, blusa, perfume, falda, zapatos, playera, gorra y demás vestidos de marca, se trabaja para que al obtener uno mostrar con ostentación su compra y quede en boca de los demás que usa cosas de clase, así se envidia el celular, tablet, televisión y más, la moderación en tener lo que se necesita es bueno de acuerdo a la necesidad, pero la ansiedad en poseer el último grito de la moda ahí está lo malo, porque despierta en la persona tantos males como pecados capitales conocemos para obtenerlo, sean cosas como casas, autos, terrenos, bienes materiales, el proceder es el misma tanto en él que tiene pocos recursos, como el que tiene alcances económicos, la mala intención pierde, la moderación queda rezagada, obvio que no hay preocupación por conocer el llamado de Dios, se vive alejado de Él, por eso, es bien recapacitar la conducta hasta ahora llevada en el terreno espiritual, moral, familiar y personal, la persona vive y siente un gozarse cuando obtiene cosas materiales y colérico cuando pierde la oportunidad, pero sigue a las ambiciones que aspira, conspira y persistente que el fin para él justifica los medios, en nada es la incertidumbre para tener, poseer y querer, ¿quién lo impide? Nadie, porque tiene la libertad para hacerlo y eso lo hace olvidarse que se aleja de Dios omnipotente, quedando distante de su misericordia se inclina a lo desfavorable para su salvación, todo se refleja en los demás ordenes de la vida humana.


En la parábola de hoy, referente al Banquete nupcial, el Señor mostrará como obra el ser humano ante las atenciones divinas cuando escucha la invitación a estar presente en el festín nupcial, reconocer la distinción de ser digno en recibir el bien del banquete y recapacitar en lo que podemos hacer, reflexionar y pensar en las dos lecciones que definirán el destino eterno del pecador: “La condenación del desgraciado que se hace arrojar por su culpa, y sobre todo, el llamamiento dirigido incluso a los más miserables” ¿Cuál es el deseable para el cristiano católico? Ser digno de compasión.
Vayamos a situarnos en la invitación que muestra la infinita misericordia de Jesucristo Nuestro Señor en su deseo de ser escuchado, lleven las almas a la práctica su llamado y por sus méritos acceder al reino de los cielos, en el cristiano católico será gozo ser partícipe de la promesa de asistir a la celebración de la Eucaristía.

Expuso el Evangelista; “Respondiendo Jesús les habló de nuevo en parábolas y les dijo: El reino de los cielos es semejante a un rey que celebró las bodas de su hijo” El Esposo es el mismo Hijo de Dios hecho hombre, esto es, una persona divina con dos naturalezas, la divina y la humana.

El Padre que hizo estas Bodas llama desde siglos a todos; ¡Venid a las bodas! Participar de ellas es condición necesaria para la felicidad eterna, la invitación de Dios es muestra de su generosidad, esto es, el deseo de salvación para las almas.

Continúa: “Y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas, más ellos no quisieron venir” En está parábola se refiere el Señor al pueblo escogido de la antigua alianza invitado a las fiestas de las Bodas de su Hijo con la humanidad.

Ilustra Orígenes; “Yo creo que esta primera invitación a las Bodas se dirigía algunas almas sencillas: en verdad, Dios quiere que vengan al convite divino principalmente aquellos que son prontos a comprender” Es de valorar que en realidad la invitación fue a todo el pueblo de Israel, de ellos pocos son los que se dispusieron asistir.

El Señor legisló fueran primero a los judíos y envío la invitación por medio de sus siervos, los profetas, pero fueron despreciados y rechazada la invitación, por sí mismos perdieron su lugar para asistir a la cena.
“Entonces envío a otros siervos, a los cuales dijo: Decid a los convidados: Tengo preparado mi banquete, mis toros y animales cebados han sido sacrificados ya, y todo está a punto: venid a las bodas.

Pero, sin hacerle caso, se fueron el uno a su granja, el otro a sus negocios” San Gregorio Magno interpreta lo que Nuestro Señor expone; “Los toros representan a los padres del Antiguo Testamento, los cuales, según estaba permitido en la Ley, herían con el cuerno de su virtud corporal a sus enemigos.

Llamamos a los animales cebado, por Aquel que alimenta desde lo alto; por eso decimos saciados” No nos asombremos por los desprecios al Señor del pueblo que vino a salvar del pecado, cerrado, obcecado e iracundo su odio exacerbado no quiso saber nada de su doctrina a pesar de que su palabra conmovió a la gente del pueblo y a muchos del sanedrín, la respuesta fue ¡No! y su exclamación creció hasta su muerte de Cruz, que a la fecha continua, por ello el Señor derrama lágrimas de tristeza al ver en visión la destrucción de Jerusalén y refiriéndose a ella; “¡Ah! sí en este día conocieras también tú lo que sería para la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos” No nos escandalicemos por esas actitudes contra Dios, pues de nuestra parte actuamos igual que esos infelices, pasamos por alto su llamado y damos más crédito a nuestras cosas mundanas que al deseo de nuestro Redentor, se cae una y otra vez en la maldad que viene a la mente y se continua con más enjundia, volvemos a Orígenes sobre su ilustración de está parábola; “Pero los que en primer lugar fueron llamados, despreciaron a los primeros que los invitaban (como hombres de poco conocimiento), y se marcharon a cuidar sus cosas, complaciéndose más en ellas que en lo que el Rey les ofrecía por medio de sus siervos.

Pero estos son menos culpables que aquellos que injuriaron a los siervos enviados y los mataron; Los restantes agarraron a los siervos, los ultrajaron y los mataron.

Estos se atrevieron a detener a los siervos por medio de cuestiones enojosas, y como no estaban preparados para contestar a sus ingeniosas cuestiones, fueron primero abrumados de insultos y muertos por ellos” Orígenes profundiza a fin de que cale en el ánimo del cristiano católico el ofrecimiento de Jesucristo Nuestro Señor a sus bodas y razonar para no caer, sino aceptar el bien divino para salvación eterna del alma.


Los otros siervos son los Apóstoles que Dios envió sin reprobar aún a Israel a pesar de su desprecio, ello fue durante el tiempo expuesto en los Hechos de los Apóstoles, es decir, cuando Cristo Nuestro Señor ya había sido inmolado en la cruz y todo estaba a punto para las bodas nupciales.

Los siervos, son los Apóstoles rechazados esta vez por el pueblo, como Jesucristo Nuestro Señor lo fuera por el sanedrín, entonces en castigo por no reconocer la luz que estuvo en su oscuridad fue quemada la ciudad de Jerusalén y no quedo piedra sobre piedra.

Cuantas personas en cada siglo persiguen de palabra, obra y pensamiento a Dios Nuestro Señor, su Santísimo Hijo y sin entender van contra el Espíritu Santo: ¡Muchos! ¿Pensarán lo que hacen y dicen? Siguen con lo mismo, pero la pregunta es ¿No tendrán temor de Dios? El diablo los tiene envueltos en su soberbia maligna por lo que es imposible para ellos no ver el grave error a que está sometido el pecador al pecado, sea cual sea, en esos infelices creció su odio como en el penitente crece el pecado, ofendemos a Dios con lo que hacemos, solo el arrepentimiento limpio y sincero ayudará a superar la desgracia en que se vive, la misericordia del Señor espera; “Entonces dijo a sus siervos: Las bodas están preparadas, más los convidados no eran dignos” El Señor ante las impertinencias humanas nos enseña a ser pacientes con el hermano, como Él es con sus hijos, reafirma San Gregorio; “Y como los que antes habían sido invitados no quisieron venir al convite, se les dice en la segunda invitación: He aquí que he preparado mi banquete” El Señor dispone persistente; “Id, pues, a las encrucijadas de los caminos, y a todos cuantos halléis, invitadlos a las bodas.

Salieron aquellos siervos a los caminos, y reunieron a todos cuantos hallaron, malos y buenos, y la sala de las bodas quedó llena de convidados” He aquí la realidad, todos los seres humanos tienen derecho de asistir a las Bodas del Hijo, para ser participantes a ellas es luchar, esforzarse y perseverar en su santo servicio, pero cuando se pierde el derecho haciendo todo lo contrario, Dios no quiere que esto suceda, pero sucede porque el hijo por el creado no quiere aceptar su llamado de salvación.

Retornando a Orígenes explica; “Habiendo salido los siervos, ya de Judea o Jerusalén, como los apóstoles de Jesucristo, o ya de los interiores, como los santos ángeles, y viniendo a los diversos caminos de las costumbres diferentes, reunieron a todos los que encontraron: y no se cuidan de sí alguna vez habían sido malos o buenos, antes de ser llamados.

Aquí debemos entender como buenos los que sencillamente son mas humildes y más perfectos en cuanto afecta al culto divino y quienes se refiere el apóstol: “Cuando las gentes que no conocen la ley, obran según lo que ella manda, ellos mismo son su propia ley”.

“Mas cuando el rey entró para ver los comensales, notó a un hombre que no estaba vestido con el traje de bodas. Díjole: Amigo, ¿Cómo has entrado aquí sin tener el traje de bodas? Y el enmudeció “Los Apóstoles y sus sucesores pasan la invitación a los gentiles y se llena la sala de Dios.

El hombre que no lleva el vestido nupcial es aquel que carece de la gracia santificante, en él la fe es nada, la confianza en el Señor nada, arrepentimiento nada, por ello no puede acercarse al banquete de las Bodas del Cordero, ¿Qué hay por hacer para las Bodas? Estar en gracia y todo lo demás se os dará por añadidura dijo el Señor.

El Dios de todas las generaciones que han pasado por el mundo, y según los años se hayan tenido de existencia fue para ellos su misericordia, bondad, magnanimidad, tolerancia, paciencia, amor de padre amoroso, y todo lo que como Dios son sus atributos, todo lo dio cuando el pecador se acercó a Él buscando la paz del alma y por la fe y confianza su salvación; pero como a continuación enseña en la parábola del banquete nupcial, después de la muerte Dios observara estrictamente la justicia, en el pasado miraba lo profundo del alma a dar los medios para borrar las asperezas, ahora de igual forma profundiza juzgar y de encontrar que esas y más asperezas no desaparecieron vendrá el dictamen que no tiene reconsideración y el arrepentimiento vendrá cuando ya no hay nada que hacer, expone en su parábola; “Entonces el rey dijo a los siervos: Atadlo de pies y manos, y arrojadle a las tinieblas de afuera, allí, será el llanto y el rechinar de dientes.

Porque muchos son llamados, más pocos escogidos “ En tiempo no se reconoció el llamado del Señor a la salvación del alma.
hefelira@yahoo.com

 

Opina sobre este artículo

Nombre   Email  
Título
Opinion

Columnas Anteriores