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Clinton y Bush, los pros y los contras de pertenecer a una dinastía

En la imagen un registro de Hillary Clinton, ex secretaria de Estado y líder del Partido Demócrata de Estados Unidos. EFE/Archivo
El exgobernador de Florida Jeb Bush dio un paso al frente esta semana en la carrera hacia las presidenciales de 2016 en EE.UU., en la que Hillary Clinton se perfila como su principal rival
domingo, 21 de diciembre de 2014
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Washington, 21 dic (EFE).- El exgobernador de Florida Jeb Bush dio un paso al frente esta semana en la carrera hacia las presidenciales de 2016 en EE.UU., en la que Hillary Clinton se perfila como su principal rival y en la que ambos se enfrentan a los retos de pertenecer a una dinastía política.
"He decidido explorar activamente la posibilidad de postularme para presidente de los Estados Unidos", anunció esta semana Bush, respondiendo a las expectativas que le inscribirían en la historia junto a su hermano y su padre, expresidentes del país.
Ante una carrera presidencial que se perfila dura, "el apellido Clinton o Bush hace el camino más fácil porque la gente ya conoce cuáles son sus posiciones políticas", explicó a Efe el profesor de Política de la Universidad de Harvard, Stephen Ansolabehere.
Sin embargo, no cualquier familia tiñe el camino de color de rosa y, por eso, a la hora de competir por la Casa Blanca es mejor apellidarse Clinton que Bush, según este experto.
"El legado es diferente.

George H.W. Bush hundió al país en la recesión y su hijo, George W. Bush, nos dejó la guerra de Irak. Ambos son legados incómodos para Jeb", que tendría que hacer una fuerte campaña para explicar en qué puntos se distingue de la tradición familiar, apunta Ansolabehere.
Según este experto, el camino es más fácil para Hillary, que con la Fundación Clinton ha mantenido la "imagen amable y de prestigio" que se asocia al matrimonio.
A pesar de las diferencias, los dos candidatos tienen en común una gran experiencia pública que les haría imposible competir en la campaña presidencial como "outsiders", es decir candidatos ajenos a la política y a la burocracia de Washington D.C.
Por eso, Sharon Castillo, analista política, cree que tanto Clinton como Bush "tendrán que responder por sus propias acciones".
A su juicio, cuando llegue el momento, Clinton no podrá escapar del "fantasma de Bengasi", el ataque terrorista en 2012 contra este consulado en Libia que se cobró cuatro vidas estadounidenses y por el que la entonces secretaria de Estado recibió las críticas de los republicanos.
Precisamente, Clinton es una de las grandes perjudicadas por la avanzadilla de Bush, explicó José Fuentes, analista político para los republicanos.
Fuentes cree que "si a alguien le beneficia el anuncio de Bush dentro de los demócratas es a Elisabeth Warren", senadora por Massachusetts cuyo nombre lleva sonando meses como aspirante presidencial, aunque ella ha negado una y otra vez que vaya a enfrentarse a Clinton.
La pugna electoral está en su fase preliminar y, por eso, los otros candidatos y sus movimientos para conseguir apoyos son las mayores amenazas a las que, por el momento, se enfrentan estos veteranos de la escena política, según coinciden los expertos.
Aunque las aguas permanecen calmadas en la orilla demócrata, dentro del partido republicano el anuncio de Bush ha desatado un torbellino, que presiona a otros posibles candidatos, como Marco Rubio, senador por Florida, el mismo estado del que fue gobernador Bush y que es clave para ganar las primarias.
Además, el anuncio de Bush complica las aspiraciones del gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, que se dirige al mismo electorado moderado de Bush y depende de la misma red de donantes.
Para apostar contra la herencia y el prestigio del nombre, la mejor carta que podrían jugar los rivales de Bush y Clinton es la de la renovación con el fin de hacer parecer a ambos "figuras del pasado", según Ansolabehere.
Pero la carrera acaba de comenzar y, todavía a dos años de las elecciones presidenciales, está por ver si Clinton y Bush recorren un camino de dinastías y como ya ocurrió otras veces la historia vuelve a repetirse.
Beatriz Pascual Macías

 

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