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Resiste rebelión ecológica en París

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Manifestantes acampan en la Place du Chatelet. Foto: Bulmaro Martínez
Los peatones que intentan atravesar el Pont au Change son abordados por Helena, militante ecológica de 25 años, quien les informa que la Policía mantiene bloqueado el otro lado del puente y es imposible cruzar por ahí.
jueves, 10 de octubre de 2019
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Agencia/Reforma

París, Francia (10 octubre 2019).- Los peatones que intentan atravesar el Pont au Change son abordados por Helena, militante ecológica de 25 años, quien les informa que la Policía mantiene bloqueado el otro lado del puente y es imposible cruzar por ahí.

Ella es una de miles de activistas que duermen desde el lunes en el campamento que el movimiento Extinction Rebellion (XR) instaló en la Place du Chatelet, en el corazón de la capital francesa.

"Es importante hacer ver que somos muchos los que estamos preocupados por la crisis ecológica", dice, "ésta es la ocasión para reunirte con gente que piensa como tú y que, como tú, quiere actuar.

Eso es lo importante".

La ocupación de la Place du Chatelet se inscribe en la serie de acciones que XR comenzó el 7 de octubre y que ha incluido protestas y toma simbólicas en el centro comercial Place Italie II y, ayer, bloqueos en McDonalds y Starbucks de la Rue Rivoli, una de las principales avenidas de la ciudad.

Esta semana también se replicó en ciudades como Madrid, Londres, Berlín, Roma o Dublín, que suman a decenas de miles de activistas.

Extinction Rebellion es un movimiento ecologista global que nació en Inglaterra en 2018 y que, a través de manifestaciones públicas y una extensa red de comunicación, pretende captar la atención y la adherencia de miles de personas para ejercer una presión más efectiva que obligue a Gobiernos y empresas trasnacionales a actuar para mitigar los efectos de la crisis ambiental.

En el campamento de la Place du Chatelet se han construido ya baños portatiles ecológicos, una cocina operada por voluntarios, salas para impartir talleres de "Desobediencia civil no violenta" y un espacio amplio y abierto para las asambleas ciudadanas que se realizan dos veces por día.

"Queremos mostrar que estamos en colera, que el sistema de consumo actual ya no es sostenible, pero también queremos mandar un mensaje a la gente que sabe de nosotros por noticias o nos ve aquí camino a su trabajo.

Queremos hacerles ver que la crisis ambiental nos concierne a todos", dice Arnault, estudiante de Ingenieria de 22 años.

En las asambleas cualquiera puede pedir la palabra. Los activistas ensayan un tipo de democracia que se sujeta a reglas establecidas y enseñadas en sus talleres: gestos con las manos hacen ver al orador en turno que su idea fue previamente discutida o que se está o no en desacuerdo con lo que se plantea en propuestas que normalmente no pasan de dos o tres minutos para que, dicen, la comunicación fluya más eficazmente.

Ayer, mientras se celebraba a asamblea al mediodía, otro grupo de activistas se desplazó a la Rue de Rivoli para dar seguimiento al programa de actividades de XR, que contemplaba la ocupación de la propia avenida y el bloqueo a cadenas internacionales de comida rápida.

El reto más grande de Extinction Rebellion es sensabilizar al grueso de la población que no se implica en la causa ecológica, dice Helena mientras carga la edición del día de "RIO" (Rebelión Internacional de Octubre), la gaceta que el movimiento imprime diariamente para informar sobre los acontecimientos de las movilizaciones anteriores y los de la jornada.

"Empresas trasnacionales y Gobiernos son culpables por igual, su indiferencia al desastre ambienta en todos estos años los hace culpables", dijo Helena, "si pudiera tener en frente a (el Presidente francés, Emmanuel) Macron o a Trump les diría: escúchenos y actúen ya"

 

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