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El “ejército” de Sicilia llega a la Casa Blanca

El activista Javier Sicilia tendrá actividad en el Instituto de México del Centro Woodrow Wilson y en la sede de la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA), desde donde se intentará hacerse escuchar.
martes, 11 de septiembre de 2012
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WASHINGTON, E.U., 10,

AGENCIA / EL UNIVERSAL.-

La imagen encorvada de Javier Sicilia desfiló ayer con paso corto y parsimonioso frente a la Casa Blanca. Con su ejército de dolientes, de activistas, de miembros de organizaciones no gubernamentales, de simpatizantes y periodistas llegó hasta la verja que encorseta la sede de ese poder Ejecutivo que ha permanecido impasible ante la escalada de violencia que ha dejado un reguero de muertos en México.

“Basta a las armas de exterminio. A nosotros nos ha costado ya demasiadas muertes, demasiado dolor. Y aquí les están causando dolor a su propia gente.

Con locos que hacen armas de exterminio que están poniendo en gran peligro a la población”. El discurso de Javier Sicilia no es nuevo para quienes le han escuchado a lo largo de una caravana por la paz que ha recorrido gran parte del país, en un peregrinaje de dolor que ha sido observado con curiosidad y hasta indiferencia por los grandes medios y el poder político.

Sí lo es, sin embargo, para quienes observan con curiosidad a esa marcha de dolientes que han llegado por primera vez hasta las puertas de la Casa Blanca para hacerse escuchar, para interpelar a ese poder que ha practicado durante demasiado tiempo la política de oídos sordos.

“Nosotros no tenemos nada en contra de la segunda enmienda. Lo que es más, venimos a defender la segunda enmienda de la que están abusando los señores de la Asociación Nacional del Rifle, que están vendiendo armas de exterminio”, enfatizó con un discurso que ha buscado encontrar eco en ese poder político del Capitolio en continua connivencia con el poderoso lobby de las armas.

La marcha de Javier Sicilia arrancó en la sede del poderoso sindicato de la AFL- CIO, donde se dieron cita una serie de personajes de lo más variopinto para recibir al poeta y, de paso, hacerse una foto a su lado.

Como el cantante argentino Laureano Brizuela, quien se fundió en un abrazo con él. Tras un encendido mensaje de bienvenida de Liz Schuler, secretaria y tesorera del sindicato —quien no desaprovechó el momento para denunciar la “persecución” contra el líder del sindicato minero Napoleón Gómez Urrutia—, Javier partió con destino a la Plaza de la Libertad, la última parada de una jornada que le ha permitido entrar en contacto con líderes religiosos, con miembros de ONG y con el recién designado secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Emilio Álvarez Icaza.

Entre los integrantes de la caravana se encontraba Olga Lidia Reyes Salazar, de Ciudad Juárez, Chihuahua, que perdió a seis de sus familiares.

“Yo sé que va a ser muy difícil que nos hagan caso en Estados Unidos. ¿Pero que vamos a hacer? ¿Quedarnos a llorar a nuestros muertos? ¿Dejar que aumente la cifra de muertos? Por eso me he sumado a ésta caravana”.

El activista Javier Sicilia tendrá actividad en el Instituto de México del Centro Woodrow Wilson y en la sede de la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA), desde donde se intentará hacerse escuchar.

 

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