Ma. Teresa Medina Marroquín

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Los gringos no son extraditables

miércoles, 11 de mayo de 2016
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Antes de ir al tema que domina el contexto internacional entre México y Estados Unidos, bajo esa extraterritorialidad disfrazada que imponen los “civilizados” vecinos del norte acusando a todos los malos de este lado sin que nuestras autoridades federales puedan recurrir a la justicia para (ni siquiera por la vía diplomática), a su vez, extraditar a quienes controlan allá la venta de estupefacientes, un mercado monstruoso, provocando su consumo una de las mayores tragedias de la historia de nuestro Continente.


Dicho principalmente para México en estos tiempos, sin soslayar el enorme y terrible daño y dolor causado a la mayoría de las naciones latinoamericanas, comenzando con Colombia, Bolivia, Brasil, Venezuela, Perú y Guatemala.


Paso a la reflexión sobre la política electoral que se vive en Tamaulipas.

Cierto que todos los procesos comiciales que se celebran en trece entidades de la república (incluyendo Baja California que sólo elegirá alcaldes y diputados locales) son quizá los más competidos de nuestra historia reciente.

Nadie puede negarlo.
Pero lamentablemente la mayoría de los candidatos a gubernaturas, alcaldías y diputaciones, aunque parezca ocioso recordarlo, olvidó completamente llevar a la práctica esa virtud conocida como ética política.


Claro que surgirán quienes afirmen que tales aspirantes a puestos de elección popular no la conocen o jamás la han visto en sus vidas, lo cual es falso frente al panorama democrático exigido por la ciudadanía.

De modo que nadie puede tener excusa.

Sin embargo, la violencia física que ya comenzó desde la noche del sábado pasado en Ciudad Victoria entre brigadas de impacto del PAN y Movimiento Social no sólo rebasó la agresión verbal originada desde los dos debates entre candidatos a la gubernatura, sino que ha generado todos los malos augurios que ya podemos imaginarnos.


Tercos en hacer de la política un pantano nauseabundo, no reaccionan (sus autores intelectuales) en que esa política sólo provocará más destrucción y consternación que a nadie conviene, simplemente porque todos perderán irremediablemente.


Así pues también todos asistimos, de seguir esa racha maligna, al fracaso de una sociedad democrática que, independiente de sus altos costos, se ha convertido en un Sodoma y Gomorra, versión Siglo XXI.

Sólo falta que caiga azufre y fuego del cielo.

Y si la pretensión es volver ceniza a esa nueva y esperanzadora realidad, de pronto se me viene a la mente que muy poco habrá que proponer cuando todo parece inútil a efecto de impulsar un estadio de progreso a la población, incluyendo a sus esforzados sectores productivos.


Urge, por tal motivo, que el Gobierno de la República intervenga de inmediato a fin de imponer el orden sin importar que tan importantes sean todos aquellos que estén promoviendo esta oleada de violencia, y sin considerar que unos enarbolen ideologías de izquierda, de derecha, de centro o desprovistos de tales ubicaciones.


De hecho trasciende que la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) ya inició una averiguación de oficio (es decir, sin necesidad de parte interesada) derivada de las denuncias externadas por el líder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones.


En esa misma tendencia, las amenazas que ha hecho públicas el dirigente del PRD en Tamaulipas, Alberto Sánchez Nery, responsabilizando al candidato del PAN a la gubernatura Francisco García Cabeza de Vaca, deben ser investigadas sin dilación, encausando o deslindando a quien corresponda, y aclarando oportunamente -ante la opinión pública- si tales aseveraciones son fundadas o infundadas.


Lo grave de dejar las cosas tal como están no sólo propiciará un proceso electoral sin ley ni orden donde cualquiera, nomás porque se la pega la gana, realice su propia competencia sin los contrapesos, regulaciones y responsabilidades señaladas por el código electoral y en general por el marco legal que advierte de castigos severos.

Volvemos al tema inicial:

Los “Vecinos Distantes”, autoría del periodista Alan Riding, se ha tornado sin que muy pocos lo denuncien en una vecindad tormentosa y autoritaria de Estados Unidos contra México.


De aquel lado todos son inocentes. Y de este otro todos son culpables según el fascista Donald Trump. Esa es la orden de Washington que sin chistar acata el Gobierno Mexicano, profundizando la crisis y haciendo del tema un tabú, escenario peor que el infierno descrito por el Apocalipsis.

¡Feliz miércoles!

 

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