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Luchan contra cáncer, célula por célula

La lucha contra el cáncer ha llegado a un punto en el cual los científicos buscan combatir la enfermedad una célula a la vez.
jueves, 30 de enero de 2020
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Agencia/Reforma
La lucha contra el cáncer ha llegado a un punto en el cual los científicos buscan combatir la enfermedad una célula a la vez.
¿Célula por célula entre las millones que hay en el cuerpo humano?
Por más abrumador que esto suene, ahora los investigadores son capaces de concentrar sus análisis en unidades dentro de las diversas poblaciones celulares en tejidos vivos, incluyendo los tumores cancerígenos.

Se trata de la genómica unicelular.
"Nos dimos cuenta que los tejidos que estamos habituados a estudiar en realidad están compuestos de muchas células diferentes.

Y para realmente entender lo que pasa tenemos que bajar al nivel unicelular, porque las células son los bloques de construcción que hacen todas las operaciones", explica en entrevista el biólogo computacional y de sistemas Itay Tirosh (Ramat Gan, Israel, 1978), quien recientemente visitó México.
"En cuanto al cáncer, esto es particularmente relevante", añade, "porque a medida que las células evolucionan, células individuales pueden tener un comportamiento único".
La metástasis, ejemplifica el investigador del Departamento de Biología Celular Molecular del Instituto Weizmann de Ciencias, en Israel, es uno de los problemas particulares que dificultan eliminar el cáncer y se debe a determinadas células que cuentan con una capacidad migratoria.
¿Cuáles son estas células? ¿Qué les permite migrar? Son las preguntas que los científicos buscan responder al poner la mira ya no sólo en los tejidos y tumores, sino en las células que los componen.
Otra situación común, continúa Tirosh, es el problema de la resistencia.

Es decir, que los pacientes tengan una buena respuesta a sus tratamientos, y que los tumores se encojan e incluso ya no se detecten, pero tras seis o doce meses estén de vuelta.
"En algunos tipos de cáncer este es siempre el caso, siempre vuelven, y lo hacen en la misma ubicación.

Cuando miramos a esas células, cuando las analizamos, tienen la misma mutación, así que sabemos que vienen de las mismas células originales.
"Eso significa que nuestros tratamientos, que presumiblemente funcionan bien, no lo hacen lo suficientemente bien, no matan a todas las células, algunas sobreviven.

Y eso significa que la razón básica por la que el cáncer vuelve es la diferencia entre las células: algunas mueren por el tratamiento, otras no", expone el científico.
A través de la secuenciación de ARN de células únicas, técnica que posibilita medir y analizar miles de células individuales simultáneamente, es como Tirosh y otros científicos han ido allanando este campo en los últimos años.
"Aislamos el ARN y lo secuenciamos, y entonces sabemos qué genes están activos en esa célula", precisa.
Esto brinda oportunidades sin precedentes para investigar las diversas células malignas, madre estromales e inmunitarias en el microambiente tumoral de los pacientes, incluso en diferentes etapas del tratamiento contra la enfermedad.
"Esta es una nueva tecnología que está cambiando la biología, cambiando cómo analizamos muestras biológicas, y está afectando todo tipo de campos en la biología.

Yo fui afortunado de hacer mi posdoctorado en uno de los laboratorios pioneros en desarrollarla, en el Instituto Broad del MIT y Harvard", comparte.
Gracias a esta técnica, que pese a ser costosa ya se utiliza en varios laboratorios alrededor del mundo, el biólogo israelí y otros investigadores lograron mostrar, por primera vez, la heterogeneidad dentro de los tumores del glioblastoma multiforme --un tipo agresivo de cáncer cerebral--, en el cual fueron detectados cuatro patrones distintos de células.
Posteriormente, en pruebas experimentales con ratones de laboratorio, descubrieron que cada una de estas células posee la capacidad para mutar en las otras tres.

Lo hicieron al inyectar un solo tipo de células cancerígenas de glioblastoma en los ratones, en los que después se desarrollaron los demás tipos.
A decir de Tirosh, aquí podría radicar una clave importante para mejorar la atención y el combate a una de las enfermedades que más vidas cobra en pleno siglo 21.
"Si sabemos que un tumor como el glioblastoma está típicamente compuesto por cuatro tipos de células, podemos probar cómo cada una de esas cuatro responde a diferentes tratamientos para definir cuál es la combinación que erradicará a todas, e intentar esas combinaciones en pacientes.
"Esa es la meta a largo plazo", define.
También se espera que puedan descubrirse nuevos objetivos potenciales basados en las características genéticas, moleculares y celulares de cada paciente y tumor.
El largo camino
Aunque científicos como Itay Tirosh comienzan a tener resultados positivos en la comprensión de distintos tipos de cáncer gracias a la genómica unicelular, el camino para que esto pueda ayudar a reducir la cifra de muertos por esta enfermedad aún es largo.
"El que sepas cómo lucen las células no quiere decir que sepas cómo tratarlas.

Y aún cuando sugieras: 'De acuerdo, este tratamiento puede ser bueno', tienes que probar cómo afectará a los pacientes, la toxicidad", indica el biólogo israelí.
"Nosotros hacemos la investigación y luego la pregunta es: '¿Qué aprendimos de ello?' '¿Cuál es el siguiente paso?'.

Eso no es obvio. ¿Cómo nos movemos de ello a un tratamiento? Tenemos que dejar a los investigadores hacer su trabajo, ver qué encuentran en ello, y después podremos empezar a pensar cómo usar eso para definir nuevos tratamientos".
Por este motivo, y porque la complejidad de los tumores parece plantear un escenario mucho más complicado, Tirosh ha notado que algunas de las charlas que da al respecto, atendidas con mucho interés, pueden tornarse un tanto pesimistas.
Para él, no obstante, es todo lo contrario: finalmente están hallando un poco de luz al final del oscuro túnel.
"En tanto estudiamos esta diversidad (celular), lo que empezamos a ver es que la diversidad no es infinita y, de hecho, hay una estructura y una cantidad limitada que cubrir.

Eso significa que vemos el final, el final de la complejidad.
"Aún no estamos ahí, pero ahora podemos finalmente definir dónde está el fin, dónde seremos capaces de detener todo lo que queremos detener", confía Tirosh.

 

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