A sólo cinco años de haber iniciado su carrera como diseñadora orfebre, Ruth Zamorano está deleitada con las piezas que logra.
Es el surrealismo el terreno donde a ella le gusta moverse, dice a partir de formas orgánicas que resumen su pasión por la joyería.
Estudió diseño de modas en Guadalajara, de hecho es ilustradora y fue maestra de la materia hasta que un día encontró que las joyas visten, es más, hablan y se pueden convertir en más que un complemento de la ropa.
Ruth, vestida en un traje color mostaza, define la moda como un tema de búsqueda constante. "La moda se reinterpreta a sí misma igual que lo hace la joyería.
Las mujeres hacemos lo mismo, nos reinterpretamos a través de la moda, reaprendemos a vernos, nos inventamos sueños", dice la artista proyectándose en un grupo de elementos que parece son insectos de cuerpos luminosos transformados en brazaletes, pendientes y anillos.
Su complemento, formas geométricas, o finos anillos circundados por diminutos brillantes que se intercambian. Su idea como joyera es hacer piezas que trasciendan por sus materiales nobles y contenido.
Sus piezas aspiran a poseer una etiqueta imaginaria que se llama eternidad.
De la Colección "Magic garden", Ruth da lectura a una especie de gran flor o mandala que es su logotipo. Los peces que le componen emergen y son indicadores de sobrevivencia.
"Van contra la corriente", explica la artista nayarita que también recolecta caracoles y perlas nácar para ensartar sencillez y sofisticación.
"Me propongo hacer joyas y no bisutería. Soy ama de casa que además le toca andar guapa y cocinar. Mi inspiración nace bajo el mismo Sol y la misma Luna que inspira a todos los seres humanos.
Mis mejores joyas son los momentos que paso junto a su esposo, eso, no tiene valor", afirma Ruth Zamorano, también reconocida por elaborar piezas únicas que inspiradas en la obra del artista Pedro Friedeberg, acompañaron la colección de otra artista del diseño, Daniela Villa.