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Miedo al amor

El enamoramiento, estado de perpetua felicidad que sin embargo da miedo, miedo al compromiso.
martes, 18 de febrero de 2014
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El amor, inspirador de grandes obras. El enamoramiento, estado de perpetua felicidad que sin embargo da miedo, miedo al compromiso, miedo a no ser correspondidos, miedo a que nos hagan daño o a equivocarnos de persona.

¿Por qué el miedo al amor es una “enfermedad” tan común y extendida en nuestra época?

Quizás porque hemos visto desintegrarse los matrimonios de nuestros padres o simplemente porque en alguna ocasión hemos sufrido por causa del tan manido amor.

Pero cuando aprendemos a montar en bicicleta nos caemos muchas veces antes de ser diestros con el manejo de ese vehículo y no por ello abandonamos. Renunciar al enamoramiento es un fácil error que aporta amargura.

RENUNCIAR A LA SEGURIDAD.

Otra de las hipótesis de la dificultad que muestra nuestra sociedad a la hora de comprometerse es la de que la juventud está tan acostumbrada a tenerlo todo seguro que no está dispuesta a arriesgar su seguridad a ningún precio.

Así se refugia en una consecución de mini-historias exentas de sentimientos en las que sólo juega un papel importante la sexualidad y el placer.

La frase hecha “Ni siento ni padezco” parece haberse convertido en un emblema de las nuevas generaciones. Prefieren una vida rutinaria y cómoda que arriesgarse a un posible fracaso amoroso, aunque ya se sabe, el que no arriesga no gana.

Sólo por haber sentido alguna vez las heridas del desengaño no deberíamos renunciar a querer que alguien se convierta en complemento de nuestras vidas.

El problema reside en que el amor dura muy poco en comparación con el desengaño por lo que nos parapetamos con una armadura contra posibles “agresiones” a nuestro conocido bienestar.

Los jóvenes hoy buscan relaciones esporádicas en las que exista la menor implicación sentimental posible.

ADICTOS AL AMOR.

En el anverso de la moneda encontramos a las personas adictas al amor, las que no pueden pasar sin tener una relación amorosa. Las personas adictas al amor sólo saben hablar del objeto de su amor, dejan todo por él e incluso son capaces de virar de manera radical sus comportamientos con tal de que la persona las acepte.

Serían capaces incluso de comprar al ser querido.

Exclusivamente son felices y se sienten plenos cuando están con esa persona, independientemente del comportamiento del otro o del estado de la relación, intentando por cualquier medio retenerla, agobiándola.

Es el momento de preguntarse si nos encontramos ante la “crisis del amor”, un círculo vicioso en que no se sabe si va antes el rechazo por culpa de los adictos o viceversa, los adictos a consecuencia del miedo a comprometerse con los demás.

En la situación actual es lógico preguntarse como acabará todo esto, ¿generaciones casi al completo de desparejados? Ultimamente los más audaces en el terreno emocional son los “gays”.

Los hombres y mujeres heterosexuales proclaman orgullosos su autosuficiencia a pesar de que en realidad su vida sigue girando en torno a la necesidad de sentirse amado.

Desde la gran pantalla nos muestran grandes historias de amor. También los libros y la televisión nos hablan de ello, pero gran parte de la sociedad sigue inmunizada refugiándose en su carrera profesional, en los amigos, en mil y una cosas con tal de evitar ser sentimentalmente maduros y comprometidos.

Demasiado egoístas para “todo lo tuyo es mío”, “hasta que la muerte nos separe” o “siempre te voy a querer”, aunque luego sea mentira, como ha ocurrido a lo largo de los tiempos.

El caso es que enamorarse, tarea de por sí muy difícil, es ahora una lucha por mantener a la otra persona a cualquier coste o rechazarla a pesar de poder derivar en una bella historia de amor y compañía.

Por Beatriz Rojo Polo.

EFE REPORTAJES. /mlr

 

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