Rogelio Rodríguez Mendoza

Confidencial

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“El Tuto” y “El Tutito”

lunes, 2 de marzo de 2015
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La captura de Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, es, sin duda, un golpe extraordinario del Gobierno Federal al crimen organizado.

Sería injusto regatearle méritos a la aprehensión de quien la misma autoridad ha calificado como “el capo más importante del país”.
Desde luego está en su derecho la Federación de sacarle, mediáticamente, todo el jugo posible a la detención . Y más cuando está en puerta un proceso electoral donde el PRI necesita con urgencia de simpatía popular.
El detalle está en que la historia ha probado que la captura de los jefes mafiosos no resuelve ni frena el problema de fondo de la violencia generada por la delincuencia.

Si eso fuera cierto desde hace mucho que este país sería un paraíso.
Y la explicación es sencilla: no resuelve el problema porque cada que cae un delincuente atrás hay una lista muy larga de aspirantes a sucederlo.

Hoy cayó “La Tuta” y seguramente ya ocupa su lugar “El Tuto”, “El Tutín”, o como quiera usted llamarlo.
Mucho del fracaso de la lucha contra el crimen organizado ha radicado precisamente en eso: en que el Estado Mexicano ha enfocado todos sus esfuerzos en querer desmembrar a los grupos delincuenciales obteniendo como resultado un fracaso absoluto.
¿Y sabe por qué? Porque si algo sobra en este país son jóvenes que quieran incorporarse a la delincuencia, porque al menos ahí encuentran una alternativa de solución a su condición de extrema pobreza.
En los cruceros de cada avenida usted puede ver a potenciales delincuentes.
Luego entonces, mientras el Estado Mexicano siga necio o terco en querer acabar con la delincuencia simplemente capturando a los delincuentes, seguirá prolongando su fracaso.

Por cada uno que atrapa hay otros 20 para reemplazarlo.
No. Para aspirar realmente a someter a la delincuencia el Gobierno debe explorar otros caminos, que por simple sentido común ofrecen mejores expectativas de éxito.
Uno de ellos, por ejemplo, es golpear la estructura financiera de los grupos delincuenciales.

El golpe en el bolsillo le duele cualquiera. Hacia allá es a donde deben ir los esfuerzos oficiales.
Otro camino es, sin duda, el inyectarle recursos suficientes a temas como el de la educación y el empleo.

No es necesario ser un experto para entender que un joven bien educado y con un buen empleo, será difícil de cooptar por la delincuencia.
Pero debe ser una “inyección” bien planeada, que redunde en beneficios auténticos.

Porque luego vemos cómo se anuncian inversiones millonarias para temas como el de prevención del delito, y los gobiernos destinan ese dinero a hacer, por ejemplo, parques de barrio a los que casi nadie va, o a organizar conferencias a los que invitan a 40 ó 50 personas, que saliendo de ahí se les olvida todo.
No.

Una inversión bien planeada sería, por ejemplo, ampliar en número y monto las becas para que los jóvenes que comprueben carecer de medios económicos, puedan incorporarse al sistema educativo y concluyan una carrera técnica o profesional que les garantice su subsistencia.
Una inversión bien aprovechada sería también incentivar a las empresas para que abran a esos jóvenes alternativas de empleo bien remunerado.
Si los tres órdenes de Gobierno comienzan a trabajar en esas alternativas, seguramente a la vuelta de pocos años comenzaremos a ver mejores resultados en el combate a la delincuencia.
De lo contrario, podrán capturar a “La Tuta”, “El Tuto” o el “Tutito”, y las cosas seguirán igual o peor.
¿No cree usted?
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail.com

 

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