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Agencia Reforma
CIUDAD DE MÉXICO
A Marco Antonio Ruiz se le quebró la voz. Casi se suelta a llorar durante una transmisión en vivo, minutos después de que México avanzara a la Final del Mundial Sub 17 en la que hoy reta al anfitrión Brasil.
Resistió el plomazo emocional.
Para entenderlo, habrá que recordar la lucha interna que encaró desde julio de 2018, cuando encabezó el ridículo del Tri Sub 21 que quedó eliminado en Fase de Grupos de los Juegos Centroamericanos.
Aún es una incógnita saber a quién le rezó para mantenerse en Selecciones Nacionales. Fue relegado a la Sub 17 y esperó un año para comprobar el cliché "el futbol da revanchas".
El "Chima" y esta Selección encajan a la perfección en ese calificativo, de la revancha.
Comparten un sendero rocoso y áspero.
No fue Ruiz el primero que lloró en este torneo, sino el capitán Eugenio Pizzuto, expulsado en el debut contra Paraguay.
Después más de un jugador se quebró cuando Italia ganó de último minuto en el segundo partido. México parece convivir con la tragedia en momentos decisivos.
También es una incógnita saber a quién le rezó la plantilla para revertir la tendencia.
Y es que lo mejor que le pudo pasar al Tri fue clasificar de panzazo, como tercer lugar, porque le tocó una llave más accesible que la del líder Paraguay y el sublíder Italia.
Los guaraníes se cruzaron con Argentina y Holanda, los italianos frente a Ecuador y el anfitrión Brasil, y los mexicanos ante Japón y Corea del Sur.
México fue superado futbolísticamente en la Semifinal frente a los holandeses y aun así ganó; esta vez no hubo cabida para el "jugamos como nunca y perdimos como siempre".
La mala suerte se cansó de cachetear a los futbolistas mexicanos, quienes hoy van por la proeza en casa de Brasil, los cuales sueñan con darle al País el tercer título en la categoría y ahora sí poner a llorar de pura alegría a Marco Antonio Ruiz y a millones de mexicanos.