REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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La Santisima Trinidad un solo Dios

“Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19)
domingo, 7 de junio de 2020
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¿Qué significa el misterio de la Santísima Trinidad? Es el misterio de un solo Dios en tres personas que son el Padre, Hijo y Espíritu Santo, es el misterio central de la religión cristiana católica; es verdad revelada por Dios; en efecto, la Santísima Trinidad es creer que son tres personas distintas en un solo Dios verdadero, siendo cosa inaccesible a la razón del ser humano, debe ser objeto de fe, esto es creer que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, los tres no son más que un solo y único Dios, iguales en todo porque no tienen sino una sola y misma divinidad.

Pasando al Sacramento del Bautizo el nombre de la Santísima Trinidad se desglosa en las palabras sacramentales que el Sacerdote pronuncia al aplicar la fórmula del bautismo: “Yo…te Bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” Sacramento instituido por Jesucristo Nuestro Señor que comunica la gracia y la salvación por Él; Dios adopta a todo bautizado como Hijo suyo, el Espíritu Santo descenderá sobre cada hijo la gracia, por lo que todo bautizado se convierta en heredero del reino de los cielos.

San Agustín, refiriéndose al Amor a Dios da una por decir campanada para atraer los corazones al valor trascendente que para la salvación del alma son los bienes que vienen de Dios, entrega el punto a meditar: “Contempla con qué distribución tan copiosa te ha venido todo por todas partes.

Tú no tenías nada, y te lo dieron; lo habías perdido, y te lo devolvieron; nunca te abandonaron, para que conozcas el amor tan grande del que te ama.

Él no quiere que te pierdas, por eso te espera con infinita paciencia, y te concede piadosamente que, si tú quisieras, puedas reparar una y otra vez lo que has perdido con tu negligencia” Dice: “No quiere que te pierdas” “por eso te espera” En efecto siempre ha sido en Dios este deseo, “no perderse el alma” “Siempre espera” es aquí donde el cristiano católico da el paso adelante cada día de su existencia terrena, precisamente para que su alma no se pierda porque el Señor desea y espera, quiere y anhela que al iniciar su hijo cristiano católico sus actividades del día, su primer acto sea invocar a la Santísima Trinidad ofreciéndole las obras a realizar santiguándose: “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” Iniciar el principio del día con el orden que pide nuestro Padre al despertar, al tomar los alimentos y concluir las actividades del día, tal invocación no queda sólo en eso, cuando se afirma con verdad que lo anterior es la introducción a un buen día en que se pide a Dios su asistencia para la realización de nuestras obras y trabajos en todos los órdenes de la vida diaria, esta invocación debe estar presente en la vida del cristiano católico, en los éxitos y realizaciones, esfuerzos o sacrificios, sobresaltos y tentaciones, temores o turbaciones, dolores y lágrimas o en peligro de muerte siempre solicitar la asistencia de la Santísima Trinidad, siendo clara la enseñanza de esta invocación al iniciar y terminan la Santa Misa, al rezar el Sacerdote su Oficio Divino, las oraciones personales, el libro de la sana lectura, al rezo del Santo Rosario, al iniciar y terminar la meditación, la frecuencia de sacramentos, al pasar por una Iglesia santiguarse siempre tenemos ante el alma a la Santísima Trinidad, falta más donde la deseamos esté a nuestro lado al iniciar y concluir un viaje, de la misma forma en el trabajo, oficina, taller o estudio, en el rezo de los salmos en una palabra siempre es poner que el alma en estado de gracia se le invoque, teniendo siempre presente en el alma y corazón, en la memoria, entendimiento y voluntad, palabra obra y pensamiento el auxilio omnipotente de Dios Nuestro Señor, consagrando nuestro obrar para su mayor gloria: en nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, así rendir honor y gloria a las tres divinas personas, por lo que es bueno aprender de San Pascual Bailón que bailaba de alegría en presencia de Jesús sacramentado y se quedaba extasiado de amor.

Del Proceso apostólico de su beatificación y canonización extraemos una enseñanza perdida al paso de los tiempos por apatía o negligencia de los padres y de los hijos, que bueno sería tomarla y serán gracias para padres e hijos, amigos y superiores el acto de caridad que cumple el mandamiento de Jesucristo Nuestro Señor, reza el texto; “Cuando salía (el fraile Pascual) del convento a pedir limosna por los pueblos, lo primero que hacía era pedir la bendición al Superior y después iba arrodillarse ante Jesús sacramentado para pedir también su ayuda y bendición.

Al regresar, iba al encuentro del Superior y arrodillado, avanzando un poco pidiéndole la bendición” Y que palabras decía el Superior nada menos que el mandato divino: “En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” Bendecir los Padres a sus hijos y estos buscarla es revivir el mandato de Dios Nuestro Señor en el alma bautizada.

¿Qué se pide a Dios Nuestro Señor? Su asistencia, que Él convertirá en obra de su misericordia atendiendo con gozo la solicitud de su hijo en sus actos cotidianos.

¿Y de dónde viene esta invocación que se ha ido sucediendo de generación en generación y en algunos cristianos católicos no se ha perdido? Es el cumplimiento al mandato de Cristo Nuestro Señor al ascender a los cielos; “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” El hecho evangélico de la aparición de Jesucristo Nuestro Señor a los Apóstoles en un monte de Galilea lo perfeccionan San Mateo y San Marcos, el primero afirma como punto esencial la misión de los Apóstoles, el segundo los dones gratuitos que del Señor recibirán los hijos de su reino.

Referente al primero, la región de Galilea fue el lugar donde los Apóstoles fueron instruidos por Nuestro Señor en su doctrina, siendo todos de ese lugar no lo era judas Iscariote, se considera por los estudiosos que en esa misma región antes de su ascensión a los cielos los reunió para darles a saber la totalidad de sus poderes, ha sido después de peregrinar Jesucristo Nuestro Señor con ellos por el mundo, tres años viviendo a su lado conocieron sus enseñanzas, las obras de misericordia y la vida virtuosa que fue en ellos la conducta a seguir en la obra apostólica, ha llegado para Nuestro Señor el momento en que les va a conferir la misión de bautizar y predicar tanto ellos como sus sucesores; “Y llegándose Jesús les habló, diciendo: Todo poder me ha sido dado en el cielo y sobre la tierra”.

Dice San Pablo: “Por las humillaciones de su pasión, Jesús recibió del Padre el título de Señor con la plenitud del poder soberano en el cielo, en la tierra y hasta los infiernos” Bien es no olvidar que el poder de Cristo Nuestro Señor lo tenía como Dios y no como hombre, pues en Él eran ambas situaciones la unión de la naturaleza humana con el Verbo Divino en una sola persona, por ello, siendo hombre y Dios ha ganado con esfuerzo y sacrificio a todos los seres humanos para Dios su Padre, el Salmo del profeta David profetiza la gloria que viene a consecuencia del triunfo del Mesías que es glorificado por su Padre; “Él me ha dicho: Tú eres mi Hijo, Yo mismo te he engendrado en este día.

Pídeme y te daré en herencia las naciones, y en posesión tuya los confines de la tierra” de donde podremos apreciar la respuesta del Hijo a su Padre; “Tú eres mi Padre; Tú mi Dios y la roca de mi salud” La súplica del Hijo a su Amado Padre en su plegaria humilde y ferviente exalta que la obediencia es fruto del amor.

La conquista de Jesucristo Nuestro Señor dio gloriosos bienes de salvación por el que nos compró la salvación fue derramando su preciosísima sangre, y fue de donde vino su poder que nos arrancó del poder del demonio.

Repasando la Pasión, crucifixión, muerte y resurrección, como la ascensión del Señor es inconcebible que hay quien lo ve como un hecho común y corriente de hace más de dos mil años al que ni atención ponen como a cosa sin trascendencia, cuando que su trascendencia es la más importante que ha existido en la historia del mundo, es consecuencia a la falta de fe en Jesucristo Nuestro Señor el impedimento para entender que ello fue la conquista universal, absoluta y total por el poder del Mesías, que de Cristo Dios hablaron los profetas.

De todo lo anterior San Pablo ilustra sobre la majestad y realeza, dignidad y soberanía de Jesucristo Nuestro Señor al declara a los siglos el reconocimiento debido a Él; “Por eso Dios le sobre ensalzó y le dio el nombre que es sobre todo nombre, para que toda rodilla en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra se doble en el nombre de Jesús, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” Poseedor de todo poder, confiemos en Él, porque debido a nuestras flaquezas e imperfecciones somos fáciles presas del diablo, Él triunfará sobre él y nuestros enemigos, si por nuestro buen obrar alcanzamos los bienes de la gracia..
Por mandato del Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo, envía a sus Apóstoles evangelizar el mundo, esto es: “enseñándoles a conservar todo cuanto os he mandado.

Y mirad que Yo con vosotros estoy todos los días, hasta la consumación del siglo” Repasando la historia humana, a esta misión dispuesta por Jesucristo Nuestro Señor, buena es la pregunta, ¿Por qué es la misión más trascendente de todas las conquistas que se han realizado en la historia? La respuesta es sencilla, pero sin límite en su contenido; por su origen divino.

En la misión va la salvación eterna de las almas creadas por Dios en todos los siglos, una tarea cuyo límite no tiene una palabra que especifique su extensión, las conquistas realizadas por el ser humano se realizaron y cumplieron su objetivo que fue en su realización temporal como así han sido todas, pero la conquista de salvación de las almas no se detiene en el tiempo continuará hasta el fin del mundo, sólo en ese momento concluirá.

¿Y cuál es la misión dispuesta por Dios Nuestro Señor? Veamos en ella dos aspectos, la misión es una legislación venida del cielo, un mandato a cumplir, una disposición que es clara y no admite duda en su contenido, sino en la mente del incrédulo, por otra parte se define el plan de acción dispuesto por el Señor y San Marcos lo expone: “Y les dijo: id por el mundo entero, predicando el Evangelio a toda la creación “Los Apóstoles debían llevar el mensaje evangélico “enseñad” y su renovación a su reino “bautismo” a todas las gentes.

Bien, a dicho la voluntad divina y que el cristiano católico no debe perder de vista, son los caminos para la salvación del negocio más valioso de las almas: “Id por el mundo entero” Y entero es todo, es completo, es ir a lo último de todo lugar de la tierra, esto es la expansión de la religión católica que significa universal; Refiriendo “A toda la creación” Es decir a todo lo creado, no de cosas materiales, sino de personas porque solo cada una posee alma y un cuerpo, pues a cada uno es el mensaje de salvación; Pero viene la sentencia que para muchos es una amenaza, claro que lo es cuando la conciencia reclama hacer lo que debe hacerse, reza el versículo del Evangelio: “Quien creyere y fuere bautizado, será salvo, mas quien no creyere será condenado” La palabra del Señor es verdad eterna, por lo tanto categórica, precisa y no admite discusión alguna, volvemos a la miserable disyuntiva humana, “creo o mejor no creo” A quien con fe cree y cree estar cumpliendo el mandato de Dios es no olvidar que las obras de caridad al prójimo sean para mayor gloria de Dios y no para quedar bien con los demás; Porque los que no creen se cierran y sólo escuchan su palabra, pero se ciegan seguirla y dando razones pueriles porque se les enseña a no responder con insultos, tolerar las agresiones de otros por amor a Dios, reconocer que por su vida de mundo tienen un tiempo a su favor para arrepentirse, incrédulos nada hay que acepten lo que debiera ser bien aceptar y acercarse a los bienes que derrama la Santísima Trinidad, siempre va surgir una cerrazón inexplicable de ira que quien lo ve no se explica y tampoco el incrédulo nada vislumbra, por lo que el cristiano católico reconoce: sin fe no hay salvación, de donde a diario no aparta del centro de su vida la enseñanza del divino Maestro, en su palabra encuentra la paz y tranquilidad de su alma.

Y será obra del misericordioso amor de Jesucristo Nuestro Señor quien llama al corazón: “quieres venir a mi Hijo mío y ser mi oveja del redil, magnífico, pero cree, ten fe, cumple tus obligaciones como hijo mío, de otra manera con esa forma en que procedes tú me atas las manos, obras como esos hombres que me llevaron atado de mis manos a la casa de Caifás a burlarse y escarnecerme, pero si no pones de tu parte el arrepentimiento que siempre espero de ti sea sincero no podré salvarte porque tú no quieres.

Mi palabra de misericordia es infinita, pero es justicia sin retroceso, porque en tiempo no atendiste mi voz en tu corazón”.
Es muy posible que alguien diga como aquel hombre cuando el Sacerdote le recomendaba confesarse, decía; “No necesito confesarme porque ya estoy salvado” o como aquel otro que afirmaba al Confesor: “No necesito de eso, Yo ya creo y por eso me salvaré”.

Lo malo es que esas personas se contradicen así mismas en su con sus obras, porque la verdad está en lo que el pecador da a conocer por la confesión y en ella no sale la aspereza adherida que cuesta trabajo despojarse de ella, entonces nadie puede decir o afirmar: estoy salvado.

Acudiendo a San Gregorio refiriéndose a esta actitud humana ilustra; “Las condiciones esenciales para la salvación son: primera, unión intelectual con Dios por medio de la Fe, creyendo lo que Él ha revelado y aceptándolo como regla de vida; segunda: incorporación a la Iglesia, fuera de la cual no hay salvación, por medio del bautismo; tercera: amoldar la vida a la fe que se profesa, de lo contrario la fe queda muerta y no es apta para dar la vida eterna” Bueno es reflexionar esta recomendación que está para quien se disponga hacer un cambio a su vida incrédula, de pecado, de temor, de miedo, de engaños y todo lo que de mal hace el pecador.

La regla de vida de salvación es creer en Cristo Nuestro Señor, y que el bautismo es una consagración del alma que a través de su existencia terrena será conservar el Sacramento del Bautismo es ser ya parte del camino de salvación luchar siempre porque permanezca la fe en todos los sentidos del alma y dominar el cuerpo cuando este maloso trate de inclinar a la tentación.
hefelira@yahoo.com

 

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