SAN JERÓNIMO IXTAPANTONGO, Mex.- Los habitantes de esta población acuden a tiendas de Diconsa para adquirir huevo a un precio más bajo.

AGENCIA / EL UNIVERSAL.-

Aquí en San José Las Lomas las mujeres se preguntan “¿carne o huevo?” antes de hacer la compra. En esta comunidad otomí, Rosario Valdés se acuerda que, de pagarlo a 12 pesos, hoy un kilo puede llegar a costar 40 pesos.

Una gallina se vende en 60. A una hora de la ciudad de Toluca, los pobladores que no hacen el recorrido diario a alguna de las fábricas de la capital, trabajan la tierra, pero el maíz no se recupera desde las heladas de mayo.

“La verdad no desayunábamos huevo, está muy caro. A mi nieta más grande sí le gusta, pero pues no hay”. Doña Rosario le cambia el menú por taquitos de frijoles o papas.

Su hija de 33 años, María Isabel, es la encargada de una de las mil 200 tiendas Diconsa que este lunes comenzaron a vender 220 mil kilos de huevo que adquirió la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).

En el país hay aproximadamente 25 mil sucursales, pero este programa se aplicará en tan sólo ocho estados: Michoacán, Nayarit, Sinaloa, Puebla Jalisco, San Luis Potosí, Baja California y esta entidad.

En las tiendas del gobierno un kilogramo no puede rebasar 29.75 pesos. La estrategia es para “contrarrestar las inconsistencias de precio que se dan a nivel nacional”, explica Pedro Sáenz Ponce, gerente de la sucursal metropolitana de Diconsa.

Dice que al Estado de México —la segunda entidad más pobre a nivel nacional, según el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social— le tocaron 3 mil 500 kilos que se compraron a la distribuidora El Calvario, de la Ciudad de México.

En esta entidad el precio del huevo ha llegado a costar entre 45 y 50 pesos, asegura el funcionario. Se prevé que en territorio mexiquense se beneficie a 20 mil familias.

Las nietas de Yolanda no fueron a la escuela, así que ayudan a su abuela a escoger uno de los gallos negros que será sacrificado para la comida.

Las gallinas se salvan porque dan huevos, aunque con cinco nietos y dos hijos se tiene que comprar lo que falta en las tiendas del lugar, “pues sí se ve afectada la economía familiar; a las niñas se les da menos dinero para ir a la escuela”.

En la tienda de San Jerónimo Ixtapantongo hay fila para comprar. Vecinas como Verónica Jiménez se sorprenden de que ya vendan este producto.

Su esposo, quien siembra maíz, frijol y haba, ha tenido unos malos seis años: antes “podía tener un guardadito, ahora vivimos al día”.

Ella camina diario media hora para llegar a Diconsa. El abasto en todo el país llegará a 920 localidades. En el Estado de México el proceso contará con el apoyo de los Concejos Comunitarios de Abasto.

María ha vivido más de 70 años en San Jerónimo y ya espera la fiesta del santo patrón el 30 de septiembre. Su hijo trabaja en el campo por 50 pesos al día y siempre le dice que “la yema” es lo primero, lo que le hace falta.

Recuerda que antes alcanzaba “para todo”; ahora tiene miedo de que “le den sólo una pastilla para comer”. Cuando doña María cumplió un año de casada, su esposo perdió el brazo derecho y dos dedos de la mano izquierda mientras hacía trabajos para la compañía de luz.

Así, cuenta, es más difícil que encuentre trabajo, pero ella “le amarra el jornal a su mano buena”, todos los días, para que él busque a alguien a quien ayudar en sus tierras.