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Camino a Roma

El documental muestra el trabajo de Cuarón en "Roma". Foto: cortesía: Netflix
El cineasta Andrés Clariond expone en exclusiva para Grupo REFORMA cómo fue para él trabajar Camino a Roma, documental de Netflix que expone más a fondo la realización de la multipremiada Roma, de Alfonso Cuarón.
sábado, 8 de febrero de 2020
Por: Andrés Clariond Rangel
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Agencia / Reforma
Monterrey, México (08 febrero 2020).- El cineasta Andrés Clariond expone en exclusiva para Grupo REFORMA cómo fue para él trabajar Camino a Roma, documental de Netflix que expone más a fondo la realización de la multipremiada Roma, de Alfonso Cuarón.


Cuando le propuse a Alfonso Cuarón documentar el rodaje de Roma, jamás imaginé que iba a registrar un hecho histórico.



La película de Cuarón terminó siendo un fenómeno global, nominada a 10 premios Óscar y ganadora de 3 estatuillas, con un paso exitoso por todo el mundo con premios como el León de Oro en Venecia, los BAFTA y los Arieles en México.

Durante su estreno hace poco más de un año, Roma acaparó las redes sociales, las conversaciones familiares y las mesas de los cafés.

Padres e hijos comentaban sobre la nostalgia, la Ciudad de México en los años 70 y la precisión de Alfonso para traer al presente toda una era con lujo de detalles.

La joven protagonista, Yalitza Aparicio, saltó a la fama con su poderosa interpretación inspirada en la nana del director.

Este martes 11 de febrero se estrena por Netflix, a nivel mundial, Camino a Roma, el documental que codirigí junto a Gabriel Nuncio sobre el proceso creativo de la última película de Cuarón.

Una idea que empezó en un interés personal por hacer una master class para cineastas, con la cual en un principio Cuarón no comulgó.

En octubre del 2016, en una fiesta del productor de Roma, Nicolás Celis, Alfonso me insistía que lo mejor era hacer un documental sobre las diferencias entre el México de los años 70 y el actual.



A él le interesaban los cambios en la alimentación y la apariencia de los mexicanos. Al comparar las fotos de los mismos lugares con 50 años de diferencia se podía ver la cantidad de gente con sobrepeso en la actualidad.

Si bien su idea era atractiva, mi profesión de cineasta me impulsaba a indagar en el genio de Cuarón.



Gabriel y yo teníamos de referencia el famoso intercambio entre Francois Truffaut y Alfred Hitchcock, en el que el cineasta francés escarbó en la mente del director inglés para conocer sus decisiones creativas y sus motivaciones personales.

Ese conjunto de entrevistas quedó plasmado en un libro que a 50 años se sigue imprimiendo.

Finalmente Alfonso dio el visto bueno a nuestra propuesta y empezamos a documentar el rodaje, un minucioso trabajo que corrió a cargo del fotógrafo Marcelo Galán, quien tuvo el ojo de capturar los momentos más valiosos.



La instrucción era mantenerse lo más cerca posible de Cuarón y estar atento de cualquier acceso a decisiones creativas del director.

Una tarea complicada dada la tensión que se vive generalmente en el set y más en un set comandado por Cuarón.

Después de más de 20 semanas de filmación y 400 horas de material capturado por nosotros siguió el momento de la entrevista.



Gabriel y yo tuvimos el privilegio de ver la película terminada antes de su estreno en Venecia para poder preparar las preguntas, las cuales elaboramos con la ayuda de la crítica de cine Fernanda Solórzano.



Para la entrevista con Cuarón rentamos una casa en la Colonia Roma, que junto al director de arte, Sebastián Narbona, decoramos con el fin de darle una apariencia acogedora con algunos accesorios de la película como torres de libros en el suelo, una pintura del mar y otros adornos alusivos a Roma, elementos filmados a dos cámaras por el director de fotografía, Juan Pablo Ramírez.

Esperamos a Alfonso con ansias y con el miedo de que cualquier cosa fuera de lugar o una pregunta indiscreta diera al traste con el proyecto e interrumpiera abruptamente la entrevista.

Pero él llegó y se abrió por completo, al grado de bromear de si yo me creía Freud con mis interpretaciones y cuestionamientos de lo que quiso decir en la película.

Con dos horas de Cuarón hablando de temas que iban de la historia de México a sus memorias más íntimas, tuvimos la última pieza de un rompecabezas que el editor, Pedro García, se dio a la tarea de estructurar y darle forma.

Después vinieron muchas vueltas entre Alfonso y nosotros hasta que el corte final fue aprobado.

Hoy me siento muy satisfecho con Camino a Roma.



Creo que se consiguió justo lo que buscaba: yo no quería un detrás de cámaras anecdótico y superficial, sino algo que fuera a la médula del proyecto.

Ojalá este trabajo le permita al público redescubrir Roma y, al conocer sus entresijos, apreciar de una forma más intensa su belleza.

Considero que a través de Camino a Roma, Alfonso nos regala una ventana a su genialidad.

 

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