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La natación, un deporte ideal para la espalda
Los entrenadores deportivos no se cansan de repetirlo, para trabajar la musculatura de la espalda y de los hombros, no hay nada mejor que la natación.
Basta con ver la musculatura de los nadadores de competición para darse cuenta del desarrollo muscular que presentan en estas zonas del cuerpo.
Practicando frecuentemente braza y crawl, la parte superior del cuerpo se desarrolla y adquiere una forma armoniosa. Más allá del aspecto de musculatura, la natación alivia igualmente los problemas de lumbares.
Esto se consigue simplemente trabajando suavemente el cuerpo, sin someterlo a ningún trauma y sin solicitar las articulaciones. Cuando se nada, el cuerpo se encuentra con menor peso, y por tanto los choques y golpes en las articulaciones son mucho menores, contrariamente a lo que ocurre cuando se practica running.
De hecho, los terapeutas recomiendan habitualmente este deporte a sus pacientes cuando sufren tensiones musculares y problemas de espalda.
La natación permite definir el cuerpo
Si se desea perder un poco de peso, la natación es ideal puesto que no se centra únicamente sobre una parte del cuerpo. Se trata de uno de los deportes más completos que existen.
En efecto, solicita los brazos, los hombros, las piernas, la espalda y los abdominales.
Gracias a la resistencia del agua, cada movimiento se ve amplificado y permite quemar rápidamente grasas. De media, durante una hora de natación, se pueden perder 700 calorías.
Una hora de natación permite perder más calorías que una hora de carrera. Por otro lado, se trata de un deporte armonioso para trabajar la musculatura completa del cuerpo.
La natación ayuda a aumentar los rendimientos cardíacos
Para aquellas personas que odian el running pero que desean mejorar la capacidad respiratoria, la natación es una excelente alternativa. Nadando 30 minutos, de dos a tres veces a la semana, se aumenta sensiblemente los rendimientos cardíacos y la resistencia al esfuerzo.
Si no se ha practicado alguna actividad física desde hace un cierto tiempo, no conviene superar demasiado rápido los límites. Se debe empezar por hacer un largo, descansar, dejándose flotar sobre la espalda.
Luego se aumenta progresivamente el número de largos. A fuerza de entrenamiento, se puede nadar sobre una distancia de 2 km sin que el aire falte.
Lo que cuenta ante todo es la frecuencia.
Más vale nadar un poco, pero varias veces a la semana, que dos horas sólo los domingos.