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Aclara ciencia lo simple

¿La culpa de la infidelidad amorosa la tienen los genes?
lunes, 29 de julio de 2019
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Agencia/Reforma

Antes de responsabilizar a su ADN de ser menos sensible a la oxitocina, dopamina y vasopresina, sustancias encargadas del apego sexual, empatía y unión, considere la explicación de la doctora en ecología evolutiva por la UNAM, Alejandra Ortiz Medrano.

"Si esto fuera verdad, la mitad de la población del mundo tendría ese gen; pero se estima que menos del 10 por ciento lo tiene y 50 por ciento ha sido infiel.

Además, los estudios que avalan esta explicación tienen inconsistencias, por lo que se duda que en verdad exista un gen de la infidelidad", aclara.

La especialista se dio a la tarea de resolver con evidencia científica esta y otras preguntas recurrentes en El libro de las investigaciones medianamente serias (Planeta).

Agrega, por ejemplo, que si fuera cierto que las embarazadas tienen antojos porque desean los nutrientes que requieren, pedirían espinacas y no pasteles.

La realidad es que tienen los mismos antojos que cualquiera, pero mayor permisividad social para saciarlos, explica.

"El propósito principal que tuve con el libro fue compartir el gozo y el placer que me provoca el entendimiento científico del mundo", dice en entrevista.

Acostumbrada a que varias personas la cuestionaran sobre temas cotidianos --como por qué te mareas si lees en el coche--, lanzó una convocatoria en redes sociales para que la gente le enviara dudas de ese tipo y así nació su investigación.

Por ejemplo, ¿te has preguntado si el estrés provoca la aparición de canas? La autora contesta que sólo el estrés oxidativo puede acelerar su aparición, pero no el estrés del trabajo o del tráfico.

Los melanocitos son células que pigmentan cada cabello, pero al envejecer dejan de hacerlo. El estrés oxidativo se refiere al daño que las moléculas de oxígeno causan en las células, haciendo que éstas dejen de funcionar correctamente.

Y lo que puede hacer es acelerar el envejecimiento del cabello, plantea en el libro.

Difundir este tipo de información tiene como propósito principal entender el mundo desde el conocimiento científico, dice la autora en entrevista.

"Lo que pretendo es que la gente sepa que estos fenómenos que parecieran poco significativos en realidad pueden ser súper interesantes", agrega.

Algunas de las preguntas que recibió la sorprendieron, pues ella no se había planteado por qué es tan rico hacer popó, asegura, o por qué hay personas que se parecen a sus perros.

La bióloga desea que su libro atraiga a quienes ya están interesados en la ciencia, pero sobre todo, a los que no han tenido un acercamiento todavía o creen que no les gusta.

"Que sea un libro que genere lo que a mí me provocó escribirlo: diversión, que, de verdad, de repente se rían".

Para ello, indica, creó un libro ligero y breve. Cada capítulo, afirma, está pensado para leerse en una sentada entre estaciones del metro, en una sentada en el baño o mientras esperas por una consulta médica.

"Yo lo que quiero en mi vida es ligereza, lo cual no significa que eso no pueda llegar a ser profundo. Y también quiero que a la gente le parezca un libro ligero con contenido interesante y bien sustentado".

 

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