No endiosar. Nosotras tendemos a colocar atributos de “Nobleza Inglesa” a un tipo del montón. ¿Se imaginan lo que es para él tener que competir con el súper hombre que tenemos en nuestra mente? Eso es imposible.
Así que cuando conozcas a alguien, antes de canonizarlo y ponerlo en el altar mayor, afina el ojo y sé clara contigo. Ponlo a tu nivel, no es mejor ni peor que tú.
El tiempo es el único que nos dejará ver la realidad de ese ser que se nos está vendiendo.
No justificar. ¿No llamó más?, ¿No apareció más?, ¿No manda ni un miserable mensajito de texto? Pues no le interesas y ya.
No se acabó el mundo ¡A otra cosa mariposa! Nuestro ego nos mata. Tendemos a justificar la ausencia con “Estará ocupado”, “Se le habrá olvidado”, “Tiene miedo”, “Es tímido”.
No hay peor ciego que el que no quiere ver. Si un hombre está interesado en una mujer se lo hace saber y punto.
No te regales. La desesperación se nota.
Es un tema energético. Eso se huele, se sabe, se siente y no hay explicación. Relájate, sé dama. Déjate querer, deja que te busque, déjate invitar.
Piensa que tú eres objetivo, meta, llegada…y mientras más retrases el momento del “premio mayor” más ansias tendrá por tus huesos.
Pon tus reglas.
Pide lo que te gusta. Dile lo que esperas que haga. Si lo hace es una buena señal. No creas que por solicitar lo que quieres y cómo quieres que sea su comportamiento contigo, va a salir corriendo y si lo hace pues no era para ti.
Ámate.
No hay mejor manera de recibir amor que dándotelo a ti misma. Piensa que tu relación contigo es el reflejo de la relación que vas a tener.