REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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Quiero queda limpio

… “Y he aquí que un leproso se aproximó, se prosternó delante de Él y le dijo: Señor, si Tú quieres puedes aliviarme “… (Mt 8, 2)
domingo, 21 de enero de 2018
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Quien hace por otros, hace por sí. Está entendido, Cristo Nuestro Señor después del sermón de la montaña, alivio e inflamo los corazones, al enunciar la conducta vital a la que habrá de apegarse el cristiano católico, para obtener por la gracia el merecimiento de ser recibido en el reino de los cielos, siendo está la razón de predicar las ocho felicidades que introduce Jesús en las almas por las Bienaventuranzas, cuando dijo; …” Bienaventurados los pobres de espíritu, porque a ellos pertenece el reino de los cielos.

Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados” … Reza San Lucas; …”Llenó de bienes a los hambrientos y a los ricos despidió vacíos “… No entendamos, que el evangelista da entender que dio comida para satisfacer el estómago, lo que Jesús expuso, fue donde encontrar los bienes que alimentaran el alma a través de las obras para Dios y al prójimo, al mencionar a los ricos, se refiere a aquellos que teniendo bienes materiales del tamaño y cantidad que sea, creen tener todo a su favor y pueden por eso salvar su alma, en su mayoría, según su pensamiento creen que están en condiciones de afrontar las cosas de la vida, y hasta las que vengan después de la muerte.

Jesús nos enseña a ser pobres, no refiriéndose a los que carecen de bienes materiales, sino a los del espíritu, porque en ellos, Él se gozará; al afligido por sus pecados, le hace saber que siempre está a su lado confortando su alma; esta pequeña semblanza es una parte de la parte del sermón de la montaña que Cristo Nuestro Señor descubre a su pueblo y a la posteridad de siglos, para no hacer confianza a los logros del mundo, porque se caerá en toda clase de desenfrenos morales y espirituales, familiares y personales.

Jesús por medio del Apóstol deja impreso a la humanidad de cada siglo, corregir su vida y ganar su lugar en la Cena del Señor, cuando dice; …” Todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia (maligna) de la vida, que no es del Padre sino del mundo “…Meditemos, la concupiscencia de la carne, es la de los sentidos, enemiga del espíritu; la de los ojos, el lujo insaciable de la avaricia, hace que el hombre envidiando las cosas superfluas, que se han fijado en el corazón, estos tiempos de “Derechos” no se cree pertenece a Dios, sino al ser humano; la soberbia (maligna) de la vida, es el amor de la humanidad por las cosas mundanas, su perversidad está atenta a justificar las demás concupiscencias, porque ambiciona la gloria de la tierra, arrebatando a Dios lo que es a Dios su alma.

Continuando; …” Y cuando acabó de decir todas sus palabras al pueblo, que las oía, se entró en Cafarnaúm “… Las muchedumbres siguen motivadas a quien ha puesto sobre su corazón la esperanza de una vida eterna que sabían existía, pero desconocían como obtenerla, su palabra venció las oscuridades del alma, pero deseando escuchar más de la Doctrina que Jesús da a conocer para su salvación, va a mostrar su omnipotencia que solo es de Dios, ya que Él como Dios, todo lo puede el deseo de su misericordia, para que la muchedumbre crea en el Hijo de Dios hecho hombre.

Toda la obra que Jesús realizo en su venida al mundo, vino en la inteligencia infinita de Dios desde antes de la creación del mundo, en ella, Dios ordeno cada paso que su Amado Hijo daría en los campos fértiles de las almas que vino a salvar.

La predicación impartida por el Señor en la Montaña, corrió distancias entre los labios de los que escucharon a otros, e infinidad de oídos conocieron su enseñanza y se conmovieron; otros se sentirían mal por no haber estado ante Él, pudiendo haber estado; otros imposibilitados por el trabajo añoraron estar presentes; los agobiados por sus enfermedades queriendo estar ahí, sus males se los impidió; había otros que teniendo movilidad, su enfermedad contagiosa los hace despreciados por el pueblo, que de acercarse seria violar la distancia permitida, podía la gente quitarles la vida a pedradas, debido a las pústulas de su cuerpo el olor es molesto y desagradable, como repugnante, quiso ir el Señor a uno de estos hombres agobiados por la lepra; quiso ir al más relegado y menospreciado de Israel: el leproso, ello nos recuerda el nacimiento de Jesús en la cueva de Belén, las primeras almas que fueron adorarle, son los pastores, los desairados y desestimados por el sanedrín; pero los leprosos eran obligados a vivir lejos de la población, lo que hacía su forma de vida miserable, en continua desgracia y triste, habitaban en lugares improvisados, sus familiares dejaban a distancia sus alimentos evitando el contagio, entre ellos se limpiaban la carne de su cuerpo en mal estado, fue precisamente a ellos a los que Cristo Nuestro Señor se acercó, para dejarnos la manifestación de su obra a realizar, y sea esta motivo de ver a nosotros mismos el mal obrar que a diario cometemos.
Reza el Evangelio; …” Y he aquí que un leproso se aproximó, se prosternó delante de Él y le dijo; Señor, si Tú quieres, puedes limpiarme “… Sin duda que el leproso había escuchado de la gente emocionada sus platicas sobre la enseñanza de Jesús y en el silencio de su corazón se conmovió, medito sus palabras y vino en él una paz interior que lo lleva a tener esperanza en Él, por los comentarios entendería que la causa de su enfermedad es consecuencia de sus pecados, los repasaría y convencido de que hizo mal tras mal, se ha arrepentido, surge una luz tenue en su corazón que va en aumento, y diría: …¿Qué debo hacer para que mi alma este tranquila? Pues de esta enfermedad moriré y no alcanzare a salvarme … La enseñanza que ha recibido del Maestro Jesús, fructifica en este hombre, la luz interior en su alma se va haciendo de más claridad conforme se afirma en su arrepentimiento, siendo más real en su corazón, hasta que la fuerza de la luz interior enciende aún más su fe, diría en sus adentros; …¡Solo Él puede limpiar mi alma, mi cuerpo no me interesa, quiero tener en paz mi alma… Reconoce que su condición de leproso no le permite ir hasta donde se encuentra, sabe que Jesús está rodeado de gente sana, que al verlo le pueden quitar la vida.

Cristo Nuestro Señor, escucha y ve los corazones buenos y de mala conducta, en los primeros fortalecerlos y los segundos tenderles su mano misericordiosa.

La omnipotencia de Dios no tiene fin, entre los millones de seres humanos que hoy habitan el mundo, detecta en el acto la fe entre esa masa humana y la aviva, así fue en este leproso, Jesús conoció la disposición de su alma y su fe, a su vista está sobresale de entre todas las almas que le rodean, e incluso lo aprecia en la región donde se encuentra, y al momento fue a ella, a buscar la oveja perdida, por eso cuando el leproso lo ve, Jesús se adelanta resuelto, sin duda que al avanzar va al encuentro del leproso, para esto ya ha apaciguo los corazones de la muchedumbre para que está no se vaya contra del leproso, es Jesús quien va hacia él, y se acerca amoroso, en sus entrañas el Señor se goza en la fe que ve en este hombre, y sabiendo lo que guarda a su interior, solemne deja exprese la oración que fluirá de sus labios; …”Señor, si Tú quieres, puedes limpiarme” … La muchedumbre creería que Jesús tomaría una sábana para hacer lo que le pide, no entendieron como lo haría, pero aquí comprendamos, Jesús sabe lo que el leproso quiere, y este pide el favor de su perdón, no tanto que lo alivie, sino que de salud a su alma.

¿Qué piensas de ello? Parece demasiada imaginación, es cierto, porque así lo piensa el que carece de fe, en el incrédulo, el receloso, el desconfiado y escéptico, siendo mayor en el ateo que se dará a la burla y mofa de la obra de Jesús.

Vamos analizar y sopesar las palabras del leproso; En primer término su lenguaje y voz muestran las virtudes de su oración, sus palabras conforman una oración de elevada suplica, y reconocimiento, aceptación y esperanza de salvación, que bien sabe es venida de Dios en el que cree; manifiesta una gran fe, que se aviva más en su alma al estar ante Jesús, y la confiesa al ponerse de rodillas e inclina su cara tocando el suelo, es el acto sublime de adoración a Dios, que hace al pronunciar la palabra; … “Señor “… Dio pleno reconocimiento a su Divinidad, así confiesa con su sola palabra será sanado, fijémonos bien, no dice a Jesús, pide tú a Dios alivies de mis males, ¡No! Se dirige en directo a Jesús reconociendo en Él su divinidad de Dios mismo, pues le dice; … “Sí Tú quieres” ... En nada duda el leproso, en nada duda de su misericordia, nada en su oración hay de recelo; nada hay de temor, nada de la más pequeña vacilación, su oración, aunque pequeña, manifiesta el reflejo de su alma, y la fe que guarda: Cree que Jesús es Dios.

Vemos la humildad y sumisión, la fe y confianza que ha perdido la humanidad de este siglo, el leproso no pide otras cosas, únicamente; …” Límpiame” …Se ha referido a sus pecados, debe quedar entendido, de este hombre, reconoce por gracia y obra del Espíritu Santo, en Jesús a Dios mismo, al que suplica le conceda la potestad que viene de Él.


…” Y Él tendiéndole su mano, lo tocó y le dijo: “Quiero queda limpio” y al punto fue sanado de la lepra “… San Jerónimo aclara que no debe leerse juntamente como algunos autores anónimos; …”Quiero queda limpio, sino por separado, de tal modo, que primero diga; …” Quiero “… y después, mandando diga; queda limpio” …El leproso había dicho; …” Si quieres” … el Señor respondió …“Quiero” …Aquel había dicho; …” Puedes limpiarme“ … y el Señor respondió; …”Quiero queda limpió” …Bueno es preguntar; ¿Jesús al tocar este leproso como obró? Como siervo, lo hizo sirviendo a Dios su Padre, lo hizo para enseñarnos a servir al prójimo viendo en el a Dios mismo.

Jesús ha tocado al enfermo, porque la mano de Cristo no sufre descomposición alguna, tocar al leproso por parte de Cristo Nuestro Señor fue para limpiar su alma y como añadidura limpia su cuerpo: la mano de Dios es su misericordia y benevolencia hacia el necesitado en sus bienes, cuando este acude con fe y confianza a Él, que el cristiano católico ha de comprender cuando está alejado de Dios, no lo entiende.

Dice San Juan Damasceno; … “No era solo Dios, sino también hombre, por eso obra los milagros por medio de la palabra y del tacto, a fin de que sus actos divinos se llevasen a cabo con el concurso del cuerpo como órgano “… El leproso enseña el evangelio, al instante quedo aliviado.


Ahondando en la enfermedad de este leproso, tenemos una semejanza de la que habremos de razonar con acierto, y ver en ello lo que Jesús por este pasaje de su vida pública nos adoctrina.

La lepra es el pecado que vamos amontonando en su alma conforme los cometemos, -de ello entendamos- ¿Sí! Bajo Jesús, de los cielos, para limpiar nuestras almas de la lepra que vamos acumulando al paso de nuestra existencia, lo que nos enferma cada vez más al continuar en esa vida de pecado, por eso, nuestra enfermedad es grave, siempre enfermos; por eso el leproso, como el cristiano católico que ha cometido pecado, ha de salir como el enfermo al encuentro del Señor, que así como fue a salvar al leproso, también vino a la humanidad para salvarla del pecado, que el mundo no aprecia, y tampoco valora, la realidad es que no solo vino por un rato, todos los días está al lado de nosotros, por eso es el médico de nuestra alma, que está para salvarnos, por ello comprendamos, Cristo Nuestro Señor en el Monte uro las almas y alivio el corazón de la humanidad.

El Señor se compadece de las miserias del alma, por lo que la lepra de los pecados causa el alejamiento de Dios, al adherirse al pecador a esa lepra, es cuando se produce un desequilibrio de los valores espirituales, siendo el mayor desajuste, vivir alejado de la misericordia divina que el leproso aborrece, habrá de detener la carrera de la vida, y darse un tiempo a pensar como lleva el camino de su existencia, analizar sus actos, y tener en la mente que hacerlo es una situación urgente de emergencia.

La ley en Israel, prohibía se tocará a los leprosos, la muchedumbre que iba con Jesús, vio que lo toco, hecho que podría llegar al sanedrín y acusar a Jesús de ir contra la ley, pero no fue así, Jesús es el árbitro de la Ley, su pureza y santidad, le hizo así para no quedar impuro al tocar al leproso, sino que su virtud purifica al que no estaba.
… “Dijole entonces Jesús: Mira, no lo digas a nadie; sino ve a mostrarte al sacerdote y presenta la ofrenda prescrita por Moisés, para que les sirva de testimonio “… Los sacerdotes del templo darán testimonio al reconocer que en el leproso Jesús realizo el milagro.

Enviar al leproso a dar testimonio a los del templo, Jesús tenía una razón, preguntaran al hombre quien, y como fue sanado, así no desatendieran a su doctrina, viendo el milagro, solo produce solo admiración, sirve para murmurar y criticar al Hijo de Dios; no para hacer suya su doctrina y mandamientos.

De parte de Jesús es cumplir lo dictado en la ley, así no dar oportunidad a ser acusado de no cumplir con la ley.
hefelira@yahoo.com

 

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