Melitón Guevara Castillo
Desde esta Esquina
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Tengo viviendo en Victoria 52 años: aquí hice mis estudios, desarrollé una carrera profesional y forma una familia. Soy victorense, por eso pregunté en el muro del Facebook: que identifica a los victorenses, ¿a Victoria, que la hace especial?
Recibí 40 comentarios.
Y todos, prácticamente todos, destacan su amor por Victoria; hacen mención a lugares, a monumentos, a situaciones específicas. Un comentario hizo una advertencia y creo que es correcta: depende de la edad, obvio, de uno, para visualizar que es lo más significativo o relevante.
Quienes ya pasamos de los 50, conocimos una ciudad capital pequeña: calles sin pavimentar, muchos nos conocíamos; íbamos a una tienda y era ocasión de intercambiar comentarios con algún conocido.
Varios de los comentarios van por un rumbo: hace décadas, digamos de los 60 hasta los 80, había una situación que muchos, hoy en día, extrañamos: la tranquilidad, la convivencia de los vecinos.
La señora barría el frente de la casa; por la tarde, sacaba las sillas y se sentaban a platicar y, como advierte un comentario, se podía uno dormir, dejar la puerta o ventana abierta y no pasaba nada.
El desarrollo y el progreso nos ha quitado esa confianza, esa seguridad.
Bertha Patricia, una ex alumna, que vive en los Estados Unidos consignó: He tenido la oportunidad de conocer una diversidad de culturas pero los que somos de Victoria, Tamaulipas tenemos un sello especial que nos identifica.
Otro comentario hace notar: Su autenticidad! Los Victorenses confiamos y entregamos nuestra amistad y confianza para siempre y desinteresadamente!!! En las buenas y en las malas!!! Y respetamos y adoptamos como victorenses a personas valiosas que trabajan por su Comunidad!!!
Efectivamente, la época dice mucho.
Recordamos, por ejemplo, a Carlos Adrian Avilés que en su programa de “Alegría Matinal” todos los días hacía notar que Victoria era una ciudad amable, limpia e incluso fue quien hizo famosa la expresión de que, quien llega a Victoria y se queda, es porque ya probó el agua de “La Peñita”.
Y no queda más que reconocer: ya no es tan amable, tan limpia y muchos victorense ya nos saben, vaya pues, a que sabe el agua de La Peñita… muchos tomamos de la Presa Vicente Guerrero.
Dice un victorense que tiene una magia: muchos han viajado, incluso vivido fuera de la ciudad o del país, y al paso del tiempo se vuelve a la querida Ciudad Victoria.
Por eso, Brenda Hernández hace constar que “A mí Victoria me ha dado mucho, por eso lamento que propios victorenses hablen mal de ella, la ciudad somos todos”.
Efectivamente, hay quienes hablan mal, resaltan los últimos acontecimientos o hacen notar hechos o situaciones que nacen de una población en crecimiento, en aumento.
Creo que Victoria tiene muchas cosas bellas que la significan, claro, más para unos u otros grupos sociales: sus paisajes que están enmarcados, por ejemplo, con la Sierra Madre Oriental; sus plazas, que todas tienen su esplendor, los edificios antiguos, sus iglesias, la avenida del 17.
Pero todos, todos coinciden: sus habitantes, su alegría y sus valores sobre todo de convivencia como de solidaridad.
Me gustó un reclamo: Victoria es el lugar donde vivimos.
Y nosotros, ahí en el hogar, la colonia, la escuela o en el trabajo, debemos hacer lo necesario. Lo justo, para que siga teniendo el encanto que conocieron nuestros abuelos.
Por ejemplo, el gobierno municipal planta arbolitos en las plazas…que nos cuesta, a los vecinos, adoptar uno y tener el compromiso de llevarle agua aunque sea una vez por semana: el verde es vida, las plantas dan más belleza a nuestra ciudad… En Teocaltiche ya nos estamos organizando.
Contacto:
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Twtter: @melitonguevara
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