REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

0
Votos
Nota Aburrida
Nota Interesante
Asunción de La Santísima Virgen María

“Y exclamó en alta voz y dijo: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno!” (Lc 1, 42)   
domingo, 16 de agosto de 2020
Comparte esto en Facebook
Comparte esto en Twitter
Comparte esto en Digg
Enlarge Font
Decrease Font
El 1 de noviembre Fiesta de Todos los Santos de 1950, invocando su autoridad dogmática, el Papa Pío XII definió el Dogma: “Por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y por nuestra propia autoridad, lo pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: que la Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, después de haber completado el curso de su vida terrena, fue su cuerpo y alma a la gloria celestial asumido".

Al terminar Su Santidad esta definición hubo sin duda de ello, explosión de júbilo simultáneo en los cielos como lo fue en la tierra la Plaza de San Pedro, y el mundo cristiano se cimbró con la aclamación de vivir el reconocimiento a la Madre de Dios de su gloriosa Asunción a los cielos en cuerpo y alma por miles de peregrinos venidos de todo el mundo y los que por los medios de comunicación de ese entonces escuchado en todos los lugares de la tierra las palabras del Sumo Pontífice la definición dogmática, que ilustra Nuestra Santa Madre Iglesia a los cristianos católicos de todos los tiempos; “La verdad definida es asunto de fe”.

Por lo tanto, de nuestra parte es celebrar a Inmaculada Madre Dios con gozo haber sido por obra Dios elevada a los cielos y de nuestra parte aprendiendo del Papa Pío XII honrando su memoria afiliarnos como hijos de tan excelsa Madre al adoctrinamiento mariano que sacude los corazones, anima las voluntades y oprime los sentidos de júbilo atraer los sentidos de nuestro ser a la oración que el Sumo Pontífice ofrece a la Virgen Inmaculada; “¡Oh clara Fuente de la fe, rocía nuestras mentes con verdades eternas! ¡Oh fragante lirio de toda santidad, cautiva nuestros corazones con tu celestial perfume! ¡Oh triunfo del mal y de la muerte, inspíranos un profundo horror por el pecado que hace al alma detestable para Dios y esclava del infierno!” El Doctor Seráfico, San Buenaventura expone con precisión y suavidad el eficaz y decisivo hecho; “La Virgen Santísima es el camino que a Él (Cristo) nos conduce y por eso suele decirse: “Ad Jesum per María” a Jesús por María”.

Bien será hacer propia la devoción a la Santísima Virgen María ya que participa en el proceso y desarrollo de la vida divina en las almas, nuestro Doctor de la Iglesia instruye al pecador a ir por el camino donde ella es la Puerta de Cielo, en el que pasarán las almas que le amaron en su vida terrenal y al de salir de este mundo camino a la definitiva eternidad que cada quien fue según su vida para con su Santísimo Hijo ser llevada en sus bendecidas manos el alma que hizo suyo el mérito ganado.

Nuestra Madre refugio de los pecadores mostrará porque su Santísimo Hijo Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida” ¿Por qué en todo momento vemos esta unidad entre Jesús y María? Es de comprender que al venir al mundo el Hijo de Dios hecho hombre en el pesebre de Belén el Espíritu Santo depositó en los brazos de su María Madre al Hijo de Dios hecho hombre, al atraerlo a su seno al Niño, María fue un momento del que no hay palabras para decir el gozo indecible que vivió en su corazón sentir los primeros latidos del Niño Jesús que se fundió para siempre al de su Madre y se hizo un solo corazón, esto es, el corazón del Niño Jesús vino al de María por ello el corazón de Jesús ama y ella también ama; el corazón de Jesús sufre, el de ella también sufre; el Hijo es a su Madre, y su Madre es a su Hijo, en Belén María sufre y Jesús sufre en las entrañas de su Madre, María sufre al pie de la Cruz Jesucristo Nuestro Señor sufre y se duele ver y vivir el dolor de su Madre, para consolarla le hace partícipe de la redención y la designa Madre nuestra; “Mujer, he ahí a tu hijo.

Después dijo al discípulo: He ahí a tu madre”.
El Ave María reza la verdad de la Virgen Inmaculada; “Bendita entre todas las mujeres” Llevados por la fe descubrimos en lo profundo de la expresión del angelical Mensajero de Dios la razón de su divina maternidad, y ahondando en ello tenemos a la vista de nuestro corazón de haber recibido desde su concepción la gracia de ser exenta del pecado original, por lo tanto, no debía ni podía conocer la corrupción del sepulcro.

Vemos a María en el pesebre de Belén junto al Niño Dios; ¿Qué reconoce el cristiano católico? La clara muestra de la aprobación de Dios al llevar en sus abrazos a “Su Hijo amado” ¿Qué vemos en ellos? En todos los nacimientos de Navidad vemos a la Madre postrada ante Jesucristo Niño, es la obra de Dios para recordar a la humanidad de siempre que fue su deseo y voluntad dar a María la sublime gracia de la encarnación del Verbo y ser siempre reconocida Madre del Corazón Hermoso.
Los comentarios que surgen en mentes carentes de fe envueltos donde el pecado hace que su mente no tenga tranquilidad, siendo cada vez más litigiosa a todo le encuentran punto de contradicción, se meten a ello como si fuera de vital importancia desvirtuar lo que cada vez por sus críticas hacen más virtuosas la verdad, esto es, sus críticas confirman la verdad de su negación en los asuntos del cielo, en efecto, critican ásperamente, hacen dudar, meten ideas turbias, despiertan el recelo en tantas personas, creando un núcleo de incrédulos que divagan maliciosos hacen a muchos desconfiar la fe en Cristo Nuestro Señor, para el cristiano católico es su obra de redención lo salva y en ella cree y lo tiene presente en el interior de su alma, pero el incrédulo que no cree no está para entender la duda, está para que razone y se salve de otra forma la tendrá para no querer salvarse, por esa razón no quiere perderse no sólo provoca revuelo e indignación falsa en lo que ha reconocer y aceptar de corazón la divinidad de Jesucristo Nuestro Señor, obran como los escribas, fariseos y sacerdotes del sanedrín sus ataques fuero a más en su virulencia contra el Señor, eso afirmo aún más la fe en sus discípulos creer que Jesucristo Nuestro Señor vino al mundo a salvar todas las almas, las de los incrédulos, las los pecadores recalcitrantes y a los que obrando bien evitan el mal fortalecerlos.

Dice el Santo Doctor: “La bienaventurada Virgen es llamada fuente por la manera como se originan los bienes. Estos se originan principalmente de Dios, luego por Cristo, derivándose después a la bienaventurada Virgen, por cuya razón es llamada fuente, y, por último, a cualquier otra persona a quien se comunica algún bien” La Santísima Virgen ascendió a los cielos para ayudar a nuestra salvación, a cumplir con mayor gozo la designación recibida de su santísimo Hijo en su agonía; ascendió y recibió el reconocimiento celestial de Reina de cielos y tierra para obtener y llevar no uno ni dos sino caudales de beneficios que nacen de la fuente de la gracia que santifican las almas, mantiene su responsabilidad de Madre espiritual de todos los seres humanos; subió a los cielos a prodigar su amor maternal como lo hace cada día desde siglos; en sus bendecidas apariciones encontramos la apasionada ternura que guarda su Inmaculado Corazón, María no dejará de dar, entregar y alentar los medios de salvación a todos sus hijos y cumplir como lo refirió en el Tepeyac; “Hijo mío el más pequeño es nada lo que te asusta y aflige, acaso no estoy Yo aquí que soy tu Madre” Invita a la humanidad de todos los tiempos entender su intención maternal, “deseo tomen de mi regazo los bienes que los harán salvos” en el Eclesiástico María Nuestra Señora extiende en las almas el valor de salvación que siendo nuestra Madre brota su amor incesante; “He dado, como la vid, graciosos retoños, y mis flores han dado frutos de gloria y de riqueza.

Yo soy la madre del amor puro, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza” ¿Y qué podrán decir los que se nieguen tomarla como Madre? ¡Perdidos serán! En ella es dolor y angustia la pena de su perdición y la consecuencia de su rechazo, ojalá y esas almas de corazón cerrado vuelvan los ojos a la Madre del buen consejo recapacitando su camino luchen no vivir en carne propia la temerosa perdición eterna.

San Buenaventura abriendo el corazón de las almas a María por su conmovido amor, lágrimas y los dolores vertidas al pie de la cruz ante su Santísimo Hijo, exhorta al valor espiritual que hallaremos en ella; “La Virgen Madre -dice el Santo Doctor- santifica a los que echan raíces en ella por el amor y devoción, alcanzándoles de su Hijo la santidad”.
La definición de la fe es que el cuerpo de María está en el cielo, por lo que volviendo al Obispo de Hipona quien fija con claridad, exactitud y precisión surje de lo profundo de su corazón impetuoso la expresión que dibuja a la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios y de los hombres; “Así pues, cuanto considero, cuanto comprendo, cuanto creo, el alma de María disfruta de la claridad de Cristo y de sus gloriosas contemplaciones.

Siempre sedienta de ver contemplada la honra el hijo con la más excelente y especial prerrogativa, mientras se goza incomparablemente: poseer en Cristo el cuerpo que ella engendró y que está exaltado a la derecha del Padre.

Y si no posee el cuerpo gracias al cual engendró, sí posee el cuerpo que engendró. ¿Y por qué no posee el cuerpo, gracias al cual engendró? Si no dice nada en contra una reconocida autoridad, creo verdaderamente que también posee el cuerpo, gracias al cual engendró, porque tanta santificación es más digna del cielo que de la tierra” Estar atentos a las cosas del cielo a ser partícipes merecedores de su amoroso corazón.

Revelan los Santos Evangelios la gozosa visita de María a su Prima Isabel, participemos del intercambio de palabras que los Santos Evangelios dan a conocer reflejan el gozo de María y la alegría en el corazón de Isabel; “Y sucedió cuando Isabel oyó el saludo de María, que el niño dio saltos en su seno e Isabel quedó llena del Espíritu Santo.

Y exclamó en alta voz y dijo: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno! ¿Y de dónde me viene, que la madre de mi Señor venga a mí” ¿Qué pensar de palabras tan profundas que conmueve nuestro ser? Reflexionar no caer, la enseñanza por la que instruye el Apóstol Santiago puede decirse que se basa en la mezquindad de la miseria y debilidad humana; “Pues si uno oye la palabra y no la practica, ese tal es semejante a un hombre que mira un espejo los rasgos de su rostro: se mira, y se aleja (del espejo), y al instante se olvida de cómo era” En realidad así es la humanidad no conoce el valor esencial de la salvación eterna de su alma, ya lo creo que lo entiende y comprende, pero hasta ahí se queda, esa actitud es idéntica a las muchedumbres que escuchaban a Jesucristo Nuestro Señor su palabra veía en su mente y corazón el rechazo, el miedo, el temor y la duda, cosa que ahora sucede al hablar de las Glorias de María la Madre de Dios, muchos hay que se conmueven, emocionan y se estremecen, pero a los segundos pasa por la mente una duda o cosa del mundo o temor, lo que pudiera existir de fe cae al cesto de la basura, olvidó lo que su interior vivió del amor de Jesucristo Nuestro Señor por su salvación; olvidó el amor maternal de Nuestra Madre, todo cayó por una falsa fe, parecida a una casa construida donde olvidaron poner cimientos, parecido al hombre del espejo que olvidó como era su rostro, el incrédulo turbado por lo que escucha muestra el estado de su conciencia que le ha insistido alejarse de la situación mala de no querer ver ni hacer suyo el provechoso fruto de la Asunción de la Santísima Virgen a los cielos.
Que pasa en el hijo que niega a su madre de la tierra, echa por los suelos el mandamiento; “Amarás a tu padre y a tu madre” Estando en grave pecado, y más el que niega a la Madre de Dios, será en ella lágrimas de dolor ver la pérdida del hijo, pero en ella está la esperanza y reflexión de grabar en el corazón a la que siendo Madre de la sabiduría encarnada enseñanza que en ella está y estará velando por el hijo en desgracia, ilustra en el Proverbio; “Bienaventurado el hombre que me oye, y vela a mis puertas día tras día, aguardando en el umbral de mi entrada” ¿Por qué no escucharla, por qué no velar en la puerta de su corazón? Ella es todo para todos, ella está dispuestísima siempre a cumplir el mandato de su Santísimo Hijo Jesús le dio en su agonía; “Mujer ahí tienes a tu Hijo y al Hijo ahí tienes a tu Madre” Por ello el Señor viendo los corazones dijo: “Quien tenga oídos para oír escuche” Y cada quien va obrar por los misterios de la redención su propia salvación.
María la Madre del buen consejo busca de una mil formas confortar el alma de sus hijos a su maternidad espiritual; veamos en ella la esperanza de bienes que dan la paz y tranquilidad del alma; anima alerta y consuela el corazón agobiado envuelto en las turbaciones del demonio; acierta estar en el corazón en los momentos donde las fuerzas del alma se diluyen en los vaivenes del mundo, da a conocer antes de los tiempos el amor que ya estaba guardado en su interior para las almas confiadas a su cuidado de salvación, reza el libro de los Proverbios; “El que a mí me ofende daña a su propia alma; todos los que me odian, aman la muerte” y de aquí vamos a una reflexión: cientos de años atrás continúa siendo actual, puesto que seres humanos con las flaquezas del pasado son los de las mismas costumbres y hábitos nada saludables para la salvación, en este siglo, no se ha vencido, porque comparado a estos tiempos con los pasados, el demonio ha continuado en las maldades multiplicado en más personas, para reflexión, meditación y examen de conciencia atraernos a las palabras de María y encontraremos acogedora explicación que la posteridad de los tiempos entregan a almas que luchan por su salvación en este caso de Doctores de la Iglesia; San Anselmo de Canterbury dice: “Como el que no es devoto de María y no está protegido por ella es imposible que se salve, así es imposible que se condene quien se encomienda a la Virgen y es mirado por ella con amor”.

Lo mismo afirma San Antonio de Padua, Doctor Evangélico con similares palabras: "Como es imposible que se salve aquél de quien María aparte los ojos de su misericordia, así es necesario que se salven y vayan a la gloria aquellos hacia los que vuelve sus ojos rogando por ellos".

¿Por qué los seres humanos nos cerramos a los bienes del cielo? ¿Qué los ojos misericordiosos de María Madre de Dios no calan en nuestros sentimientos su deseo de salvación? ¿Merecemos los bienes amorosos de la Madre de Dios? ¿Conmueve el dolor agobiante y agudo que vivió por nosotros al pie de la Cruz? El mundo envuelto en la aventura de vivir de acuerdo a sus placeres la rechaza, ¿Qué queda al cristiano católico por hacer? Ofrecer un acto de Caridad a Dios Nuestro Señor para que recorra de su corazón el velo que la tiene cegada, a María Santísima Madre del Salvador no cese tender su mano a esas almas que son millones en medio de su borrascosa vida a ella Estrella de la mañana, la ternura que da salud a los enfermos del alma y del cuerpo y taladrar en su mente el suave y firme anuncio de María expuesto en los Proverbios; “Y ahora, hijos, oídme: Dichosos aquellos que siguen mis caminos” Y continúa la demanda para que los pecadores se reivindiquen ante Dios; “Escuchad la instrucción, y sed sabios; y no la rechacéis.

Porque quien me halla a mí, ha hallado la vida, y alcanza el favor de Dios”.
hefelira@yahoo.com

 

Opina sobre este artículo

Nombre   Email  
Título
Opinion

Columnas Anteriores

Otras Noticias