Lleva Honeyland su paraíso mielero

Agencia / Reforma
Cd. de México (20 febrero 2020).- Lo que iba a ser un documental enfocado en la conservación de la naturaleza, terminó en un filme sobre la última mujer recolectora de abejas en la península balcánica del sureste de Europa.

Se trata de Honeyland, dirigido por Tamara Kotevska y Ljubo Stefanov, que se estrena este viernes en México, tras competir en el rubro de Mejor Documental y Mejor Película Internacional, un hecho insólito, en la pasada gala del Óscar.

"Fue el viaje más loco y la temporada más inesperada que vivimos.

Todo empezó con el estreno en Sundance y luego fuimos a unas 100 salas de todo el mundo a estrenarlo, fue maratónico.

"En India o Nueva York, en cualquier país de Europa o en Australia, opinaban muy similar, les encantaba el relato.

Y la idea original era que fuera sobre la conservación de la naturaleza, pero todo cambió. La nominación en categoría de Película Internacional nadie la esperaba, ni la distribuidora", apuntó Kotevska en entrevista.

En la conversación exclusiva, la cineasta comentó que tuvieron más de 500 horas de rodaje que debieron resumir en dos horas.

El equipo de producción se encontró con Hatidze Muratova, una mujer casi de medio siglo que vive comprometida al cuidado de su madre y es muy conocida en un pequeño pueblo de Macedonia por criar colonias de abejas en cestos hechos a mano y que deja escondidos entre las rocas.

Ahí fue donde se afincó durante varios meses para capturar ante la lente la vida rural de la mujer soltera, y muy irascible, que le causó curiosidad a los directores.

Ella fue el centro de atención en esta producción donde el conflicto surge cuando llegan una familia completa a instalarse muy cerca de las colmenas de Hatidze y amenazan su paz y la de los insectos.

"A ella le encanta la gente, pero estaba muy reacia a nuestra presencia al principio.

Poco a poco se fue acostumbrando y conseguimos adentrarnos en los aspectos más personales de su vida.

"Pienso que se sintió muy conmovida de que quisiéramos contar su historia.

A la otra familia la conocimos después, no estaban interesados y no entendían mucho nuestro propósito los convencimos de que todo sería muy respetuoso".