REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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¡Yo soy, señor! ¡Señor perdóname!

…"Os digo, éste bajo (publicano) a su casa justificado, mas no el otro; (fariseo) por el que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado"…(Lc 18, 14 )
domingo, 29 de julio de 2018
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Reza el profeta; …"Bienaventurados los que observan sus instrucciones, y de todo corazón lo buscan"…Y más adelante, el Espíritu Santo hablando por intermedio de él, reza; …"Increpaste a los infatúos; (envanecidos y pavoneados) maldices a esos que se desvían de tus mandamientos"… Reprende y amonesta, a los que se apartan de la Ley; pero antes, los ha confortado con su Bienaventuranza, a fortalecer y vivificar la fidelidad del cristiano católico.

Jesucristo Nuestro Señor, ilustra a los siglos conocer, que en los actos del ser humano se encuentra dentro de cada uno, el bien y el mal anidado, por lo que al verse así mismo, decidirse a someter el mal y promover el bien en nuestro paso por el mundo, separando la actitud humana conocemos que hay dos clases de seres humanos, los santos que siguen el mandato divino; …"Buscad, pues, primero el reino de los cielos"…O sea, los que se reconocen culpables de sus faltas; por su vacilante conducta, el temor de Dios hace saber que perderán la gracia que han ganado, por lo que habrán de esforzarse por mantenerse en gracia; surge para bien el celo natural de cumplir de Cristo Nuestro Señor su doctrina y mandamiento de amor, haciendo de ellos regla y norma de vida; la práctica frecuente de sacramentos inflamará, apasionará y alimentará la fe, esperanza y caridad a perseverar en obras al prójimo; la oración suplicante que eleva el alma a Dios, cuando se ruega por sus favores y gracias, y así, cada obra de agrado al Señor abona a la salvación del alma; Cristo Nuestro Señor da la confianza para ello;…"Todo lo que pidiereis a Mí Padre en Mí nombre, os lo concederá"… Para ello, ¿Qué se tienen que vencer muchos obstáculos? ¡Así es! Esto se ha de comprender y entender, sí para ganarse un punto de calificación, un lugar en el trabajo, un ascenso en cualquier nivel de la actividad, ya no digo, ganar un peso moneda nacional, hay que esforzarse a fondo para obtenerlo, pues se ha de luchar siempre mucho más para vencer el estorbo de la tentación, luchar por mantener el alma limpia, muchas son las tentaciones, muchas las oportunidades de perder el alma en el mundo, y muchos los acusadores e incitadores, como muchas las provocaciones y las perturbaciones, bien sabemos estimado (a) lector (a) que en ello no hay exageración ¿Cuántas veces se ha caído en esa debilidad? Se ha caído porque se carece de la gracia que da el valor espiritual gratuito recibido de Dios, donde las facultades del alma, los bienes, gracias y dones recibidas del Señor, no se deben dejar en el aire, o anotado en el hielo de la indiferencia y el olvido; la solución es comprender que se tiene que vivir en el mundo, porque no hay otro lugar donde hacerlo, pero apegado a la palabra de Cristo Nuestro Señor en los Santos Evangelios, que muestran al pecador, que el gozo material no está la salvación sino en la humildad del corazón que habla al de Dios; …"Señor perdóname"…Por eso dijo; …"No os preocupéis, diciendo: ¿Qué tendremos que comer? ¿Qué tendremos para beber? ¿Qué tendremos para vestirnos? Porque esas cosas las codician los paganos"…Estos paganos y pecadores, son lo mismo en todos los tiempos del mundo, en nada se juzgan reos, se asemejan a los que están purgando en la cárcel su condena por los delitos cometidos, pero al hablar con ellos de la razón por el que están detenidos, resulta que todos se dicen ser inocentes; ¿Entonces no debieran estar en ese lugar? ¿La pregunta, por qué están ahí? Por cometer un delito o un crimen, pero no aceptan su responsabilidad, cayendo en el cinismo y desvergüenza.

El ser humano no quiere ni tiene el valor espiritual y moral, menos el civil, porque ambos lo ha perdido a voluntad, si teme reconocer sus delitos con el mundo, más lo tiene y hasta se acobarda reconocer sus errores para con Dios, sus agravios al prójimo, que por su orgullo y perversidad se empeña en hacer lo contrario al mandato divino; cree que aceptando toda seducción le llevará al agrado, sí, todo eso es pasajero, porque vuelve la seducción con más fuerza, hasta convertirlo el prisionero de ella, no se entiende ni se comprende que es un falso disfrute y no el orden de la vida de salvación, por eso no se detiene a recapacitar que el demonio es quien le lleva a los caminos para ir atando su alma a su voluntad, por ello lo induce a renegar de la obra de Dios, induce a despreciar su salvación, pero en conciencia ese pecador y ese incrédulo sabe que es inducido por su voluntad, personas así no pueden a si mismas corregir el curso de su vida, porque se han dejado llevar a la corrupción amoral y espiritual, envolviendo en esa conducta a la familia y su persona.

La violencia contra Dios es la actitud farisaica; …"¡Yo soy! ¡Señor!"…Es cuando la soberbia maligna acepta a que la ostentación exalte sus vanidades, pero al final de la vida terrena entenderá, que de nada sirvió enorgullecerse y envanecerse, dice San Ireneo; …"El hombre, es el receptáculo de los dones de Dios"…Y así es, es el recipiente en que va llenando el aceite de los actos de la vida.

Reza el evangelista; …"Para algunos, que estaban persuadidos en sí mismos de su propia justicia, y que tenían en nada a los demás, dijo también esta parábola"…Cristo Nuestro Señor propuso una parábola a los que le seguían del sanedrín; escribas, fariseos y sacerdotes, que estando con Él, hacían manifiesto la calidad de su santidad, ser modelos y ejemplo en que se tenían de sí mismos, exhibiéndose ante el pueblo de ser mas santos que Cristo Nuestro Señor, por lo que con mirada despectiva repasan de arriba abajo al Señor y a los demás, desestiman la sabiduría de Jesús y la religiosidad en los demás, por lo que con ostentación dándose a conocer como los únicos poseedores y legisladores de los oráculos de la ley.

Por su misericordia, Cristo Nuestro Señor viendo en sus corazones la perversidad, les dio en la parábola una señal de su misericordia para arrepentirse y por ella al razonarla de corazón, desengañarse de su soberbia maligna.
…"Dos hombres subieron al Templo a orar, el uno fariseo, el otro publicano"…Arriban al templo de Jerusalén por distinto camino, se tenía a la vista el fariseo, que pertenece a la secta que hace alarde y exaltación de la virtud que se ajusta a la ley y "normas morales"; el otro hombre, un publicano, recaudador de rentas al servicio de Roma, pertenecía a lo deprimente de Israel, se le consideraba ser un simple, una nada en Israel, cuyo trabajo era deprimente entre los judíos, decirle a alguien eres un publicano, era insultarlo porque significaba ser pecador, calificado culpable, fuera de vista de Dios, con estos y más calificativos ofensivos denigraban al que cumplía con su el trabajo de cobrar impuestos para el Imperio romano, la razón era porque el judío no quería pagar impuestos, y más los molestaba que uno de los suyos cobrará en favor del poder que rechazaban, por lo que ser publicano se consideraba una afrenta.


Ambos hombres han subido al mismo tiempo para hacer oración, alejado uno del otro se muestra ante Dios, el uno ostentoso y el otro apenado y atormentado.

El fariseo, llega al lugar del Santo de los Santos y se mantiene de pie cerca del lugar donde se encuentra, sin reverencia y nada de respeto, pero eso sí, embargado de presunción y orgullo, de jactancia y petulancia, vanagloriado y vanidoso se alaba y elogia al dirigirse a Dios; …"El fariseo, erguido, oraba en su corazón de está manera; Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, no como el publicano ese"…El fariseo, al caminar dentro del templo mira al frente pero está en todo, quiere ser visto, y lo logra; quiere ver quien lo ve, como lo ven y quien está en ese momento, lo sabe; se aprecia que al ingresar al templo lo hizo con ostentación para llamar la atención de la gente, que al verlo logra su propósito de ser admirado y se murmuran de su ropa, admirados por su santidad, dice el dicho; …Caras vemos, corazones no sabemos … Los asistentes al templo lo ven llegar frente al Lugar Santo, pero no escuchan lo que dice, porque hablo en pensamiento; …Os doy gracias, Señor, porque yo no soy ni ladrón, ni injusto, ni adultero, como los demás hombres, su acusación es flagrante contra el prójimo al que desprecia y enjuicia, lo juzga sin razón ante Dios, delibera sobre el prójimo creyendo tener una autoridad que en realidad no la tiene, más bien va contra Dios quien si tiene el derecho de hacerlo si quisiera al referirse al publicano, pero esté se califica de ser un miserable pecador, es un hombre que tiene pudor de sus pecados, por eso se quedó en la puerta del Templo, porque se consideraba indigno de estar frente al santo de los santos, ¿Qué hacía en la puerta el publicano? Hacia oración por sus pecados.

Y para pisotear más al publicano que estaba absorto en su plegaria, vuelve a la carga el fariseo; …"Ayuno dos veces en la semana y doy el diezmo de todo cuanto poseo"… Quiere este fariseo llamar la atención de Dios con mayor fuerza, lo más seguro es que su idea era atraer la mirada de Dios a sus"obras"que en su soberbia maligna era distraer a Dios y no escuchara al publicano, grave error su falsa apreciación, que error tan grande del fariseo, según eso hombre virtuoso, se ensalza como ejemplo de vida, creyendo que acusando a los demás de lo que no tienen congratulará con Dios su proceder.

La reflexión sobre esta parábola con que nos ilustra Cristo Nuestro Señor, nos lleva a sus discípulos que, al escuchar profetizar a su Maestro, se conmovían, porque toda profecía se convertía en realidad, bueno, está parábola es eso, la profecía en que Jesús habla de la realidad humana, el fariseo cometió pecado de palabra, obra y pensamiento al ofender con gravedad al prójimo, de donde es bueno hacernos en lo íntimo la pregunta; ¿He hecho lo mismo en la vida? ¿He imprecado al prójimo por veo que es más santo que yo? ¿He exaltado mis obras ante el Señor para que vea que cumplo mis obligaciones? Tú conoces la respuesta.

Cuantas veces se escuchan criticas maliciosas contra personas, familias, compañeros de trabajo, las relaciones personales, cosas que ni al caso vale la pena gastar saliva, pero el machacar juzgado al prójimo de lo que es él, sea bueno o malo, de lo que el ofendido no se entera, pero Dios tiene pleno conocimiento de esa crítica maligna y maliciosa, que por lo general surge motivada por la envidia, el rencor y falta de caridad, con más saña se va contra la vida piadosa de la persona, se ambiciona no poseer esa vida de verdadera virtud, creyendo que poniendo en evidencia su vida, los demás lo echaran por tierra.
Veamos al publicano, puesto de rodillas, con profunda humildad ruega a Dios la vergüenza de sus pecados, lo hace arrepentido de ellos; …"El publicano, por su parte, quedándose a distancia, no osaba ni aún levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios compadécete de mí, el pecador"… ¿Qué pide el publicano con fervor? El perdón por sus pecados, suplica compasión, implora con ruegos y lágrimas, descarga todo el peso de sus malas obras.

Refiriéndose al fariseo, dice Teofilacto; …"Distaba del fariseo en las palabras, en las actitudes del corazón. No levantaba los ojos al cielo, porque juzgándose indigno de llevar a lo alto los ojos que se habían complacido con las cosas bajas de la tierra, hería su pecho, castigándole como fuente de malos pensamientos, y excitándose como dormido en el servicio de Dios.

Confesaba sus pecados, pidiendo misericordia a Dios. Todo en él era humildad y reverencia, como en el fariseo era soberbia (maligna) y petulancia"… Concluye el Señor impartiendo su Catedra a los siglos…"Os digo: éste bajó bajo a su casa justificado, mas no el otro; porque el que se ensalza, será humillado; el que se humilla será ensalzado"…Aquí tenemos la virtud que carece la humanidad de este siglo: la humildad que supere el peso de nuestros pecados, más la realidad es que brillan mas los pecados y se apaga la humildad, Jesús nos enseña a ser humildes de corazón, o sea siempre, y siempre del corazón vendrá la humildad, pero el incrédulo con insolencia dice, ¡Él! ¡Hay que dejar de lado esta amargura que prolifera en el mundo pagano que vivimos! Imitando al publicano, que levanta su alma tocando a Dios, quien, al ver su corazón pesaroso y afligido, contrito y agobiado, el peso de sus pecados perderá su peso por obra de la misericordia del Señor.

El resultado de estas dos oraciones, una ilusoria y otra verdadera, ambas distintas, el publicano arrepentido de corazón se puso de pie y se traslada a su casa justificado, va perdonado por Dios de sus culpas; el fariseo, volvió a su casa cargando todos los delitos que sobre él han venido a causa de su mala interpretación de la ley y soberbia maligna.

No entremos a la Iglesia como lo hizo el fariseo, porque impío se saldrá de ella; No entremos hacer la"oración"que acusa y delata el propio pecado.

Bueno es preguntarnos, ¿Podríamos tener el valor de hacer un acto público como lo hizo el publicano? Sin levantar la vista herirse el pecho y decir a vida voz; …Dios mío ten piedad de mi que soy un miserable pecador… El respeto humano lo impedirá, quien no tiene idea de lo que sucede en la humanidad, cándidamente dirá: nuestro tiempo es diferente, ¡Claro que lo es! Porque este es de incredulidad, y dirá de esta expresión; ¿Oye qué le pasa? El aprendizaje que de Jesucristo Nuestro Señor recibimos en está parábola es entre otras muchas: No nos gloriemos del bien que hayamos podido hacer, sino queremos perder el mérito de ellas.

Y no tener en el corazón la vanidad al decir: ¡Yo soy, Señor! Sino que con humildad y perseverancia hacer el bien sin mirar a quien, inclinados de corazón decir: ¡Señor, Perdón!
hefelira@yahoo.com

 

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