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Pbro. Janet Pérez Domínguez

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A cuidarse de los virus

domingo, 19 de julio de 2020
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Hace algunas semanas llevamos a mi bebé a las últimas vacunas. Me tocó entrar con ella al área de vacunación, llevando todas las medidas de protección y cuidados.
Mientras las enfermeras se preparaban con las vacunas una de ellas me preguntó ¿y usted, a qué se dedica? A lo que respondí: Soy pastora, ministro evangélico.

Dijo ella- ah los evangélicos son inmunes a los virus. Y agregó:- pídale a Dios que haya una vacuna para nosotras las pecadoras. Palabras que me dejó pensando muchas cosas.

Tal vez la enfermera no sabe que los cristianos estamos expuestos a todo tipo de virus.
Al investigar lo que significa “virus” encontré lo siguiente: En Biología, un virus (del latín virus, en griego ἰός «toxina» o «veneno») es un agente infeccioso microscópico acelular que sólo puede reproducirse dentro de las células de otros organismos.
¡Claro que todos estamos expuestos! Pero para decir verdad hay virus que afectan el cuerpo y otros que afectan el espíritu.

Hablemos de los que afectan el espíritu (porque de lo otro ya tenemos mucha información): Murmuración, enemistades, tentaciones, egoísmo, envidia, vanagloria, orgullo espiritual, etc., son algunos de los tantos virus que afectan de manera mortal el alma.

Ese virus que contamina y daña el espíritu, que no permite una vida libre, más bien la mantiene enferma y apagada.
La ciencia médica está haciendo lo imposible para encontrar una vacuna contra el coronavirus que afecta todo nuestro cuerpo, probablemente la encuentre, pero hoy más que nunca necesitamos de la vacuna espiritual, la que Dios proporciona para el alma, pues es Jesucristo la vacuna espiritual, el que que nos libra de ser contagiados.

Es Él ese antídoto que necesita el mundo contra el pecado que nos lleva a la muerte eterna.
Necesitamos ser conscientes de nuestra propia vida, tal vez estemos sanos del cuerpo (o no) sin embargo es tiempo de pedirle a Dios que nos sane y ayude a dirigir nuestra vida de una manera en la que evitemos esa muerte espiritual.

Probablemente se infiltró como virus en tu espíritu, causando esa muerte que es más dolorosa que la física.
El deseo de Dios es darnos el antídoto para la vida eterna.

Su disposición es una garantía para todo aquel que le pida de su favor. En tiempos de pandemia ...¡Jesús es el antídoto para el alma!

 

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