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Reconoce el PRI debacle histórica

La presidenta nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu, reconoció que ese partido atraviesa su peor momento, afectado por escándalos de corrupción, duras críticas internas y restricciones económicas que lo obligarán a recortar su personal. Foto: Archivo
En plena catarsis por la peor derrota electoral de su historia, el PRI se reconoció como una organización desmembrada, con una vida interna fracturada
martes, 23 de octubre de 2018
Por: Claudia Guerrero
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Agencia / Reforma
Monterrey, México (23 octubre 2018).- En plena catarsis por la peor derrota electoral de su historia, el PRI se reconoció como una organización desmembrada, con una vida interna fracturada, una militancia sustituida por candidatos cuestionados, una clase política desplazada por camarillas y prácticamente sin dinero.

De acuerdo con un documento de la Comisión de Diagnóstico del tricolor, el 1 de julio, ese partido perdió el 95 por ciento de los 300 distritos electorales que estaban en juego y el 89 por ciento de las 9 mil secciones electorales que siempre habían sido ganadas por el PRI.

"Se puede decir que el partido, como organización, estuvo desmembrada.

La militancia fue sorprendida y sustituida por candidatos de dudosa trayectoria y prestigio", refiere.

"La vida interna del partido estuvo fracturada.

Nuestra estructura se encontró desmantelada. La canalización de recursos para apoyar las estructuras electorales y de promoción del voto, en el mejor de los casos fue incompleta y en otras ocasiones estuvo ausente".

Según el informe, las disputas entre los grupos a nivel nacional terminaron por contagiar a los priistas en los estados, quienes enfrentaron la contienda con una promoción del voto derrotada y una campaña sin discurso.

"Se exportó a las regiones pugnas nacionales de grupos o figuras.

Como se sabe, la lucha entre las cabezas se convierte en guerras muchas veces irreconciliables entre sus leales. La mística para promover el voto y construir estructuras electorales quedó derrotada", afirma.

"El discurso en las campañas fue disperso y contradictorio entre los diferentes candidatos.

Se presentó una especie se anarquía programática que diluyó la idea de un partido con un sistema de ideas".

En el análisis, también se acepta que el PRI no supo ser partido en el Gobierno y tampoco Oposición.

Detalla que, desde la Administración federal, el tricolor quiso repetir las prácticas hegemónicas del pasado, mientras que, desde la Oposición, se convirtió en una fuerza política ausente y hasta vendida.

"Cuando los gobiernos correspondían a otra fuerzas, el PRI no pocas veces fue un partido ausente, con posturas criticables o sin fuerza y convicciones para ser oposición, lo cual tuvo explicaciones no pocas veces sustentadas en el otorgamiento de dádivas".

El diagnóstico, compilado por el priista Samuel Palma, advierte que el tricolor se convirtió en una agencia electoral, que fue derrotada políticamente antes de ser derrotada electoralmente.

"¿Cómo pensamos que íbamos a ganar? El partido fue sustituido por una agencia electoral que olvidó a una gran clase política, desplazada por el dominio de grupos reducidos a la manera de camarillas", agrega.

 

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